Los días 26 de mayo y 3 de junio tuvieron lugar las presentaciones de la nueva publicación de CISMA Editorial en Madrid, La ciudad negocio. Turismo y movilización social en pugna. Un libro de primavera que llega en primavera, como señala Isabel Rodríguez Chumillas en el prólogo, la que antecede al verano y al principal período vacacional.
La de mayo se celebró en Intermediae-Matadero y sentó en la mesa de debate, junto a la autora del libro, al Concejal del Distrito Centro de Madrid, Jorge García Castaño, y a Yayo Herrera, representante de la respuesta cívica desde el ecologismo, los feminismos y el decrecimiento. De esta forma, se contrapusieron las visiones de dos actores políticos que operan en la ciudad y en la construcción de espacio urbano: la institución pública y los movimientos sociales. La segunda presentación, la de junio, fue en la librería Traficantes de Sueños. En este caso, fueron la propia autora y la prologuista las que hablaron sobre el libro y sus contenidos, pero también se charló sobre la creación de conocimiento y el papel de la academia en este sentido, y de la trayectoria investigadora que ambas mujeres han desarrollado de forma conjunta.
La ciudad negocio trata sobre la construcción social del espacio urbano, sobre la urbanización del territorio. Indaga sobre qué leyes, escritas y no escritas, gobiernan en la trasformación del territorio, cómo son las sociedades que crean las formas espaciales o los paisajes que vemos y experimentamos, qué agentes son los dominantes en dichas trasformaciones, y a quién benefician o perjudican. Un comprender de la complejidad territorial y lo desmesurado de la ciudad contemporánea en el que ya no sólo importa la materialidad de los procesos, sino también las subjetividades que se ponen en juego. Y lo hace utilizando al turismo como agente dominante que opera, ya desde hace tiempo, en esa reconfiguración del espacio.
El turismo es un buen indicador para mirar el mundo, para observar el diálogo entre lo material y lo subjetivo, entre lo que se ve y lo que no se ve. Es, como se expone en el libro, un dispositivo de saber-poder neoliberal con una gran capacidad para reconfigurar la ciudad y los territorios en general. Nuestro país lo ha experimentado bien; son ya demasiadas muchas décadas de turistización de las costas y de especialización económica en este sector. Los grandes datos convencen, alta contribución al PIB y al empleo, consiguiendo situar al turismo como una pieza clave de las políticas públicas y de la planificación territorial, habilitando nuestras ciudades para la visita y el consumo que requiere la práctica turística. Sin embargo, de lo que no se habla tanto es de los impactos negativos que provoca. Porque el turismo, no sólo trasforma física y económicamente los territorios, sino también maneja muy hábilmente los imaginarios individuales y colectivos, las conductas y las identidades, apropiándose de los patrimonios comunes, tangibles e intangibles, para convertirlos en productos comercializables. Contribuye, por tanto, al saqueo de los territorios.
El asunto es complejo y no está exento de contradicciones y ambivalencias. Según los discursos oficiales basados en la generación de riqueza y empleo, el turismo da vida a los territorios. Sin embargo, y a la vez, puede llegar a matarlos cuando la apropiación de esos patrimonios comunes, con la excusa de la riqueza y el empleo, es intensa y falta de ética.
Y qué decir del viaje. Quién duda de la belleza del viaje que surge de esas ansias de conocer intrínsecas al ser humano y que nos lleva a querer explorar otros lugares, culturas, otras gentes. Un viaje que el turismo ha convertido en un producto de masas pero, a la vez, en exclusivo. Porque el turismo no es accesible para todos. El planeta está dividido entre unos pocos que compatibilizan su status de residente con el de turista, y los que son eternamente residentes y, por tanto, receptores por necesidad de los que llegan. La libertad de movimiento no es igual para todos. Mientras el turismo crece para los pudientes, los escenarios fronterizos se incrementan a lo largo del mundo. Lo estamos viendo con crudeza en los tiempos actuales. Por eso la coda que cierra el libro, un viaje a un territorio fronterizo y cercano como es Melilla.
