El alfoz de la ciudad de Jaén, localizado en los años previos a 1492, como parte de la frontera inmediata con el reino nazarí de Granada, fue protagonista de un largo proceso repoblador, marcado por dos intentos frustrados acometidos tanto en 1489, como en 1508, llevándose a efecto, finalmente, en tiempos de Carlos V, entre 1537 y 1539.

La primera iniciativa tuvo lugar en 1489, cuando el concejo de Jaén obtuvo de los Reyes Católicos una licencia para proceder a la repoblación de una zona ubicada entre el castillo de Otíñar y los márgenes del río Eliche, con el objetivo de fundar una villa en un espacio donde hasta el momento se localizaba un cortijo, conocido como Los Villares, y que tras varias incursiones musulmanas había sido abandonado. Unos años más tarde, en 1494, finalizada la contienda bélica, el cabildo municipal giennense llegó a otorgar a dicho efecto hasta cuatro vecindades, como paralelamente se estaba procediendo a hacer en otros puntos próximos, caso de Cambil. Sin embargo, la iniciativa no fructificó y el proyecto quedó paralizado.

Una década más tarde, en 1507, el concejo de la ciudad de Jaén planteó a la Corona la necesidad de poblar algunos espacios de su alfoz, solicitando la pertinente licencia regia, la cual fue ratificada por la reina Juana, en 17 de marzo de 1508, a través de una real cédula, decretando la creación de siete núcleos en su término, que supondría el establecimiento de un total de ochocientos vecinos.

Las poblaciones se localizarían principalmente en la franja meridional y en menor medida en el oriental del alfoz giennense –caso de El Triana, La Mancha y Torre el Moral-, primando aquellos núcleos establecidos en la denominada sierra de Jaén.

PROYECTO DE COLONIZACIÓN DE LA SIERRA DE JAÉN año 1508

Asentamientos Números de vecinos
Campillo de Arenas 100
Nava el Can 50
Susana y Ranera 100
El Hoyo y Cabañeros 100
Otiñar 50
Cerro el Viento y Los Villares de Eliche 300
El Triana, La Mancha y Torre el Moral 100

Fuente: Elaboración propia

La pretensión del concejo giennense con esta repoblación era doble: por una parte, fijar población estable en el entorno inmediato a la ciudad de Jaén que se encontraba despoblado, para ampliar el control sobre el territorio, introduciendo el concepto de seguridad; y por otra, ante todo, llevar a cabo una verdadera colonización agraria.

Sin embargo, la iniciativa chocó con los intereses de la Mesta local, integrada por un significativo sector de las propias oligarquías municipales giennenses, para el que el establecimiento de colonos en la sierra de Jaén y sobre todo, la consecuente posibilidad de que, junto a él, se procediera a la roturación de las tierras circundantes representaban una grave amenaza para el mantenimiento de sus actividades económicas e intereses. Ante dicha circunstancia se respondió interponiendo un pleito ante la Real Chancillería de Granada contra los vecinos que habian recibido la autorización regia para colonizar las nuevas poblaciones, lo que implicó la paralización del proyecto.

La actuación judicial fue ardua, ya que en 1526 aún se estaban acometiendo diversas diligencias al respecto. De hecho, la iniciativa repobladora no se reactivó hasta la promulgación de un auto por parte de Carlos V el 14 de agosto de 1536.

El proyecto repoblador de la sierra de Jaén fue definitivamente reemprendido entre 1537 y 1539, y ahora sí, acometido con éxito, aunque implicando notables diferencias respecto al plan previo de 1508. La principal, sin duda, la representó la notable reducción de los asentamientos a poblar, que pasaron de siete a cuatro poblaciones.

También varió el número de vecinos previstos a acoger en cada uno de los asentamientos fundados. Así, en Los Villares se redujo la cifra de los trescientos vecinos previstos en 1508 a ciento sesenta y seis, mientras que en Valdepeñas, núcleo que aglutinaría a las fundaciones previstas en 1508 de Susana y Ranera –cien vecinos- y el Hoyo y Cabañeros –otros cien vecinos-, en lugar de doscientas familias, el proyecto retomado en 1537 previó la llegada de ciento cincuenta vecinos, cifra que finalmente se restringió a ciento veinticuatro en la primera entrega de vecindades. Por el contrario, en La Mancha, el volumen de vecinos se incrementó respecto a la decretada en 1508, mientras se mantuvo prácticamente invariable en el caso de Campillo de Arenas. En todo caso, la nota distintiva en este segundo instante es que parece intentarse buscar un equilibrio en las cuatro nuevas poblaciones, ya que todas recibirían un contingente de vecinos muy similar, a diferencia del proyecto planteado en 1508, en el que se fijaba una mayor diversificación entre unos asentamientos y otros.

