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Humos urbanos

Ramón Ribera-Fumaz 28 mayo, 2013

 Cita 01Hace poco, en un mismo día me crucé con tres fotografías. La primera, una  fotografía tomada este invierno en Atenas que mostraba una ciudad cubierta por el humo. La segunda imagen fue un cuadro de Laurence Lowry llamado the Football Match, pintado en 1949,  donde se ven unas personas jugando al fútbol en frente de unas factorías donde sale humo. Finalmente, un colega en el trabajo me mostró sus imágenes de paisajes urbanos tomadas con una cámara estenopeica. Uno de los efectos de esta cámara de larga exposición es convertir el movimiento en humo que recorre la fotografía (ver arriba). En las tres imágenes, el humo (tanto real como metafórico) es una parte indispensable del paisaje urbano.

Pero cuando uno va al diccionario, la definición de humo es meramente la de un proceso bioquímico: mezcla de gases producida por combustión que arrastra partículas en suspensión. No dice nada del humo urbano (cosa que era fácil de esperar). Pero de humo urbano hay mucho.

Cita 02

Hay mucho metafórico. El urbanismo del star-system de la arquitectura, el modelo de ciudad construido y promocionado en las últimas décadas, su arquitectura milagrosa (Moix, 2010), han sido humo, o al menos se han vendido como tal. Humo como nos vendieron con la Ciudad de las Ciencias en Valencia; humo como el Fórum de las Culturas en Barcelona; humo como la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela; humo como la Isla de la Cartuja en Sevilla; humo como los suburbios fantasma alrededor de Madrid; humo como Eurovegas en Barcelona y Madrid, etc. Un humo vendido con la falsa fetichización del ladrillo, del espacio físico que produciría interacciones sociales virtuosas por el solo hecho de existir. Promesas de ciudades creativas, competitivas, innovadoras que traerían puestos de trabajo, mejores entornos y edificios, que se quedaron en lo que realmente eran, especulación inmobiliaria, y que han traído consigo deudas, imputados, desigualdad, desahucios, grandes infraestructuras fantasma y grúas abandonadas.

Cita 03

Pero si con la crisis este humo se desvaneció para reflejar lo que realmente se estaba cociendo, hay nuevos humos urbanos. Cortinas de humo basadas en humos reales: en el humo de la polución, el que refleja una de las grandes preocupaciones del urbanismo actual, el cambio climático, el exceso de CO2 y otros gases y partículas contaminantes.

En el urbanismo, el cambio climático es el que dirige y cataliza nuevos modelos de ciudad con conceptos como eco-ciudades, ciudades inteligentes, arquitectura sostenible, etc. Estas soluciones combinan normalmente dos grandes discursos, que en muchos sentidos son antagónicos. Por un lado, tenemos los que proponen que la solución reside en copiar la naturaleza, mimetizarla, convertir la ciudad en naturaleza, en representaciones -en muchos sentidos, románticas-  que quieren volver el hombre a una relación más próxima, ya sea en contraposición o con la ayuda de las nuevas tecnologías.  Por el otro lado, se proponen visiones, normalmente acompañadas de una fe ciega por las tecnologías, que buscan proteger la ciudad de los retos y amenazas de la naturaleza. Estas dos visiones son tan viejas como el urbanismo moderno: controlar la naturaleza a través de la infraestructura y la tecnología, y a su vez, añorar lo rural  -ahora desaparecido-, el pasado feliz en la naturaleza. Y como apunta Simon Guy (2011: 220), “el resultado son ideas bastante contradictorias y confusas sobre los edificios y las naturalezas”.

Pero más allá de antagonismos y confusiones, las dos visiones tienen en común que reproducen de forma más o menos sofisticada la división entre naturaleza y sociedad, entre lo urbano y lo natural. En una. la intervención del hombre es el problema; en la otra, la naturaleza es el peligro.

Cita 04

Pero, ¿cuándo empieza lo urbano y la naturaleza termina? En la ya famosa y provocadora cita, David Harvey (1996: 186) respondía con “no hay nada innatural en Nueva York.” Es decir, que distinguir entre naturaleza y sociedad es falso. Y en el humo de Atenas o en el cuadro de Lowry, no hay nada que no sea natural, es humo urbano.

