Las Lamparillas, Fortuna, Murcia, en abandonadosyolvidados blogspot.
Durante la década de los noventa, había una cierta inquietud, política y social, por el abandono de los pueblos de alta montaña, en el Pirineo. Además de la inquietud por el despoblamiento, existía preocupación por el deterioro arquitectónico de las casas de esos pueblos. Sin embargo, podríamos decir que, en el mismo periodo de tiempo, el boom de la construcción transformó, de forma más que significativa, el paisaje, no solamente de los valles pirenaicos, sino de toda la comarca catalana. Así pues, la sobreexplotación urbanística ha sido una característica del modelo económico, turístico y social del territorio catalán, tanto en las montañas como en el litoral.
Hace unos días hice un viaje en coche atravesando todo el litoral mediterráneo. El paisaje, a lo largo de estos casi 1100 kilómetros, fue una combinación de autopistas, de autovías, de carteles de publicidad, de urbanizaciones de cartón piedra fuera de contexto y, sobre todo, de «cementerios urbanos». De repente, en el movimiento, aparecieron estructuras esqueléticas de edificios sin acabar de construir que, directamente, asocié al paisaje de la muerte. Incluso establecí un cierto paralelismo con el cementerio gallego de Fisterra (una de las obras más premiadas y reconocidas de la arquitectura mundial dado que ha recibido más de veinte premios y ha aparecido en más de cuarenta publicaciones). Como en los «cementerios urbanos», lo que caracteriza esta necrópolis son dos características: que está situada en un lugar privilegiado, entre el mar y la montaña, muy cerca del faro de Fisterra (luz guía de los barcos y de los pescadores de la zona), y que está vacía –solo, en alguna ocasión, ha estado ocupada por algún peregrino–.
Cementerio de Fisterra by ondasderuido en Flickr.
Dentro del catálogo de «cementerios urbanos», también podríamos incluir, perfectamente, otras estructuras, edificios u obras arquitectónicas que se han quedado a medio edificar o que, una vez construidas, ahora mismo, no tienen uso. En primer lugar, los aeropuertos de Castellón o Ciudad Real, unas infraestructuras de transporte que tampoco tienen uso. En segundo lugar, algunas infraestructuras de transporte como: la vía del AVE que une Toledo-Cuenca-Albacete, suspendida de servicio a los seis meses de la puesta en funcionamiento, o la autopista de circunvalación M-50 en la Comunidad de Madrid, que pretendía unir urbanizaciones proyectadas pero que, dado el contexto de crisis, se han parado. Seguro que conocéis otros ejemplos, pero, en último término, menciono las infraestructuras deportivas: el Mar Menor Golf Resort, en Murcia, encaja, perfectamente, en este catálogo.
Aeropuerto de Castellón by showbits in Flickr.
Aeropuertos sin usuarios, vías de AVE sin trenes, autovías sin coches, campos de golf abandonados, edificios solo con su «esqueleto», urbanizaciones a medio construir o sin habitar, etc., y, también, el cementerio de Fisterra, son símbolos incómodos y fantasmales de nuestro paisaje cotidiano. Me pregunto si merecen un premio a la ejemplificación de cómo se ha explotado desde las instancias políticas el suelo, de cómo se ha especulado económica y urbanísticamente con los territorios; pero, sobre todo, cuestiono qué coste económico tiene para la sociedad el mantenimiento de estos «cementerios urbanos».
Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a convivir con este paisaje inacabado, homogéneo en ciertas formas arquitectónicas y de muy poca calidad visual. Así pues, lo hemos «normalizado» socialmente dado que ha sido impuesto por las instancias políticas y económicas. Sin embargo, la aparición de esta simbología del «cementerio urbano» en el paisaje cotidiano no deja de ser una expresión más de la caducidad de un sistema económico, político y social más que decrépito.
Ciudad del Golf, Zaragoza by jacilluch en flickr.
El abandono y la decrepitud de estos espacios abandonados o en desuso irá en aumento a lo largo de las próximas décadas pero, con mucha seguridad, no sentiremos ni el mismo anhelo ni la misma preocupación que sentíamos por el despoblamiento de los pueblos del Pirineo que por reconstruir o repoblar la urbanización de Marina d’Or de Castellón (en la actualidad, medio abandonada y a medio construir) u otros «cementerios urbanos» que, sin duda, ya habéis catalogado después de vuestra lectura.
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