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Entre públicas y privadas: las plazas casi-públicas y el futuro del movimiento occupy

Simone Belli 8 octubre, 2013

En las últimas semanas se ha abierto un debate en Londres a raíz de Granary Square, la plaza junto a la estación de trenes de King’s Cross. Se trata de un espacio abierto y público que, como otros tantos del Reino Unido, poco a poco está siendo privatizado. Un debate parecido se está generando también en ciudades como Madrid y Barcelona. En los últimos tiempos está adquiriendo protagonismo la privatización de suelo público,  la excusa para que entre más dinero en las cajas de los ayuntamientos. Algunos casos emblemáticos son los nombres de paradas de metro o de plazas céntricas, que empiezan a juntarse con marcas de grandes corporaciones.

Simone Belli - Proyecto King's Cross Central2

Elaboración fotográfica de cómo será Granary Square (Londres). Photograph: King’s Cross Central

Los centros de las ciudades se convierten en territorios ambiguos, entre lo público y lo privado. Las mismas prácticas sociales que se instauran tienen también consecuencias ambiguas: los transeúntes se hacen preguntas del tipo ¿dónde empieza el suelo privatizado y acaba el suelo público?, ¿hasta dónde llega mi libertad para usar este espacio y dónde termina?

No es fácil saber dónde empieza lo privado y acaba lo público si el suelo que estamos pisando pertenece a esta nueva definición de espacio ambiguo. Se trata de un espacio abierto al público, pero propiedad de organismos privados, dando lugar a la formación de espacios casi-públicos. Son el escenario futuro de las plazas más emblemáticas de nuestro planeta.

Las instituciones están haciendo difícil saber qué espacios públicos son adquiridos por entes privados. No se permite a la ciudadanía saber con facilidad qué suelo público está privatizado. Existe un camino tortuoso para acceder a esta información, dependiendo del ayuntamiento responsable de proporcionarla: en algunos casos, hay que pedirlo de manera formal a las autoridades competentes, atravesar procesos burocráticos, pagar tasas para la obtención de tal servicio, y otras tantas estrategias que complican la obtención de esta información para las ciudadanas.

En el Reino Unido, esta información se podrá obtener de primera mano, con acceso abierto a toda la población a través de Internet. Gracias a la iniciativa del periódico The Guardian, se está trazando un mapa colaborativo de los territorios identificados como ‘privados’ a través la plataforma digital n0tice[1] o mediante el hashtag #keeppublic. Los usuarios pueden mapear el territorio inglés de primera mano a través de fotos, informaciones y documentos[2]. Se está creando un mapa colaborativo para identificar calles, parques, plazas o playas privatizadas. Los organizadores de tal iniciativa informan de que este mapeo no está hecho para alarmar a la población, sino simplemente para identificar e informar sobre espacios privatizados, y así sensibilizar la ciudadanía a la hora de pisar suelo ‘público’.  Otra vez más, es posible ver cómo una plataforma online alcanza una convocatoria masiva y abierta a la hora de movilizar y empoderarse del territorio. Una manera de reapropiarse de algo que era de las ciudadanas, y que ahora parece ya no estar en sus manos, y sobre todo, a sus pies.

Simone Belli - Espacios publicos privatizados en Londres2

Ejemplo de mapeo de los espacios públicos privatizados de la ciudad de Londres. Para un mapa completo del Reino Unido, abrir el siguiente enlace: http://ow.ly/pwsXc

Según Naomi Colvin, activista de #occupy, “las nuevas plazas privatizadas están diseñadas según una determinada visión de la sociedad en que las ciudadanas trabajan o compran. En el momento en que ya no están trabajando o comprando, entonces es cuando se irán a los restaurantes”. Con esta perspectiva crítica e irónica se puede entender cómo las plazas se convertirán en otros lugares de ocio más, donde ya no queda espacio para reunirse, discutir, protestar.

Podemos imaginar, y en algunos casos ver con nuestros propios ojos, que estas plazas casi-públicas se parecen bastante a las casi-plazas que se encuentran en los cines multisalas en las afueras de las ciudades. Sitios donde los consumidores se encuentran entre película y película,  haciendo cola para las palomitas y esperando a las personas que todavía no han llegado. Las plazas privatizadas se pueden convertir en un gran contenedor de restaurantes de comida basura, de terrazas idénticas, de elementos verdes sin olores, de una limpieza artificiosa y de una basura dominguera. Una plaza vivida, pisada y ocupada se convertirá en puro paisaje arqueológico.

