Entre las más destacadas familias que habitaban en Palos a comienzos del siglo XV encontramos a los Pinzón. Una familia de origen aragonés que llegó a Andalucía procedente de Asturias, siendo su apellido, según algunos, deformación del término Espinzas o Pinzas. Para otros, en cambio, el verdadero apellido familiar sería Martín, nombre del abuelo, marinero y buzo en Palos, al que apodaron Pinzón cuando quedó ciego, ya que era muy aficionado a cantar y recordaba a los palermos a los pájaros pinzones, a los cuales cegaban para que cantaran mejor. Su hijo, también marinero e igualmente llamado Martín, fue el padre de los tres hermanos que participaron en el descubrimiento de América: Martín Alonso, Vicente Yáñez y Francisco Martín Pinzón.

Martín Alonso nació por el año de 1440 y navegó desde niño en las carabelas palermas como grumete. Vivía en el antiguo Camino Real a la Rábida, y contrajo matrimonio con una vecina de la localidad llamada María Álvarez. Tuvieron cinco hijos. Dos varones: Arias Pérez y Juan Pinzón, que participarían en varias expediciones por tierras americanas, y tres niñas: Mayor, Catalina y Leonor, la pequeña, que sufría frecuentes ataques de lo que ellos llamaban «gota coral» y nosotros epilepsia. Su enorme experiencia náutica y audacia le proporcionaron buenos rendimientos en sus viajes de cabotaje, llegando a tener una holgada situación económica. Tuvo embarcaciones propias en las cuales se afanaban por enrolarse los marinos de toda la comarca. Su fama y prestigio crecían gracias al éxito de sus expediciones comerciales y al valor que demostró en las armadas de guerra durante el conflicto entre Castilla y Portugal.

Cuando el 23 de Mayo de 1492 se leyó a los vecinos de Palos la Real Provisión por la cual se les ordenaba entregar dos carabelas a Colón y partir con él en el viaje que iba a realizar por mandado de Sus Altezas, la villa acata la decisión real pero no la cumple. Los palermos no estaban dispuestos a embarcarse en tan gran aventura con un desconocido sin prestigio. Independientemente de la mayor o menor credibilidad de las ideas colombinas, los hombres de Palos nunca secundarían al presunto genovés a no ser que le acompañara algún navegante respetado en la villa. La aventura, arriesgada y, sobre todo, de ganancia incierta, no presentaba grandes atractivos. La oposición y la indiferencia por el proyecto colombino debieron ser generalizadas, ya que el mandamiento real implicaba suficientes razones para sembrar el descontento en el puerto palermo.

Esa era la situación cuando Martín Alonso Pinzón regresó de Roma de uno de sus habituales viajes comerciales. Como ya hemos apuntado, era un hombre pudiente, diestro en el arte de navegar y de gran prestigio en la comarca. En definitiva, Pinzón poseía los atributos de los que carecía Colón, presentándose, por tanto, como el complemento ideal del futuro Almirante para realizar la expedición. Fueron los franciscanos de La Rábida los que pusieron en contacto al genovés con el marino palermo. También Pero Vázquez de la Frontera, viejo marino de la villa muy respetado por su experiencia, y amigo de Martín Alonso, influyó de manera importante para que Pinzón se decidiera a apoyar la empresa. En los Pleitos Colombinos, el testigo onubense Alonso Gallego recordaba haber oído decir a Colón: «Señor Martín Alonso Pinçón, vamos a este viage que, si salimos con él y Dios nos descubre tierras, yo os prometo por la Corona Real de partir con vos como un hermano».

Sea cual fuere el motivo del palermo, lo cierto es que, cuando decide incorporarse a la expedición, inicia una enérgica campaña de apoyo al viaje, animando a enrolarse a los más destacados marinos de la zona. Desechó los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados, y aportó de su hacienda medio millón de maravedíes, la tercera parte de los gastos en metálico de la empresa. Ultimados los preparativos, el 3 de agosto la Santa María, la Pinta y la Niña partieron del puerto de Palos. Colón en su Diario sólo tiene palabras de elogio para Pinzón, que se muestra muy eficaz en la resolución de los problemas que van surgiendo. Así, en los primeros días de octubre, cuando el malestar, el cansancio y los deseos de regresar, que el cauto ligur preveía, comenzaron a cundir entre los tripulantes de la Santa María, las dotes de mando y la capacidad resolutiva de Martín Alonso quedaron expuestas al abordar esta situación, que Colón no supo atajar, restableciendo la disciplina en la armada y propiciando decisivamente la continuación del viaje, cuando estaban a escasas jornadas de tierra americana.

Hasta ese momento, las relaciones entre ambos líderes eran buenas. Circunstancia que acabará cuando, tras el Descubrimiento, el ya almirante Colón se muestra excesivamente celoso de su gloria y privilegios. Así, al adelantarse el 21 de noviembre Pinzón con la Pinta, separándose de las otras naves y llegando antes a la isla que buscaban, Colón no duda en hacer contra él las más graves e infundadas acusaciones. La enemistad entre ambos marinos se mantuvo ya hasta el regreso. Martín Alonso llegó enfermo y murió a los quince o veinte días, enterrándosele, probablemente, en la iglesia del convento de La Rábida, según su voluntad.

