Fotografía: Imagen obtenida de banco de imágenes sin derechos de autor.

Desde un principio estaba totalmente convencida de que quería hacer un grado de ingeniería química. Sabía que no iba a ser una tarea fácil. A pesar de ello, tenía muy claro que iba a esforzarme al máximo para poder lograrlo ya que es lo que me gusta.

Es un grado al que hay que dedicarle mucho tiempo, tener paciencia, intentar compaginarlo con tu vida social, en ciertas ocasiones sacrificar tiempo de ocio para estudiar, pero la clave es la organización. Si te organizas correctamente e intentas cumplir con los objetivos que te propones, irá bien. Siendo totalmente sincera, aun así, a veces puedes tener días malísimos, en los que no te sale nada, pero también otros muy buenos, es como en todo, pero si le pones empeño, el resultado será positivo. Pero lo realmente gratificante es cuando poco a poco, se va consiguiendo y ves que todo tu esfuerzo está valiendo la pena. Y por supuesto, al final, cuando acabas ves que has aprendido tantísimo y ha merecido la pena.

No sabría decir un número concreto de horas que he dedicado, pero sí he intentado llevar las asignaturas al día. Puede sonar un poco repetitivo, y sé que es complicado, pero a medida que va pasando cada curso, te das cuenta de que es algo fundamental. También, dedicar más tiempo a las asignaturas que más trabajo requieren.

Para mí no es algo fácil dar consejos, porque cada persona es un mundo, pero si tengo que decir algo es que, si te propones algo, te gusta, le pones todo tu esfuerzo, y trabajas, se consigue tarde o temprano.