El humo de Atenas provenía de las calefacciones de leña (biomasa para los más hipsters) improvisadas por muchos atenienses al no poder pagar la factura de la electricidad. Eran imágenes impactantes que reflejaban el drama que la crisis y las medidas draconianas impuestas por las elites tienen sobre la mayoría de la población. El humo era señal de disrupción, de alerta sobre algo que no funcionaba. El humo de la foto no dejaba de ser un producto de una reacción química siguiendo las leyes de la naturaleza. Pero también es social,  su origen, historia y evolución pasa desde los mercados financieros globales a la integración económica y monetaria europea y al uso de la factura de la electricidad como mecanismo seguro por parte del gobierno griego para recaudar impuestos aunque no tengan relación con el consumo de energía. Estos procesos, además, transforman no tan solo las socio-naturalezas urbanas (p.ej. aumento de la polución), pero también fuera de la ciudad, donde la deforestación ha aumentado.

Por su lado, Lowry (1887-1976) se distinguió por pintar paisajes, pero sin seguir la larga tradición de pintar campiñas del paisajismo inglés. Por el contrario, Lowry pintaba paisajes urbanos que observa en Salford (Manchester) y sus alrededores. Paisajes de factorías con gente entrando y saliendo, de los espacios urbanos de la clase trabajadora, etc. En todos ellos encontramos escenas de la vida urbana cotidiana como en el cuadro del partido de fútbol, y siempre aparece el humo de las factorías, de las chimeneas de las casas, o el cielo es gris (no tan solo por el clima nuboso del norte de Inglaterra). Aquí, el humo no es impactante o disruptivo, es cotidiano, un elemento más de la ciudad moderna y de las condiciones duras de vida para la mayoría. El humo es señal de que algo sí funcionaba (aunque no todo). Un humo que empieza en la extracción de carbón en el Yorkshire y de los campesinos escoceses que emigraron al sur al cerrarse las tierras comunales que les permitían vivir, que se produce en las factorías donde empezó la revolución industrial y generaron la revolución urbana de los últimos siglos.

En ambos casos, siguiendo el humo, como podríamos seguir otros flujos socio-naturales como el agua o la energía, pasamos, como dice Maria Kaika (2005: 25),

con continuidad de lo local a lo global, de lo humano a lo no humano. Estos flujos nos narrarían de manera interrelacionada las historias de la ciudad: de su gente y de los poderosos procesos socio-ecológicos que produce lo urbano (completado con sus espacios de privilegio y exclusión, de participación y marginalidad); de ratas y banqueros; de enfermedades y especulación de tripas de cerdo; de transformaciones químicas, físicas y biológicas; de cambio climático y lluvia ácida; de flujos de capital y de estrategias de constructores; de planos implementados por ingenieros, científicos y economistas. Todo ello nos haría la historia de la ciudad de los flujos.

Y en esta ciudad de los flujos (o humos), no hay división entre lo natural y lo social. No nos tenemos que proteger de la amenaza de la naturaleza ni tenemos que volver a ella, sino cambiar cómo producimos socio-naturalezas urbanas. Y es precisamente lo que uno echa en falta en los diseños de eco-ciudades y ciudades inteligentes, donde el humo desaparece, escondiendo  las relaciones socio-naturales que producen la ciudad, aunque estas continúan existiendo -con sus desigualdades, injusticias y resistencias-.

Por eso, me vengo al humo.

Cita 05

 

Referencias
Guy, Simon (2011), Fluid architectures: Ecologies of hybrid urbanism. En Damian F. White
y Chris Wilbert (eds.), Technonatures, environments, technologies, spaces, and places in
the twenty-first century (pp. 215-238). Waterloo, ON: Wilfrid Laurier University Press.

Harvey, David (1996). Justice, nature and the geography of difference. Oxford: Blackwell.

Kaika, Maria (2005). City of flows: Modernity, nature and the city. Londres: Routledge.

Moix, Llatzer (2010). Arquitectura milagrosa: hazañas de los arquitectos estrella en la
España del Guggenheim. Madrid: Anagrama.

Real Academia Española (2013). Diccionario de la lengua española, Vigésimo segunda edi-
ción. Disponible en www.rae.es

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About The Author

Ramón Ribera-Fumaz

Geógrafo. Director del programa de investigación en transformación urbana en la sociedad del conocimiento del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya. Su investigación se centra en la economía política urbana de las transformaciones tecnológicas, políticas y culturales de la ciudad contemporánea.

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