Pablo Greppi fue un comerciante de origen veneciano que se asentó en Cádiz entre 1766 y 1791 con el fin de comerciar con América y Europa. Greppi nació el 23 de septiembre de 1748 en Cazzano en Val Gandino, en la provincia veneciana de Bergamo, como quinto hijo del comerciante Antonio Greppi y Laura Cotta. El padre de Pablo Greppi se dedicaba al comercio al por mayor como representante de la casa mercantil que mantuvo su padre, Gabriele Greppi, involucrándose en la venta de textiles y lana en Bergamo, Venecia y la Lombardía, que desde 1713 estaba gobernada por los Habsburgo desde Viena. Durante la guerra de Sucesión austríaca, Antonio Greppi actuó como suministrador y prestamista para las tropas de los Habsburgo. Su padre, Antonio Greppi, que se desplazó a Milán en 1750 para asumir la dirección de la Ferma General, la compañía privilegiada que manejaba las empresas públicas del Ducado de Milán, fue una de las figuras clave de la economía y la política en la Lombardía austríaca durante la segunda mitad del siglo XVIII (se mantuvo al frente de la Ferma General hasta 1770). Las conexiones mercantiles y financieras de Antonio propiciaron el ascenso de la familia en la escala social, proceso que se vería culminado con la concesión de un título nobiliario para Antonio Greppi en 1774, y marcó de manera definitiva la carrera de sus hijos, tres de los cuales se dedicaron al comercio transnacional en los centros mercantiles de Ámsterdam, Hamburgo y Cádiz. Mientras que la empresa en Ámsterdam fracasó en 1766, la participación de Giacomo Greppi en la casa milanesa de Brentano Bovara Greppi, en Hamburgo, duró hasta 1787. Pablo Greppi, que era el más joven de los hijos de Antonio Greppi y Laura Cotta, no estaba seguro de su futuro en los negocios, después de que su madre se lo desaconsejara, cuando contaba 16 años. Sin embargo, el deseo de Antonio Greppi de que Pablo se dedicara al comercio al por mayor terminó por imponerse, y el quinto hijo del fermiere Greppi emprendió viaje entre Italia y el puerto de Cádiz a principios de 1766. Este viaje llevó a Pablo Greppi y a su tutor, Giuseppe Scorza, a Génova, Nizza, Marsellas y Alicante, y en cada una de estas escalas Pablo se reunió con importantes comerciantes. De hecho, ya antes de emprender su viaje a Cádiz, Antonio Greppi se había puesto en contacto con Felice Agostino Ricci, un comerciante genovés, pidiéndole ayuda para colocar a Pablo en el entorno mercantil del puerto gaditano. Sin embargo, fue la recomendación de un cierto Belloni de Alicante la que le proporcionó a Pablo Greppi a su primer empleo como comerciante en Cádiz, en la casa francesa de Sablonier e Feumisson (también: Sabbonier e Fumisson). Tres años después, en abril de 1769, Pablo Greppi fundó su propia sociedad mercantil bajo la razón social de Pablo Greppi Agazzino y Compañía, siempre acompañado por Giuseppe Scorza, cuyos estrechos lazos con Antonio Greppi garantizaban que el padre mantenía al hijo siempre bajo control. La casa comercial, que estaba financiada en parte por Antonio Greppi, contaba con dos socios más – Carlo Sigismondo Agazzino, de la ciudad de Milán, cuyo padre también participaba en la financiación de la empresa, y Giovanni Battista Calcagni, de Piamonte, quien se había instalado en Cádiz antes de establecer contacto con Greppi y Agazzino. La sociedad Greppi siguió operando, bajo distintas razones sociales, hasta el año 1808, muchos años después de la muerte de Pablo Greppi. Al morir el último socio que quedaba, Calcagni, el apoderado Juan Marcos Laharpe inició la liquidación de la casa, que no pudo sin embargo finalizarse hasta 1817. Los principales hitos en la historia de esta exitosa compañía fueron la entrada en 1777 de un nuevo socio, Giuseppe Marliani, y la salida en 1781 de Agazzino tras perder una gran parte del capital en una transacción fallida; la compañía fue remodelada el 31 de octubre de 1781 bajo el nombre Pablo Greppi Marliani y Compañía. Finalmente, en 1800, tras la muerte de Marliani, Pablo Greppi y Calcagni pactaron una nueva sociedad nombrada Pablo Greppi y Calcagni. Con toda probabilidad, en 1783 Giuseppe Scorza abandonaba la casa mercantil que había ayudado a fundar una década y media antes, en su papel como tutor y asesor de Pablo Greppi. Durante su existencia, la sociedad Greppi actuó como intermediario en la distribución de productos entre Europa Central, el Atlántico europeo (alcanzando hasta el Mar del Norte) e Hispanoamérica. Las