PROYECTO DE COLONIZACIÓN DE LA SIERRA DE JAÉN años 1537-1539

Asentamientos Número de vecinos
Campillo de Arenas 110
El Baldepeñas 150
La Mancha 150
Los Villares 166

Fuente: Elaboración propia

El proyecto promovido en estos instantes conllevó algunas cuestiones novedosas, las cuales merecen la pena ser destacadas por su significación en el conjunto de la Monarquía Hispánica en estos momentos. En primer lugar, nos encontramos ante un proyecto unitario, que implicó la fundación, al unísono, de cuatro núcleos de población, una circunstancia anómala en estos momentos, al menos en cuanto a la realidad de la Península Ibérica se refiere, a diferencia de lo que sucederá en el siglo XVIII con una iniciativa como la de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena que afectó, igualmente, al reino de Jaén. De hecho, lo único que encontramos en estos años del reinado de Carlos V en la Península son intentos puntuales de repoblación, como representó al inicio de su gobierno, la creación de Vera en 1518 o en una fecha más próxima a la de nuestras poblaciones, el intento de la colonización de Benamejí, en el reino de Córdoba, planteada en 1534, aunque no aprobada finalmente hasta 1542.

La repoblación acometida en la sierra de Jaén en la década de los años treinta del siglo XVI representa, así, sin ninguna duda, el principal programa repoblador que localizamos en el espacio peninsular de la corona de Castilla durante el gobierno de Carlos V.

A pesar de tratarse de un plan unitario, en su desarrollo se aprecia la aparición de dos modelos diferenciados, entre aquellos núcleos fundados en llano –Campillo de Arenas y La Mancha (actual Mancha Real)- y los establecidos en zonas con una complicada orografía –Los Villares y Valdepeñas-, una cuestión apreciable tanto en el trazado urbanístico, como en circunstancias como la mayor atracción para una colonización procedente de localidades inmediatas en el caso de los núcleos establecidos en llano, a diferencia de aquellos ubicados en zonas escarpadas, donde un contingente muy significativo de los nuevos pobladores procedió de poblaciones lejanas, obteniendo una vecindad como privilegio concedido exprofesso por Carlos V. Un comportamiento similar apreciamos al estudiar las actividades económicas de los colonos allegados, que evidencian la prioritaria dedicación agrícola de los núcleos establecidos en llano, mientras que aquellos en alto acogió la concesión de vecindades a favor de un buen número de individuos vinculados a la milicia o a actividades directamente relacionadas con la corte –cantor del rey, sumiller, copero, etc-.

Nota distintiva, también a reseñar en este proceso repoblador, es la existencia de un único artífice para la traza urbana de las cuatro poblaciones: Juan de Reolid.

La cronología de las fundaciones, así como el ideario del trazado de estos núcleos urbanos –con una clara distinción entre el espacio público y privado-, o con la pretensión –no conseguida en todos los casos, pero sí perseguida- de conseguir un trazado ortogonal, parece refutar la teoría de que estos núcleos pudieron servir de modelo para el proceso urbanizador acometido en las Indias Occidentales, abriendo, por el contrario, nuevas vías para el debate sobre si en su trazado pudo llevarse a cabo una transferencia de tipologías a la inversa o simplemente se trató de prácticas paralelas.

Autora: María Amparo López Arandia

Bibliografía

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DELGADO BARRADO, José Manuel,, FERNÁNDEZ GARCÍA, J., LÓPEZ ARANDIA, Mª Amparo, Fundación, repoblación y buen gobierno en Castilla. Campillo de Arenas, 1508-1543, Jaén, Diputación Provincial de Jaén, 2011.

DELGADO BARRADO, José Manuel,, FERNÁNDEZ GARCÍA, J., LÓPEZ ARANDIA, Mª Amparo, Las nuevas poblaciones del Renacimiento. Los Villares (1508-1605), Jaén, Diputación Provincial de Jaén, 2013.

DELGADO BARRADO, J. M., LÓPEZ ARANDIA, Mª. A. y RAMÍREZ DE JUAN, Mª. E.: “Fundación de ciudades en Andalucía y su proyección hacia América (siglos XVI-XVIII)”, en DELGADO BARRADO, PELIZAEUS, L., TORALES PACHECO, Mª. C. (eds.), Las ciudades en las fases transitorias del mundo hispánico a los Estados nación: América y Europa (siglos XVI-XX), Madrid, Frankfurt, México, Iberoamericana-Vervuert-Bonilla, pp. 17-44.

PORRAS ARBOLEDAS, P. A.: “La repoblación de la Sierra de Jaén durante la Edad Moderna: Campillo de Arenas (1508-1560)”, en Cuadernos informativos de Derecho Histórico, Procesal y de la Navegación, 8, 1988, pp. 1603-1650.