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Significación e identidad del manicomio en la ciudad

Victoria Sedkowski Nowak 20 febrero, 2020

Existe una amplia bibliografía sobre el interior del manicomio, que muestra sus entresijos y denuncia sus condiciones y funcionamiento desde diferentes disciplinas y acercamientos, pero los estudios sobre el exterior del mismo, su vínculo con la ciudad y el entorno en el que se ubica, son menos numerosos. Hay quienes han tomado el manicomio como un no-lugar [i], desde la perspectiva del interno, que quedaría convertido en una no persona: recluido y privado de sus derechos más básicos como ciudadano, en un sitio del que no se siente parte y espera abandonar cuanto antes [ii]. Esta definición, sugerente tanto desde un prisma teórico como de cara a la práctica clínica y asistencial en estas instituciones, considero que es más problemática desde el punto de vista del externo. Profundizar en la relación que los «cuerdos» mantienen con ese lugar que esperan no pisar nunca es el principal objetivo y motivación de este trabajo.

Es importante tomar en cuenta que, como Marc Augé afirma [iii],

El lugar y el no lugar son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca totalmente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación (p. 84).

Ninguno de los dos existe de manera «pura». Los hospitales psiquiátricos, como ya he mencionado, cumplen parte de las características de los no-lugares, pero no íntegramente ni desde todos los enfoques: esta calificación dependerá de los usos y significados que los usuarios –en sentido amplio, desde el interno hasta el vecino que pasa cada día a su lado– le otorguen. No son pocos los estudios sobre estas instituciones que las han señalado como sitios colectivamente simbolizados por los ciudadanos, aunque sea de forma negativa, como lugares de exclusión, del exilio donde lo «socialmente irresistible» [iv] queda apartado. Representarían la amenaza, por un lado, y la garantía, por otro, del mantenimiento de la norma social vigente. Y cumplirían, así, también una función de identificación por oposición: nosotros somos los cuerdos porque allí dentro están ellos, los locos. Locos que, a su vez, comparten la misma relación de no-pertenencia y no-identificación con el rol prescrito, forzosamente arrollada, convirtiéndose el manicomio en el lugar de nadie. En este trabajo desglosaré las diferentes significaciones e identificaciones que construían los ciudadanos referentes al caso concreto del Instituto Mental, discutiendo posteriormente la pertinencia de su clasificación o no como «lugar». 

Las relaciones persona-entorno son eminentemente interaccionales, se construyen socialmente en influencia recíproca: producida, reproducida y modificada por las prácticas cotidianas discursivas compartidas [v]. Estas construcciones tienen, a su vez, consecuencias políticas y estratégicas sobre los elementos materiales y del entorno al que refieren, influyendo sobre los vínculos, las relaciones y los usos que se establecen. Los procesos sociales y psicológicos que conectan persona y entorno son retóricamente disputados, y siempre disputables, evolucionando históricamente en función del contexto cultural e ideológico: «estudiar los desarrollos comunitarios como si sucedieran en un vacío sociológico carece de sentido» [vi].

Dos imágenes del proceso de urbanización de los alrededores del Instituto Mental de la Santa Cruz de Barcelona en los años sesenta y los años setenta

Situándome en este marco teórico y con el objetivo de estudiar los discursos que articulan estos procesos, esta relación de los ciudadanos con el manicomio, y las funciones simbólicas e identitarias que desempeña, me centraré en el antiguo Instituto Mental de la Santa Cruz de Barcelona, dependiente del Hospital General de San Pablo y la Santa Cruz. Construido entre 1885 y 1915 en el distrito periférico de Nou Barris, fue clausurado en 1987, un año después de la implementación de la Ley General de Sanidad que integraba la atención a la salud mental [vii]. Desde los años setenta hasta su cierre fue escenario de múltiples huelgas y protestas protagonizadas por el personal del mismo, influido en parte por la llegada a España de las corrientes psiquiátricas críticas, antipsiquiátricas y anti-institucionales procedentes de Italia, Reino Unido y Francia, principalmente. Estas movilizaciones tenían como motivación, por un lado, la mejora de las condiciones laborales del personal y asistenciales de los internos, reclamo que compartían con otros centros del territorio nacional; por otro, el rechazo al desmantelamiento y derribo del Instituto Mental para la especulación con sus terrenos, cada vez más céntricos en una ciudad en expansión. El conflicto del Mental contó, además, con un gran apoyo vecinal, que se oponía fervientemente al derribo del manicomio. El Instituto Mental me interesa en tanto que el objeto de mi estudio es la relación de las personas con su entorno, concretamente con la institución del manicomio que forma parte del mismo, y en este caso específico existe la particularidad de que los vecinos y ciudadanos de la zona se implicaron en todo un movimiento de defensa del Instituto. Esto supone que tengo a mi disposición publicaciones de prensa, incluyendo cartas de los lectores y entrevistas, que recogieron este fenómeno y me permiten analizar este vínculo en el período de 1970-1987 desde el presente.