Gracias al movimiento occupy, hemos asistido a varias reapropiaciones públicas de estos emblemáticos lugares urbanos. Las plazas han sido espacios abiertos al diálogo en las polis de la Antigua Grecia y centro de congregación y de quedada de las principales actividades de las ciudadanas de hoy en día. El 15M, por ejemplo, fue un movimiento que marcó un antes y un después respecto a lo que significa una reapropiación pública de un suelo público. Un espacio que se planteaba como público, pero que con estas prácticas se descubrió que de público ya no tenía mucho. Un espacio común y abierto a todas, según la opinión general, o en todo caso que parece serlo hasta que una descubre todo lo contrario. En el momento en que te reúnes sobre este suelo, cuando te echan, te golpean, te detienen y al final te niegan este espacio, entonces es cuando se empieza a dar una resignificación del concepto de público:

Simone Belli - twitter2

La pregunta que nos hicimos después del desalojo de Puerta del Sol y de otras tantas plazas en el resto del mundo, comparte la misma cuestión que plantea el tweet de @JaviCTW: ¿por qué son desalojadas ciudadanas de un espacio público que está justamente diseñado para estos tipos de prácticas (manifestar/protestar/hacer asambleas/etc.)? Si un espacio es definido como público significa que está abierto a la ciudadanía, y entonces, ¿por qué algo que es público de repente se cambia de nombre y se privatiza sin pedir el consentimiento a la misma ciudadanía?

Una reapropiación pública del espacio es una herramienta social para intentar visibilizar lo que está ‘en riesgo de extinción’, una especie a proteger.

La plaza en el imaginario social es un espacio que puede ser vivido, paseado, pisado, ocupado, pero nunca puede ser vendido. Nunca hemos oído hablar de plazas compradas o adquiridas, estas acciones siempre se refieren a edificios, casas, tiendas, una galería, o incluso una calle privada. Pero las plazas, no. En el momento en que pensamos en plazas vendidas o compradas por entes privados o corporaciones, de repente pensamos en galerías comerciales, centros comerciales y plazas comerciales.

No podemos dejar trazas de nuestra presencia como ciudadanas en un espacio de este tipo, es una característica que no le pertenece a una plaza privatizada. Un ejemplo es lo que pasó en las horas después del desalojo del 15M en Puerta del Sol: el personal de limpieza del ayuntamiento de Madrid vino para barrer, echar agua, desinfectar, para que los residuos de la acampada no dejaran rastros en los ladrillos de la plaza. Intentando borrar todo lo que en aquella plaza sucedió los días anteriores, pensando que con fregar el mundo offline sería suficiente. No se quería dejar signos, antecedentes, de memoria física en la plaza. Pero lo que se notó es que, aunque el mundo físico de la plaza quedó bien limpio, hay una plaza y una Puerta del Sol en que sigue siempre existiendo una acampada, o por lo menos el recuerdo de aquellos días y noches de reivindicación y reapropiación.

Simplemente, al pasear por la plaza, entre Dora la Exploradora y las ofertas de El Corte Inglés, se puede sentir y ver centenares de voces, pancartas e infraestructuras que siguen presentes en nuestra vida. No se necesita monumento o una placa para eso, con pasear ya es suficiente.  El antecedente queda en nuestra memoria, sabemos que si funcionó una vez, se puede repetir y volver a hacerlo. Incluso se podría mejorar esta práctica de reapropiación pública.

Por esta razón, hay una clase política que está buscando otra solución para las futuras manifestaciones o protestas que vendrán. Una estrategia para prevenir o modificar algunas de las posibles dinámicas que el movimiento occupy ha generado es la de privatizar el espacio público. Las calles, los parques, las plazas y cualquier espacio abierto está siendo redefinido como espacio privado después de una transformación, una restructuración y una ‘limpieza’ arquitectónica. Se trata de una fase de estandarización que sucede tanto en Madrid como en Londres, que se caracteriza por un cronotopo constituido por patrones similares de repetición de las mismas pautas para privatizar el suelo público. Este cronotopo, es decir el tiempo y el espacio que constituye cada experiencia, según Mikhail Bakhtin, nos ayuda a explicar el hecho de que cualquier cambio o transformación social sucede como producto de un determinado contexto histórico.

Después de las movilizaciónes de occupy, se empiezan a instaurar prácticas de privatización del espacio público con características casi idénticas entre sí, de esta manera es posible entender el concepto de autoría en el cronotopo. Gracias al cronotopo podemos reconocer por ejemplo al autor de un texto, simplemente a partir de unas páginas de su obra, o el artista de una pintura, simplemente por un detalle particular. Y podemos reconocer un proceso de privatización del espacio público simplemente por algunas prácticas que se replican en un determinado intervalo de tiempo en un espacio concreto. Entre otras, se podrían enumerar algunas características para intentar contestar a la pregunta siguiente: ¿cómo reconocer si una plaza es privada o pública?