El turismo es, por tanto, generador de injusticia territorial. Y en esa apropiación de los comunes, para hacerlos productos vendibles, puede encontrarse con movimientos de oposición, con resistencias. En nuestro país se enfrentó por primera vez a mediados de los años ochenta a movimientos ciudadanos de oposición ecologistas. Se denunciaba el modelo de ocupación urbanística del litoral iniciado de forma masiva en torno a 1960 y que devoraba rápidamente los ecosistemas costeros. Aquellos movimientos de oposición consiguieron salvar algunos pedazos de patrimonio natural que hoy figuran, como islas entre mares de urbanizaciones, en los catálogos de espacios protegidos. Hoy asistimos a un nuevo ciclo de movilización social y, entre la diversidad de luchas que se observan, encontramos algunas explícitamente dirigidas contra esa apropiación de los patrimonios comunes y contra los efectos que la práctica turística masiva tiene sobre las vidas cotidianas de la gente. Véase, por ejemplo, el caso de las protestas en la Barceloneta hace dos años o las más recientes en Mallorca e Ibiza.
La pregunta es si seremos capaces de frenar estas dinámicas que hemos consensuado desmesuradas, injustas y equivocadas, o al menos, de construir espacios de autonomía dentro de la ciudad neoliberal. También si podremos lograr las resistencias necesarias frente al poder económico, no sólo desde las bases sociales, sino también desde las instituciones públicas, haciendo uso de su potestad en materia urbanística y planificadora para adoptar decisiones de prevalencia que ponderen el verdadero interés general ciudadano frente al del capital. El capítulo cuarto sobre la respuesta cívica que incluye el libro, pretende demostrar que las aún puntuales iniciativas ciudadanas que proliferan en nuestras ciudades son espacios de aprendizaje para otra manera más colectiva de construir ciudad. Son espacios de resistencia que se activan y articulan hoy en torno a los repertorios patrimoniales, a los comunes, los que devienen en estrategia política.
Como Cisma, la editorial que publica este libro fronterizo, un espacio de resistencia y un “nuevo brote en este mundo”, como se dice en el prólogo. Es un lugar en el cual la transformación social se materializa en cada una de las letras que componen el libro, en sus solapas y en su portada, en fin, en todos los pequeños rincones que lo conforman. Es la materialización de la lucha ideológica y cultural contra el salvaje capitalismo, ese que intenta transformarnos en seres cada vez más ignorantes e inhumanos. Hay quien se acerca a esta pequeña editorial y le insinúa publicar otros textos, menos feroces, más vendibles. Pero Cisma sigue empecinada en publicar herramientas políticas disidentes que puedan forjar y forzar ese cambio tan necesario. Por ello, las autoras y autores que elige son energéticos beligerantes de la batalla de las ideas, personas reconocidas y anónimas, todas juntas en esta hermosa empresa. Con una característica en común, son malditas. Están silenciadas y apartadas por su opinión antagónica. Y por ello los edita, porque hacen crecer el proyecto político persistentemente.
El objetivo de Cisma es producir pensamiento para apropiarse del conocimiento, conseguir vencer al establishment cultural. En un mundo que valora más el beneficio económico especulando con la cultura, Cisma dice no. Su único beneficio es poner al servicio del pueblo una cultura de resistencia, algo que, por cierto, no tiene precio (usando una referencia barata de la mercadotecnia bancaria). La recompensa será ver a un pueblo crítico, culto e informado, nunca manipulado, que pueda emprender su propio camino hacia su emancipación. Se dijo ya a comienzos del siglo pasado, la verdad es siempre revolucionaria. Y ahí está Cisma y están otros espacios de resistencia, gritando verdades a través del papel, de ese fino papel que se puede arrancar, se puede llenar de pensamientos mientras se lee, se puede volver a leer y a discutir.
La editorial y este libro van dejando huella. Son una aportación al conocimiento y entendimiento de la compleja contemporaneidad y al ansiado cambio social.
Imagen de portada: Protestas en la Barceloneta, verano de 2014. Los vecinos denuncian la afectación de sus vidas cotidianas por el turismo