Entre las diversas comunidades moriscas de España la más importante ha sido la del reino de Granada. En el momento inmediatamente posterior a la conversión al cristianismo, en 1502, los moriscos granadinos eran aproximadamente unos 150.000. Su número ha variado poco hasta el principio de la rebelión de las Alpujarras en diciembre de 1568. Los efectos de las huidas al norte de África han sido compensadas por los de la nupcialidad, particularmente alta, y los de la natalidad.
El reparto de la población morisca en el interior del reino de Granada tuvo dos características principales. Primero una desigualdad entre oeste y este. Al oeste de Granada las zonas de alta población morisca (serranía de Ronda, Sierra de Bentomíz…) alternan con zonas de fuerte presencia cristiana vieja, sobre todo en las ciudades, Málaga, Marbella, Loja, Alhama. Al este el predominio morisco está muy acusado salvo en ciudades (Guadix, Motril, Baza, Huéscar, Almería). Los moriscos representan el 90% o más de la población global en el valle de Lecrín, las Alpujarras, la zona almeriense y el marquesado del Cenete. Además, como en otros territorios de las coronas de Castilla y de Aragón, los moriscos granadinos son mayoritariamente rurales, aunque constituyen comunidades importantes en varias ciudades como Guadix, Baza y principalmente Granada donde representan a mediados del siglo XVI alrededor de la mitad de los 50.000 habitantes. De esta manera si bien muchos de los moriscos granadinos son campesinos existe también una importante realidad urbana. Entre los moriscos de las ciudades hay mercaderes muy activos en el comercio de la seda o de las especias y muchos artesanos muy apreciados en dos ramas, la de la construcción y la de la industria textil. De una parte, carpinteros, albañiles, tejeros etc…, de la otra, tejedores de lana y de seda y más aún tintoreros de seda eran muy cotizados. En cuanto a los campesinos dominaban los agricultores que trabajaban tanto regadío como secano -el suelo- sobre los cuales estaban plantados muchos árboles -el vuelo-. Así producían cereales, viña (pasas en la zona de Málaga) y todas clases de frutas. Entre los árboles, los olivos y sobre todo los morales y las moreras eran muy cuidados. En las zonas de Motril y de Adra se cultivaba caña de azúcar. Los campesinos moriscos solían a menudo poseer unos pocos animales, bueyes o burros, ovejas, cabras y entre ellos había dueños de rebaños, por ejemplo en la zona de Baza, que hacían invernar en las tierras cálidas de los campos de Dalías, Níjar o Vera.
La clase superior de los moriscos granadinos estaba constituida por una élite cuyos miembros podían ser descendientes de familias principescas de Marruecos o del estado nazarí o eran simplemente mercaderes muy adinerados. La Corona intentó desde la época de los Reyes Católicos y a lo largo del siglo XVI conseguir el concurso de esta élite distribuyendo rentas, cargos y exenciones de impuestos. Esta política fue extendida al mundo rural con la atribución de alcaidías y alguacilazgos a moriscos influyentes en sus pueblos.
El conjunto de los moriscos granadinos practicó a pesar de las diferencias sociales internas una fuerte solidaridad entretenida por la resistencia a la política de asimilación y a la presión fiscal más alta que la soportada por los cristianos viejos. Ellos solos pagaban unas fardas y a los impuestos ordinarios se añadían unas contribuciones extraordinarias como la que sirvió de contrapartida a la suspensión de las medidas aculturantes tomadas por la junta reunida en la Capilla real de Granada en 1526. La solidaridad particularmente eficiente al nivel de los linajes era fortalecida por la muy notable endogamia practicada al momento de contraer matrimonio. Esta solidaridad agnática se traducía en el mundo rural, por ejemplo en las Alpujarras, por el repartimiento de linajes en distintos barrios de un mismo pueblo y en el mundo urbano, como en el Albaicín de Granada, en casas de una misma familia extensa entre las cuales se podía circular sin tener que salir a la calle.
La historia de los moriscos granadinos se puede dividir en cuatro periodos. Entre el momento de la conversión al cristianismo (1499-1502) y él de la estancia de Carlos V en Granada (junio-diciembre 1526) se define a partir de múltiples cédulas reales lo que es el morisco, sus costumbres y prácticas y se crean las condiciones para hacer desaparecer las huellas materiales e inmateriales del islam creando en su lugar una amplia red parroquial. El segundo tiempo es el del statu quo que corresponde al reinado del emperador. El esfuerzo de evangelización al cual participan órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y más tarde jesuitas) está completado por la organización de múltiples asambleas y comisiones examinando la situación o propiciando negociación. Al final de los años 1550 se nota una fuerte tensión que va creciendo. A la exasperación de las autoridades civiles y eclesiásticas decepcionadas por los limitados resultados de la evangelización y temerosas de organización de complots entre moriscos, berberiscos y otomanos, se añade el descontento de los moriscos afectados por el aumento de la presión fiscal, el recurso cada vez mayor a métodos represivos como los de la inquisición y las dificultades económicas sufridas por el sector sedero al cual participan muchos moriscos. La puesta en marcha, en 1566, de las medidas de aculturación (lengua, vestido, fiestas etc…) que habían sido suspendidas en 1526 fue el factor decisivo que provocó la rebelión de 1568-1570. El último tiempo es él del destierro. Los moriscos del Albaicín en junio de 1569, los de la vega granadina en marzo de 1570, todos los demás (salvo excepciones) en noviembre de 1570 fueron conducidos a otros lugares (Andalucía occidental, Extremadura, Castilla la nueva, Castilla la vieja) de la Corona de Castilla. Los documentos los llaman naturales del reino de Granada hasta su expulsión de España realizada en 1610.
Autor: Bernard Vincent
Bibliografía
CARO BAJORA, Julio, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Alianza, 1957.
VINCENT, Bernard, El río morisco, Granada, Universidad de Granada, 2006.
VINCENT, Bernard, DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, Historia de los moriscos: vida y tragedia de una minoría, Alianza Editorial, 1985.