A la muerte de Martín Alonso, le sucedió en el liderazgo de la familia, y de la marinería palerma, el capitán de la Niña, que no se había separado de Colón en todo el viaje, y que oportunamente le salvó tras el naufragio de la Santa María, que abandonó prudente y discretamente las relaciones con el entonces triunfador y soberbio almirante. Vicente Yáñez debió nacer en 1462, por lo que era el más joven, con diferencia, de los hermanos, siendo muy probable que tomase el apellido de Rodrigo Yáñez, un alguacil de Palos que sería su padrino. La tradición en Palos señala su solar en calle de la Ribera. Desde muy niño aprendió el arte de navegar de su hermano mayor, sin duda uno de los mejores navegantes de la época, y participó desde su adolescencia, que fue tiempo de guerra, en combates y asaltos. Se casó dos veces, la primera con Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas: Ana Rodríguez y Juana González. La segunda, al regreso de su último viaje a Yucatán, en 1509, con Ana Núñez de Trujillo, con la que convivió en Triana hasta su muerte.

Vicente Yáñez fue el primero en aceptar la invitación de enrolamiento de su hermano cuando Martín Alonso decide apoyar la expedición de Cristóbal Colón. Juntos  fueron visitando, casa por casa, a sus parientes, amigos y conocidos, animando a embarcarse a los más destacados marinos de la zona. Rechazaron los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados, y aportaron de su hacienda medio millón de maravedíes. Como capitán de la Niña sus intervenciones fueron fundamentales durante el viaje, animando a proseguir la expedición cuando hasta el propio Colón quería volverse, sofocando las protestas de los marinos de la Santa María, acudiendo al salvamento de éstos cuando la nao naufragó y trayendo al Almirante de regreso a España.

En 1495 lo encontramos preparando dos carabelas, la Vicente Yáñez y la Fraila, para participar en la armada que Alonso de Aguilar, hermano del Gran Capitán, iba a dirigir contra el norte de África, pero sobrevienen las guerras de Nápoles y se dirigen a Italia, desde donde no retornan hasta 1498, recorriendo de paso las costas de Argel y Túnez. Este mismo año de 1498 la Corona, impaciente por potenciar la colonización de las Indias, decide permitir a particulares que realicen viajes de descubrimiento. El 19 de noviembre de 1499, con cuatro carabelas, salió Vicente Yáñez del puerto de Palos. Le acompañaban gran cantidad de parientes y amigos, entre ellos Arias Pérez, hijo primogénito de Martín Alonso, y su hermano Francisco Martín Pinzón. La importancia de este último era grande, ya que había acompañado a Colón en su tercer viaje y estaba al tanto de sus hallazgos. Francisco fue el único, de los tres hermanos, que mantuvo contactos con el almirante. También le acompañó en el cuarto y último, en el cual murió.

Pasadas las Canarias, las naves de Vicente Yáñez tomaron rumbo S.O. hasta perder de vista la Estrella Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban el Ecuador y se adentraban en el hemisferio Sur. Contingencia grave, porque lógicamente no sabían guiarse por las estrellas del cielo austral. Después de sufrir un temporal, toman tierra en la costa brasileña el 26 de Enero de 1500, en la zona del actual Cabo de Santo Agostinho (Recife). La hostilidad de los indígenas le decide a embarcar y dirigirse hacia el N.E., por la costa de Rostro Hermoso, hasta que con asombro comprueban un día que el agua del mar se había tornado dulce. Vicente Yáñez acababa de encontrar el más caudaloso río de la Tierra: el Amazonas, y con grave riesgo decidió explorarlo adentrándose en su estuario, desde son rechazados por los indígenas. Costeando llegan a la isla de Trinidad, de la que tenía el monopolio comercial, como descubridor, el almirante, así que se dirige a Puerto Rico, descubierta por Martín Alonso en 1493, y después a La Española, desde donde, al perder dos naves en unos bajíos, decide regresar a Palos. Este viaje, que fue el más largo e importante realizado en la época por sus resultados geográficos, que aprovecharán Américo Vespucci y Juan de la Cosa, fue en cambio un desastre económico. Sólo trajeron un regular cargamento de palo de tinte, piedras topacio, canela, animales raros, etc., de modo que fueron embargados por sus acreedores y tienen que pedir ayuda a la corona. Los reyes, el 5 de Septiembre de 1501, le nombran capitán general y gobernador del territorio que había descubierto, desde el Amazonas hasta Recife, en Brasil, y le conceden todas las ganancias que obtenga, siempre que colonizara por su cuenta en el plazo de un año. Como no contaba con recursos para hacerlo, perdió estos derechos.

