Mi experiencia universitaria
Por Ángel Acién Zapata
Mi nombre es Ángel Acién Zapata, tengo 19 años, vivo en Aguadulce, Almería, he cursado el primer año de Ingeniería en la UAL, he realizado diversos cursos para conseguir algunos créditos convalidables y me gustaría realizar algún curso Erasmus próximamente.
El primer día en el campus es toda una aventura. No sabes cómo llegar a la universidad, ni cuánto se tarda, ni si encontrarás tu aula, ni con quién te tocará, ni si conocerás gente rápido… vamos, todo un caos.
El primer problema de todos es cómo llegar a la universidad, es decir, el transporte. Aunque las opciones son varias, no todas se ajustan a los requisitos de los alumnos. Hay muchas formas distintas de llegar a clase a tiempo, pero probablemente las dos más comunes y simples de hacerlo son las siguientes:
En primer lugar, tenemos la opción más básica, el autobús. Si vives fuera de la ciudad como es mi caso (Aguadulce), puedes tomar varios autobuses que te acaben llevando, pero te saldrá más caro y tardarás más tiempo, sin embargo, el autobús directo es mejor opción, siempre y cuando tengas un horario compatible, seas capaz de madrugar un poco más para no perderlo y que tengas suerte de que no vaya lleno para cuando tú subas. Algo especial del autobús, que puede ser bueno o malo, es claro está, los pasajeros que lo ocupan. Es un buen modo de socializar y permite descansar un ratito más antes y después de las clases, siempre que el resto de los pasajeros estén por la labor.
Otra forma de llegar a tiempo a clases es ir en coche. Está opción dependerá de las ventajas e inconvenientes de cada uno. Desde mi experiencia existen dos formas de utilizar esta opción como vehículo, o bien que seas el conductor o bien que seas el pasajero. Si eres el conductor, tienes unos importantes gastos económicos ya que necesitas un coche en propiedad, tener el permiso de conducir, tener seguro, llevar siempre gasolina, etc. A lo que habría que añadirle el gasto personal, puesto que tienes que estar bien despierto en la carretera, te arriesgas a tener un choque y llegar tarde a clase o incluso a un examen y luego preocúpate de que encuentres aparcamiento, entre otras cosas. Por otro lado, esta opción como es lógico es la más flexible y rápida para moverse. Por mi parte, yo me he desplazado con mi propio coche, ya que tenía la suerte de disponer de ello, y lo que hacía era a gente que no tenía cómo ir o preferían coche antes que autobús les guardaba una plaza y a cambio les pedía un euro para que aportaran más que nada por la gasolina que se consume. A partir de aquí es muy fácil explicar la parte del pasajero. Sus únicas dos preocupaciones son que el conductor tenga hueco libre para él y que sus horarios sean compatibles, ya que el conductor es el que se va a ir, aunque tú tengas clase. A parte de eso, todo lo demás son ventajas, llegas antes, puedes descansar en el camino, no tienes un gran gasto económico, etc.
Una vez que tienes forma de llegar a tiempo a clase, te encuentras con el segundo problema, encontrar tu aula. Hasta que te acostumbras y aprendes a reconocer los distintos edificios y a ubicarte, probablemente entres en alguna clase equivocada más de una vez. Desde mi experiencia, recomiendo que antes de entrar y sentarte tan tranquilo durante dos horas, preguntes a quien puedas qué clase se está impartiendo.
La universidad tiene herramientas para intentar que este problema se solucione lo antes posible, una de ellas es la aplicación de la UAL, donde puedes acceder a tu aula virtual, mirar tu horario, ver en qué aula y aulario tienes clase, y si no sabes llegar, tienes incluso la opción de pedir que te lleve como si fuera el GoogleMaps, con un mapa y dándote las direcciones para girar y conseguir llegar a tu destino. Si aún así tampoco consigues llegar, no te agobies, es algo normal los primeros días, los profesores son comprensibles, pero no te rindas y te vayas al Romera, intenta encontrar tu aula, aunque sea con un poco de retraso.