transacciones mercantiles con América fueron llevadas a cabo por medio de redes informales formadas por los socios de la casa Greppi y varios comerciantes españoles, dado que ningún miembro de la empresa obtuvo la naturalización (y por ello la posibilidad de matricularse en el Consulado de Cargadores a Indias y así participar en el comercio con América de manera directa). Mientras que Pablo Greppi y sus socios manejaron una amplia gama de contactos con comerciantes marticulados en el Consulado gaditano, entraron en contacto con mercaderes latinamericanos en Cuba, Veracruz, Guatemala y Buenos Aires. Destaca, por ejemplo, un poder que Pablo Greppi otorgó en 1783 a Juan Fermín de Aysinena, y en su ausencia a Pedro de Beltranona, y a Pedro Aysinena, todos vecinos y comerciantes de Guatemala. La familia Aysinena, de orígen vasco, pertenecía a una de las dinastías mercantiles más importantes de Centroamérica, lo cual subraya la envergadura de los contactos que Greppi y sus socios mantenían en sus relaciones comerciales con América. Los contactos con las familias y los individuos más ilustres no se limitaba al ámbito mercantil, sino que se extendía a importantes en la política y el ejército, incluyendo al Secretario de Indias, José de Gálvez, además de Alejandro Malaspina y Federico Gravina. De cualquier forma, Greppi centró su actividad fundamentalmente en torno a la actividad comercial. La compañía de Greppi estaba especializada en llevar productos de Europa Central, como la seda u otros tejidos al otro lado del Atlántico, y en la importación de productos coloniales entre los que destacan el cacao, el azúcar, el tabaco, el índigo y el palo de Campeche, que eran reexportados desde Cádiz a Ámsterdam y Génova, de donde, a su vez, eran en parte redirigidos a Milán y Viena. Las transacciones más importantes llevadas a cabo por la compañía, resultaron de los contactos de Pablo Greppi y su padre con las Cortes en Viena y Madrid. En 1781, la compañía obtuvo el contrato para el suministro de 2.500 quintales de cobre en planchas y clavazón de Hungría, puesto en ejecución un año más tarde tras un acuerdo entre el cónsul sueco, Juan Jacobo Gahn, y el mismo Pablo Greppi según el cual Greppi se hacía cargo de suministrar una tercera parte del volumen del contrato que Gahn había concluido con la Junta General de Marina. En 1785, Greppi volvió a actuar como intermediario entre las dos cortes al suministrar azogue de la mina de Idria, en Carniola (Eslovenia) a Cádiz, un suministro que duró hasta 1791 y que se realizaba a través del puerto de Trieste, en el Adriático. En ambos contratos influyó de manera decisiva el hecho de que Greppi era cónsul imperial, un puesto al que accedió en 1775 tras verse confirmado su nombramiento por parte de la Junta de Dependencias de Extranjeros. En 1781, Greppi también fue nombrado cónsul toscano, y el año siguiente accedería también al puesto consular de la República de Ragusa. En 1782, Greppi se casó con Rita María Díaz Vivas, la viuda de un coronel de la Real Armada, un matrimonio celebrado de manera clandestina en Cádiz para que el padre de Pablo no pudiera intervenir y prohibir el enlace. De hecho, el matrimonio fue mantenido en secreto durante muchos años y sólo tras el regreso de Pablo Greppi a Milán lo admitió ante su padre (así lo confirma una carta enviada por Pablo Greppi a su padre en el año 1798). Díaz Vivas y Pablo Greppi tuvieron a un hijo, Alessandro, que fue llevado a París, y trasladado después a Florencia. También Pablo Greppi dejó Cádiz en 1791, tras haber permanecido varios años en Madrid con el fin de defenderse de aquellos que le acusaban de haber inflado el precio del azogue. También tuvo que defenderse de estas acusaciones en la Corte de Viena entre 1791 y 1792, al intentar renovar sin éxito el contrato de suministro de azogue entre Idria y España. En 1793 Greppi volvió a Milán, manteniendo siempre el capital invertido en la compañía en Cádiz. Dicho capital se convirtió en su herencia, según el testamento establecido por Antonio Greppi en 1783, y ejecutado tras su muerte en 1799. Tras la invasión napoleónica de Lombardía y la convocatoria de la República Cisalpina en 1797, Pablo Greppi fue nombrado diputado del primer consúl del comitato del gobierno de la República en junio de 1800, justo unos meses antes de la remodelación de la compañía mercantil en Cádiz y su inesperada muerte, que le sorprendió camino de Paris.

Autor: Klemens Kaps

Bibliografía