Tampoco realizó Yáñez el viaje que en 1505, por iniciativa de la corona, le encomendaba encontrar el ansiado paso hacia las Islas de las Especias, en Malasia, en compañía de Vespucci, ya que las naves, una vez preparadas, fueron destinadas a la empresa de Cisneros en África. En 1507, Fernando el Católico le encarga de nuevo esta misión, ahora conjuntamente con Solís. Y en esta ocasión sí que partieron con dos carabelas desde Sanlúcar de Barrameda el 29 de Junio de 1508. Es el último viaje de Vicente Yáñez Pinzón a América. Recorrió las costas de Darién, Veragua y Paria, actuales de Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso buscado, rodean la Península de Yucatán y se adentran en el Golfo de México hasta los 23,5 º de latitud norte. Pero, por motivos que se ignoran, decidieron dar por terminada la expedición y vuelven a Cádiz en octubre de 1509. Hubo una investigación oficial en la que se ratifica a Pinzón como capitán general y corregidor de la isla de Puerto Rico, y que llevó a la cárcel a Solís. Lo cual parece indicar que fue él quien interrumpió el viaje.

Por esta época se establece en Triana, y en 1513 testifica en los Pleitos Colombinos contra el Almirante con su acostumbrada moderación. En 1514 se le ordena acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero Vicente Yáñez se encuentra enfermo y pide que se le excuse. Era el 14 de Marzo de 1514, y éste es el último documento en que se le menciona. Según su amigo, el cronista Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió este mismo año con la misma discreción que vivió, sin que se sepa la fecha exacta ni el lugar donde fue  enterrado, no pudiéndose descartar, dada su segura pobreza, que fuera a parar a una fosa común del cementerio trianero.

Francisco Martín Pinzón es sin duda el menos recordado de los tres famosos hermanos. Nació en Palos alrededor de 1445. Era, pues, el segundo de los hermanos por nacimiento, tras Martín Alonso, y fue efectivamente “segundón”, no sólo respecto al primogénito, sino también en relación al más pequeño Vicente Yáñez, mucho más emprendedor. Fue maestre, o sea, segundo de a bordo, en la carabela Pinta cuando desde ésta se descubrió América. El 21 de noviembre de 1492 se apartó con la Pinta, junto a su hermano y capitán Martín Alonso de las otras dos naves. Esto hizo que al regreso de la expedición Colón le tuviese entre las personas no gratas. Por eso, cuando muere Martín Alonso, pasa a ocupar su sempiterno rol de “segundón” con Vicente Yáñez. Con su hermano pequeño hizo varios viajes a Italia y África en servicio de la corona. En noviembre de 1493 protagonizó un asalto en la costa de Argel, junto a Juan de Sevilla, Rodrigo de Quexo y Fernando Quintero. En 1496 llevó dineros y bastimentos a las tropas españolas que combatían en Nápoles. Los Pinzón parecían haberse olvidado de América. Sin embargo, en 1498 participó en el tercer viaje de Colón, en el que el almirante llegó por primera vez al continente. ¿Qué había cambiado para que un Pinzón, olvidando viejas rencillas, se enrolara en tal viaje? Muy probablemente debió ser la decisión que la corona tomó ese año de acabar con el monopolio descubridor de Colón y permitir que otros marinos fueran a descubrir. Seguramente, ya entonces, Vicente Yáñez Pinzón pensó en ir a descubrir por cuenta propia, para lo cual necesitaría información de primera mano sobre las navegaciones del almirante. Esta información, por haber participado en el tercer viaje colombino, fue la importantísima aportación de Francisco Martín Pinzón al viaje de Vicente en 1499, cuando ambos, al mando de una escuadra de cuatro naves descubrieron el Brasil y el río Amazonas. El viaje descubridor más importante desde el punto de vista geográfico de su época. Sin embargo fue un fracaso económico, máxime cuando posteriormente se demuestra que las tierras brasileñas halladas correspondían, por el reparto que habían acordado Portugal y Castilla en el Tratado de Tordesillas, al vecino reino lusitano.

Rodrigo Álvarez, su compañero de muchas expediciones, cuando declaró en 1514, a causa de los Pleitos Colombinos, dijo que Francisco Martín Pinzón ya “era difunto”. Según su testimonio, en 1502 Francisco vuelve a embarcar con el almirante Colón en su cuarto y definitivo viaje, al cual Rodrigo no pudo ir por quedarse enfermo en Cabo Verde, y fue en esta expedición en la que el mediano de los Pinzón murió ahogado.

Su historia personal y familiar es confusa, ya que tuvo varios parientes que llevaban su mismo nombre, por lo que los investigadores suelen confundirse entre ellos. Sin embargo, esta ambigüedad le permite ser el favorito de los genealogistas, ya que cuando buscan entroncar algún heredero con tan ilustres marinos, nada más fácil que encontrar alguno de los varios Francisco Martín Pinzón que en esta tierra fueron. No obstante, muy probablemente estuvo casado con Juana Martín y tuvo al menos una hija, que encontramos en la documentación como “huérfana y pobre”.

Autor: Julio Izquierdo Labrado

Bibliografía

IZQUIERDO LABRADO, J., «Los hermanos Pinzón y la difusión del descubrimiento en los puertos del río Tinto», en GONZÁLEZ CRUZ, David, Versiones, propaganda y repercusiones del descubrimiento de América: Colón, los Pinzón y los Niño, Sílex, 2016, pp. 161-18.