Una vez que has conseguido entrar a tu clase, te encuentras con una gran cantidad de gente desconocida, aunque puedes tener suerte y que algún amigo o compañero de otros años esté contigo. Pase lo que pase, no hay que preocuparse, todos los alumnos estáis en la misma situación de nervios y angustia por no saber muy bien qué hacer. La mejor forma de afrontarlo es relajarse y dejar que poco a poco vayas conociendo a tus compañeros y hagáis grupos de prácticas para conoceros entre vosotros cuanto queráis.
Cuando ya estés en clase y entre por primera vez el profesor, probablemente te entrará pánico de pensar “a ver qué nos dice, espero que sea majo y nos enseñe cosas útiles”. Pero no hay por qué agobiarse, los profesores son como son, de todo tipo, mejores y peores, y depende de ti que apruebes o suspendas, no del profesor. Comenzará presentándose, posiblemente vaya soltando algunas bromas para relajar el ambiente, e incluso se preocupará por que estéis cómodos y a gusto. Una vez que comience a impartir la asignatura, lo primero que suelen hacer los profesores es mostrar y explicar la guía docente, a lo cual no se le suele dar la importancia que merece, ya que es por así decir un contrato de qué hay que superar para aprobar la asignatura y que deben cumplir tanto el profesor como el alumno. Una vez explicada, suele resumirla en las partes más relevantes, donde cuenta cómo aprobar la asignatura y la forma de evaluación de esta, así como la parte teórica y la práctica si la hubiera. A menudo el material de la asignatura y la guía docente suelen aparecer en el aula virtual a disposición de los alumnos para cuando la requieran.
Pero el mayor de todos los problemas, ya que los anteriores con el avance del curso van disminuyendo, es la evaluación. La mayor diferencia se nota en cuanto a la forma de dar las clases, ya que te exige ser mucho más responsable. Puedes ir o no ir a clase, es tu elección, algunos profesores pasan lista, otros bonifican la asistencia, otros penalizan la ausencia, pero, en definitiva, cada uno luego hace lo que quiere, sobre todo a medida que avanzan las clases, la gente deja de ir a clase. En mi opinión y desde mi experiencia, ir a clase es crucial, aunque no signifique ninguna bonificación de nota, pero entiendes las lecciones que se imparten, y poco a poco vas llevando los apuntes al día. Si pretendes esperar a estudiar la semana de antes, no serás capaz. Si aún así no te consigo convencer de la importancia de trabajar diariamente, piensa una cosa: el cuatrimestre se reparte en cuatro meses donde debes aprobar cinco asignaturas, si eso está así establecido, será por algo, es decir, necesitas los cuatro meses, sin excepción, para aprobar las cinco asignaturas.
Como conclusión me gustaría destacar una cosa que a mí me ha ayudado mucho durante el curso y gracias a la cual he conseguido aprobar una de las asignaturas más difíciles de este año. Vayas mejor o peor, te resulte más fácil o difícil, debes ir a clase, y nunca tirar la toalla. Aunque setenta personas digan que se van a dejar la asignatura porque es muy difícil, tú tienes que intentarlo, aunque sea difícil, sin abandonar nunca, porque poco a poco lo vas a ir consiguiendo. En mi caso, este año he cursado la asignatura de Programación, la cual es de las más difíciles sino la que más, por lo menos para mí. Traté de llevarla al día, pero me quedé bloqueado en un tema y no pude avanzar más. A falta de una semana del examen final di la asignatura por perdida. Sin embargo, un amigo me dijo: “no te rindas, estudia esta semana entera a tope, y si no llegas pues no pasa nada, pero por lo menos inténtalo”, y es lo que hice. Finalmente, me esforcé esa semana todo lo que pude, y conseguí aprobarla, aunque la verdad que ni me lo creí. Por tanto, no agobiarse, ir poco a poco, y nunca abandonar, por muy difícil que parezca, si algo te gusta, lucha por ello.