Luis de Vargas se presenta como uno de los pintores más relevantes de la escuela sevillana en el siglo XVI, aunque de su infancia y etapa de formación se conocen escasos  datos. Se piensa que nació en Almendralejo hacia 1505 y que tuvo una primera educación en el arte de la pintura con su padre, el artista Juan de Vargas, antes de pasar a Italia donde concluiría su aprendizaje. La crítica es unánime al pensar que esta primera estancia la desarrollaría en Roma entre 1527 y 1534, cuando se establece en Sevilla, aunque según Antonio Palomino volvería una segunda vez antes de 1550 al verse superado por otros pintores en la capital hispalense, como Pedro de Campaña. Como era habitual entre los pintores españoles, este viaje a Italia le serviría para conocer el brillante y refinado estilo de los más célebres maestros de Europa, como Miguel Ángel Buonarroti o Rafael Sanzio, así como entrar en contacto con otros que estaban ejerciendo por entonces su profesión, entre los que estaría Perino del Vaga, con cuyo estilo parece encontrarse ciertas semejanzas.

De las obras realizadas durante sus estancias en Italia no se han conservado ninguna, al menos aún no se han identificado, seguramente por la gran simbiosis alcanzada con el estilo romano de aquel momento. Recientemente, Benito Navarrete ha podido identificar cuatro dibujos con la Historia de Jeftè fechados hacia 1550, cuando pudo conocer la producción de Francesco Salviati, cuya influencia se percibe en estos diseños. Probablemente, se trate de estudios preparatorios para un ciclo que pintaría al fresco, pues Vargas fue un excelente fresquista, como señalan sus biógrafos, llegando a realizar el programa iconográfico que adornaba la Giralda, así como el Cristo camino del Calvario llevado a cabo en 1561 para el altar de las gradas de la Catedral, entre otras obras que no han llegado a nuestros días. Cabe destacar también la importancia de un cuaderno de dibujos que este pintor realizaría en sus viajes y que a finales del siglo XVI ya se encontraba en la colección del duque de Alcalá.

Las obras pictóricas de Vargas que mejor se conocen pertenecen a la última etapa de su producción, como el Nacimiento de Cristo de la Catedral de Sevilla, realizado entre 1552 y 1555. Además de la pintura central, en el banco del retablo donde ésta se inserta aparecen otras tres escenas de menor tamaño representando La Anunciación, La Presentación y La Adoración de los Reyes, mientras que en los laterales se puede observar a los Cuatro Evangelistas. Para el mismo templo, realizó posteriormente otro retablo de gran importancia con el tema de la Alegoría de la Inmaculada Concepción, aunque tradicionalmente se venía llamando de “La genealogía de Cristo”. Según Francisco Pacheco, esta obra debió de haber sido comenzada en 1536 cuando se dota la capilla, aunque debió de interrumpir este encargo con motivo de su segundo viaje a Italia. A su vuelta sería concluido con un complejo programa iconográfico inspirado en una obra realizada por Giorgio Vasari para la iglesia de los Santos Apóstoles de Florencia hacia 1541. Se completa este conjunto en la predela con el retrato del chantre Juan de Medina, una serie de santos representando a la Iglesia triunfante para los que se inspiró en algunos detalles de la Disputa del Sacramento de Rafael. Además, aparecen en los laterales las efigies de San Pedro y San Pablo, y en la parte superior una serie de ángeles músicos. Entre la realización de estos dos encargos, existe un silencio documental por el que ciertos expertos han formulado la hipótesis de una tercera estancia en Italia. En estos mismos años se data Los preparativos de la Crucifixión conservada en el Museo de Arte de Filadelfia, en la que se contempla a Jesucristo sobre el madero de la cruz esperando a ser crucificado, cuya calmada actitud contrasta con el movimiento de los sayones a su alrededor. Aparece en la misma composición el donante, que probablemente encargará esta obra y, por su especial significado, elegiría él mismo este tema.

Otras pinturas de especial interés en la producción de este pintor son: el Juicio Final conservado en la Fundación Rodríguez Acosta de Granada, el retablo de La Piedad expuesta en la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla realizada en 1564, que se completa en sus laterales con las San Juan Bautista y San Francisco, así como la Purificacion de la Virgen de la colección Bárcenas de Madrid, la Virgen de la marquesa de Hoyos de Jerez de la Frontera, dos tablas de La Presentación del Museo de Bellas Artes de Sevilla, y el retrato del Venerable padre Fernando de Contreras, que sería tomada por Bartolomé Esteban Murillo para crear la imagen de este religioso en el siglo siguiente. Estas obras demuestran que además de desarrollar su estilo dentro del manierismo italiano, aportó ciertos rasgos naturalismo que convirtieron a este devoto artista en uno de los más importantes del siglo XVI en España.

Autor: Rafael Japón Franco

Bibliografía

ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego, Pintura del siglo XVII, Madrid, Plus-Ultra, 1971.

NAVARRETE PRIETO, Benito (dir.), I segni nel tempo: dibujos españoles de los Uffizi, Madrid, Fundación Mapfre, 2016.

NAVARRETE PRIETO, Benito, “Salviati como modelo: su influencia en Luis de Vargas”, en BSAA Arte, 75, 2009, pp. 115-126.

PALOMINO, Antonio (AYALA MALLORY, Nina ed.), Vidas, Madrid, Alianza, 1986.

REDIN, Gonzalo, Pedro Rubiales, Gaspar Becerra y los pintores españoles en Roma, 1527-1600, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2007.

VALDIVIESO, Enrique, Historia de la pintura sevillana: siglos XIII al XX, Sevilla, Guadalquivir, 2002.