Gozar de un señorío en la Edad Moderna no significaba, en principio, más que gobernar un territorio y administrar su justicia en nombre del rey. Es más, llevaba consigo importantes gastos como era el mantenimiento del poder local (el ayuntamiento), así como el pago de todos los salarios de los oficiales municipales (regidores, escribanos del cabildo, fieles, jueces de primera instancia, etc., etc.). Entonces, ¿por qué la nobleza se interesó por seguir poseyéndolos y, aún más, comprándolos a partir del siglo XVI?

Para la baja nobleza o incluso los grupos en ascenso social paranobiliarios, era una manera de ascender en el escalafón social, es decir, de pasar de ser un simple regidor o caballero de una Orden Militar a ser todo un señor de vasallos, como se les denominaba en la época. Y ahí encontramos un sentido de estatus que compensaba los gastos de largo.

Pero para la nobleza tradicional, de orígenes medievales, y sobre todo para la parte aristocrática del grupo, las ventajas ya no estaban tan claras, máxime cuando muchas de las Casas (o familias) de los linajes andaluces de más rancio abolengo atesoraban ya varios títulos nobiliarios, es decir, estaban un peldaño por encima de los ‘simples’ señores de vasallos.

Precisamente, muchas de las ramas de los Fernández de Córdoba en los que me estoy centrando formaban parte de la aristocracia castellana, de ahí el preguntarnos por las ventajas de mantener (e incrementar, como hemos visto en la entrada anterior) los señoríos se hace más que pertinente. Veámoslo desde distintos puntos de vista.

Ya he mencionado que hay una inequívoca relación entre población señorial y riqueza o potencial económico. En este sentido, parece claro que la nobleza consideró a la población como una fuente de riqueza, pues sobre ella se ejercía una carga fiscal que revirtió directamente en el estamento merced a los derechos señoriales que eran comprados a la Corona tras la adquisición del señorío. Lo cierto es que esta relación población/economía es un tema de vital importancia para entender la dinámica señorial en Castilla, sin embargo no conocemos mucho al respecto.

Dos son, pues, las preguntas esenciales para entender el peso de la población en el régimen señorial: primero, determinar si existió una política consciente de atracción de la población hacia el señorío por parte de los nobles, lo que nos estaría indicando una cierta tendencia a ver los volúmenes poblaciones como una de las fuentes principales de riqueza del señorío. Y, segundo, si las villas más densamente pobladas se comportaron de una forma más dinámica desde el punto de vista económico, siendo las rentas señoriales significativamente superiores a las de las áreas más depauperadas en cuanto a tamaño de la población.

En este sentido, y abordando el tema con una perspectiva cronológica, nos encontramos con que el siglo XVI en los señoríos de los Córdoba se mostró, al igual que en toda Castilla, como una etapa de claro crecimiento desde 1530 a 1595. De esta manera, las tablas 2 y 4 nos dejan ver un conjunto de villas de las diversas ramas de los Fernández de Córdoba en las tres áreas principales del reino (campiña o centro, Subbética o sur y los Pedroches o norte), en las cuales se da un crecimiento más o menos claro a lo largo de todo el Quinientos. Pese a todo, es en las grandes villas o cabezas de los estados señoriales (Luque, Montilla, Aguilar, Baena o Lucena) donde se da un aumento mayor.

Comparando realengo y señorío (tabla 3) en términos de población podemos percatarnos del auge que adquiere en esta centuria el segundo sobre el primero. Así, para ser justos en esta valoración, debemos mencionar que el mapa señorial del reino de Córdoba es en estas fechas ya bastante extenso.

Lo cierto es que el incremento de la población señorial en el reino de Córdoba parece que se debió, entre otras cosas, a una inmigración que estuvo favorecida por los propios señores. En este sentido, numerosos historiadores han destacado la mayor “benevolencia” de la vida en el señorío frente al realengo, donde las oligarquías municipales sometían a la población a una intensa carga fiscal. No se trataba más que de un medio para atraer la población, el hecho de que los señores usaran diversas estrategias como las exenciones fiscales a los mercaderes (quienes traerían el dinamismo económico y con él la riqueza). Estrategia que también se ha documentado para Tierra de Campos. En definitiva, no fue sino una política de atracción poblacional que tenía como fin último aumentar la percepción de impuestos de los señores incrementando la propia población.

Muchas son las preguntas que el estudio de la economía señorial puede responder como corolario de este análisis de las bases del poder nobiliario. En este sentido, partíamos de una hipótesis inicial que explicitaba al principio: que el régimen señorial (con sus propiedades, derechos y control del territorio) era la base del poder de la nobleza, gracias al cual las Casas castellanas pudieron perpetuarse de centuria en centuria. Además, es preciso cruzar los datos poblacionales para determinar si las villas más populosas se comportaron como las más dinámicas económicamente y rentaron en mayor medida a los señores, dando coherencia a la política de atracción poblacional a la que antes aludimos. Por último, el estudio de la procedencia de la renta nobiliaria y la estructura de su propiedad nos dejará ver con precisión si todo el poder económico descansó o no sobre el señorío.

Pues bien, comenzando por la procedencia de la renta de las Casas contamos con dos ejemplos de contabilidades de la Casa de Comares, una del siglo XVII y otra del XVIII, que nos permiten observar, entre otras cosas, la procedencia concreta de todas las rentas de la Casa. En el primero de los casos tan sólo el 3% de la renta procede de propiedades fuera de sus estados señoriales, mientras que en la segunda contabilidad ha aumentado hasta el 16%, pero en todo caso lo que resalta es la abrumadora mayoría de la renta señorial en la estructura de la propiedad nobiliaria.

Esos mismos datos nos sirven para percibir la relación población/niveles de riqueza. Es justamente Lucena, una de las villas de mayor desarrollo demográfico, la que produce los mayores niveles de renta para el señorío. El nivel de riqueza es notable, mientras que la producción económica de los Estados señoriales es igualmente señalada, lo que indica la importancia de los Fernández de Córdoba en el contexto señorial andaluz.

En conclusión, parece claro que la realidad señorial se constituyó para el linaje en la base de su poder económico y territorial, llevando a éstos al control de un espacio más que considerable, gracias al cual pudieron extender su influencia (en todas y cada una de sus facetas: administración, centros de decisión, matrimonio, mecenazgo y representación…) a todos los ámbitos del mundo hispánico de la Edad Moderna. Resulta asimismo muy sobresaliente el peso de la población como fuente de riqueza en los señoríos, pues aquellos más dinámicos demográficamente se han mostrado cómo los de mayor nivel de rentas.

Autor: Raúl Molina Recio

Bibliografía

FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, Francisco, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, tomos VI a IX, Madrid, 1905.

FORTEA PÉREZ, José Ignacio, Córdoba en el siglo XVI: Las bases demográficas y económicas de una expansión urbana, Córdoba, 1981.

SORIA MESA, Enrique, Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna, Granada, 1997.

MOLINA RECIO, Raúl, Los señores de la Casa del Bailío. Análisis de una élite local castellana (Córdoba, siglos XV-XIX), Córdoba, 2002.

MOLINA RECIO, Raúl, La nobleza española en la Edad Moderna: los Fernández de Córdoba. Familia, riqueza, poder y cultura, Tesis Doctoral inédita, Córdoba, 2004.