  • Aparecen terrazas de un comercio privado dode antes no había;
  • Lo mismo pasa con los carteles con anuncios publicitarios o de ofertas especiales de los comercios alrededor de la plaza;
  • La plaza empieza a perder identidad poco a poco, puede estar en obras, se está cambiando alguna de sus infraestructuras (bancos, fuentes, etc.);
  • Le cambian el nombre o le añaden otro nuevo. O simplemente la gente empieza a denominar la plaza por algún comercio que ha robado la identidad a la misma plaza;
  • Se dan dificultades estructurales para que la gente se pueda reunir, organizarse, debatir, hacer un asamblea o manifestarse debido a todos los objetos descritos en los primeros tres puntos;
  • Se convierte en un cementerio cultural, donde la memoria recuerda que algo pasó, sucedió allí, pero que los letreros de comida rápida por 4.99€ intentan ocultarlo o confundirte;

El intervalo de tiempo entre esta transformación del espacio público no es lento ni rápido, simplemente va de acuerdo a los tiempos modernos, se ajusta perfectamente a las dinámicas en que estamos viviendo las transformaciones cotidianas y urbanas hoy en día. Cada ciudad tiene tiempos, dinámicas, contextos y actores diferentes, por esta razón resulta imposible comparar Madrid con Londres. Pero sí es posible diseñar esta trayectoria y ver cómo pautas y patrones se repiten de la misma manera y en la misma forma. Gracias al cronotopo, podemos ver cómo nuestras plazas se han transformado, están cambiando y perderán su identidad. Un antes, un ahora y un después que se puede describir por la autoría de la privatización del suelo público. Por esta razón, hay puntos que he dejado en blanco en esta descripción del cronotopo y que vendrán a ser los pasos que sucederán después.

Simone Belli - Obras de Granary Square en Octubre 2013 2

Obras de Granary Square en Octubre 2013

Un paso sucesivo sería intentar imaginar cómo concurrirá el futuro del movimiento occupy en estos nuevos escenarios urbanos. ¿Qué harán los privados una vez que las ciudadanas utilicen sus nuevos espacios? Se podría llegar a una conclusión legítima que consiste en que probablemente negarán el derecho de entrada al ‘público’, cerrando las franjas de la ciudad que permiten la entrada a estas plazas. ¿Es esta la estrategia de la clase política para solucionar futuras ocupaciones de plazas? Parece ser que la incapacidad de la clase política para contrarrestar el movimiento occupy en su potente capacidad de convocatoria, de organización y de empoderamiento en el mundo online, es intentar poner nuevas barreras en el mundo offline.

Se dificulta el acceso a las ciudadanas a estas plazas casi-públicas para que ya no tengan espacios en el centro de la ciudad donde expresar su malestar de manera tan pública y visible. Privatizar espacios públicos es un arma política para prevenir futuras reapropiaciones públicas. Espacios casi-públicos donde sus propietarios no tienen que ofrecer ningún tipo de explicación a la hora de desalojar manifestantes o gente que simplemente ‘no quieren’ en su territorio. Una excelente excusa para detener, desalojar, sancionar a las futuras generaciones que quieran hacer público su derecho a manifestarse en la plaza.

Probablemente, en un futuro no muy lejano nos concentraremos en Puerta del Sol o Paternoster Square antes de avisar como es debido a Vodafone o Mitsubishi para que nos abran las puertas y nos dejen sus espacios para unas cuantas horas el sábado por la tarde. Vender y comprar suelo público nunca ha sido tan rentable y provechoso como hoy en día. Por esta razón, lo que se está haciendo en estos días en Reino Unido resulta comprensiblemente ser una buena estrategia para sensibilizar a la ciudadanía sobre estas dinámicas tan actuales. Mapear y controlar la privatización del suelo público por parte de la misma ciudadanía representa un buen ejercicio de ecología urbana y de hacer visible algo que se intenta ocultar. En pleno proceso de privatización del suelo público, resulta fundamental entender las pautas que constituyen este cronotopo e intentar delinear cuáles serán los siguientes pasos de este movimiento de privatización, para intentar pensar cómo será posible volver a reapropiarse públicamente de las plazas después que estas hayan sido vendidas, compradas y modificadas. La privatización de suelo público, aunque se produzca en tiempos y espacios diferentes, sigue unos mismos patrones y objetivos comunes a pesar de las diferencias contextuales. El estudio de estos patrones es necesario para comparar distintas realidades y elaborar una estrategia común de resistencia.

Simone Belli - We sell the world2


[1]Para más información sobre esta iniciativa: http://privatepublicspace.n0tice.com/

[2]Un buen ejemplo de lo que significa mapear el territorio privatizado: https://www.google.com/fusiontables/DataSource?docid=1lrNKscwda7NNc9rrq_Si9dhBqZAbv1Cv2Bx-o7s

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About The Author

Simone Belli

Profesor en el Departamento de Ciencias Sociales e Innovación en Yachay Tech. Doctor en Psicología Social (Universidad Autónoma de Barcelona), ha sido Investigador postdoctoral en la Universidad Carlos III de Madrid, profesor visitante en las universidades de California-San Diego, Georgetown, Manchester, San Diego State University y Autónoma de Madrid, entre otras. Ha sido profesor invitado en la Università di Bergamo (Italia) y en la University of Helsinki (Finlandia) como profesor de la Escuela de Verano en el curso "Emotions and Interculturality". Su investigación consiste en entender por qué las emociones tienen una fuerte relación con el lenguaje y cómo es posible expresar estas emociones en los espacios online/offline y públicos/privados.

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