Demarcación político-administrativa nacida tras la promulgación por parte de Fernando VI (1746-1759) de las conocidas como Ordenanzas de montes en 1748 –que regularon su vida y trayectoria entre los artículos LXX y LXXIX-, estableciendo que quedaran bajo jurisdicción de la secretaría de Estado de Marina, todos aquellos territorios con bosques útiles para la armada situados desde la costa hasta veinticinco leguas al interior, así como los montes insulares y aquellos localizados en el interior peninsular, donde existieran ríos navegables.
Esta última circunstancia, habida cuenta de que los ríos Guadalimar, Guadiana Menor, Trujala y Madera, afluentes del río Guadalquivir, así como los ríos Tus y Mundo, afluentes, a su vez, del río Segura habían demostrado dicha capacidad de navegabilidad en cuanto a la flotación de madera se refiere, al realizarse por ellos anualmente conducciones, promovidas tanto por el denominado Real Negociado de Maderas –entidad dependiente de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla-, como por los arsenales de La Carraca y Cartagena, hizo que una amplia área, con epicentro en Segura de la Sierra y que en su mayor esplendor llegó a comprender 9.000 km2, quedase bajo dicha adscripción.
La provincia marítima, que en un primer instante quedó integrada por el denominado ministerio de Segura, con capitalidad en la villa de Segura de la Sierra y con un tribunal de Marina, establecido en la que por entonces era su arrabal, Orcera, quedó integrado en 1748, por veintiséis núcleos: Segura de la Sierra, Orcera, La Puerta, Hornos, Santiago de la Espada, Nerpio, Socovos, Letur, Ayna, Elche, Yeste, Siles, Villarrodrigo, Villaverde, Cotillas, Bienservida, Villapalacios, Terrinches, Albadalejo, Puebla del Príncipe, Villamanrique, Beas de Segura, Génova, Torres, Benatae y Bujaraiza.
A este territorio inicial se incorporaron, entre 1751 y 1752, otras veinticinco localidades, que quedaron a su vez, estructuradas bajo cuatro demarcaciones, denominadas subdelegaciones, con sedes principales en Alcaraz, Cazorla, Villanueva del Arzobispo y Santisteban del Puerto. Estuvieron, como consecuencia, bajo jurisdicción de la secretaría de Marina, dentro de la subdelegación de Alcaraz los términos de Alcaraz, Riópar, Peñas de San Pedro, Lezuza, Bonillo, Villanueva de la Fuente, Barrax, Bogarra, Munera, Balazote y Navas de Jorquera; por la subdelegación de Cazorla, los términos de Cazorla, La Iruela, Quesada, Hinojares, Pozo Alcón y Albanchez –actual Torres de Albanchez-; por la subdelegación de Villanueva del Arzobispo, los de Villanueva del Arzobispo, Iznatoraf, Villacarrillo, Sorihuela y Chiclana; mientras que por la subdelegación de Sanstisteban del Puerto, quedaron integrados en ella las villas y términos de Santisteban, Castellar y Las Navas.
Se trató de territorios con regímenes jurisdiccionales muy diferentes, desde aquellos de realengo, a señoríos laicos y eclesiásticos, caso de términos dependientes del denominado adelantamiento de Cazorla y de forma preeminente, sobre todo, de la provincia de Castilla de la orden de Santiago.
Con la incorporación de estas cuatro subdelegaciones, que se añadieron al preexistente Ministerio de Segura se alcanzó la etapa de máxima expansión de esta demarcación, que quedó delimitada al Norte por La Mancha, al Sur por el reino de Granada, al Este por el de Murcia y al Oeste por el reino de Jaén.
En 1790, sin embargo, los límites de la provincia marítima se vieron significativamente reducidos, tras el éxito obtenido por varios de estos municipios que clamaron en numerosas ocasiones al monarca su exclusión de dicha demarcación, lo que conllevó que toda la subdelegación de Santisteban, así como los núcleos y términos de Terrinches, Albadalejo, Puebla del Príncipe, Villamanrique, Villanueva de la Fuente, Barrax, Munera, Balazote, Navas de Jorquera y Albanchez dejaran desde dicho instante de formar parte de la provincia.
La provincia marítima de Segura de la Sierra representa un caso singular en la península ibérica, ya que es la única de estas entidades que dependió de dos departamentos marítimos y no de uno solo como sucedió con el resto de provincias. El interés por la explotación maderera de su entorno –principalmente por la abundancia de pino laricio –también conocido como pino salgareño- y en segundo lugar, de pino rodeno- por parte de los dos arsenales del Sur peninsular –La Carraca y Cartagena- conllevó que se decidiera dividir la dependencia de la provincia marítima, a su vez, en dos: los montes con vertiente hacia el Atlántico quedarían adscritos al departamento marítimo de Cádiz, y por tanto, su explotación tendría como destino el arsenal de La Carraca, y aquellos con vertiente mediterránea dependerían del departamento marítimo de Cartagena.
Los bosques con vertiente atlántica compartirían, además, explotación maderera con el Real Negociado de Maderas, que desde 1733 extraía materia prima de ellos también, con destino principal a la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla y en menor medida, a la venta a terceros.
La provincia marítima mantuvo plena actividad hasta la Guerra de la Independencia, cuando comenzó su ocaso, primero por la suspensión de las talas y cortas y posteriormente por un breve período de supresión de estas demarcaciones en 1812, superado con su reinstauración, tras el regreso al poder de Fernando VII en 1814.
Con cambios en su régimen de organización interna en 1817, la provincia marítima sobrevivió oficialmente hasta 1833, cuando la instauración del actual régimen provincial hizo que su territorio pasase a quedar absorbido por las actuales provincias de Jaén, Albacete, Ciudad Real y Murcia. A pesar de ello, la provincia languideció aún unos años hasta que en 1836 quedó definitivamente abolida.
Autora: María Amparo López Arandia
Bibliografía
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