A través del estudio exhaustivo de los textos publicados en periódicos y revistas –la Vanguardia (circulación diaria), Triunfo (circulación semanal), Ajoblanco y el Viejo Topo (circulaciones mensuales)– a lo largo de aquellos diecisiete años, analizo el vínculo del manicomio de la Santa Creu con su entorno, su producción y su evolución, poniendo de manifiesto las contradicciones y las tensiones que atravesaban los discursos en el particular contexto del tardofranquismo y la transición en Barcelona. La prensa siguió el desarrollo del conflicto e interpeló a la sociedad y a los propios afectados, que paulatinamente fueron tomando conciencia de la situación y posicionándose. Aunque sometida a censura, sobre todo los primeros años, pueden rastrearse en ella elementos clave y manifestaciones ideológicas [viii] –los medios nunca son neutrales– que permiten reconstruir los principales discursos en funcionamiento. Además, la reforma psiquiátrica, al no haber estado abiertamente politizada, no era un tema tan delicado ni levantaba tantas ampollas como otros conflictos laborales o huelgas, y el control mediático era menor [ix].

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Trabajo realizado en el marco del Proyecto HAR2015-66374-R (MINECO/ FEDER)


La imagen de portada es del Instituo Mental de la Santa Cruz de Barcelona antes de los años ochenta.


[i] Siguiendo la definición del antropólogo francés Marc Augé: «Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni como relacional, ni como histórico, definirá un no lugar» ([1992]2017, p. 83).

[ii] Huertas, Rafael (1995). El papel de la higiene mental en los primeros intentos de transformación de la asistencia psiquiátrica en España. Dynamis, 15, 139-209.

[iii] Augé, Marc (2017). Los no lugares. Espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa. (Orig., 1992).

[iv] García, Ramón (1979). ¡Abajo la autoridad! Ciencia, manicomio y muerte! Barcelona: Anagrama.

[v] Di Masso, Andrés; Dixon, John, y Durheim, Kevin (2014). Places, identities and geopolitical change: Exploring the strengths and limits of identity process theory. En Rusi Jaspal y Glynis Breakwell (eds.), Identity process theory: identity, social action and social change (pp. 270–295). Nueva York: Cambridge University Press.

[vi] Elias, Norbert, y Scotson, John L. (2016). Establecidos y marginados. Una investigación sociológica sobre problemas comunitarios. México: Fondo de Cultura Económico. (Orig., 1965).

[vii] Comelles, Josep M. (2006). Stultifera navis. La locura, el poder y la ciudad. Lleida: Milenio.

[viii] Empleo el término ideología en un sentido no-marxista: no asumo la oposición ciencia-ideología, sino que tomo este término como la condición necesaria e imprescindible a través de la cual un actor consciente se relaciona con el mundo, aquello que permite dar una interpretación y un sentido a la realidad, que la configura necesaria e inevitablemente (Göran Therborn, 1987, La ideología del poder y el poder como ideología. Madrid: Siglo XXI).

[ix] González de Chávez, Manuel (comp.) (1980). La transformación de la asistencia psiquiátrica. Madrid: Editorial Mayoría, Asociación Española de Neuropsiquiatría.

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About The Author

Victoria Sedkowski Nowak

Psicóloga por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Intervención e Investigación Psicosocial por la Universidad de Barcelona. Miembro del Grup d'Historia de Nou Barris.

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