Los Fantoni fueron una familia de comerciantes florentinos instalada en Andalucía a fines del siglo XV que más tarde ennoblecieron y pasaron a formar parte del patriciado urbano de Cádiz. Está comprobada su temprana presencia en la Baja Andalucía a fines del siglo XV y comienzos del XVI. En concreto, el miembro de la familia que aparece asentado en la zona es Jácome o Jacopo Fantoni. Éste llegó a Andalucía al servicio de Piero Rondinelli, factor de los Médicis en Sevilla y encargado de los negocios de Donato Nicolini. A la muerte de éste, Rondinelli pasó a patronear su compañía de negocios, puesto en el que, a su vez, le sucedió Jácome Fantoni en 1514.
A partir de ese momento, la actividad de Jácome Fantoni fue intensa. Enrique Otte documenta su participación en el comercio como tratante en cueros, cordelería, pescado y alumbre, muchas veces en compañía de los también florentinos Jacopo Buonguillermo y Andrea Nucci. De esta forma, en 1514 el mercader irlandés Domenego Linge vendió en Cádiz a Fantoni y Buonguillermo cinco lastres de cueros de Irlanda, destinados a la industria del curtido de Sevilla, o posiblemente a la exportación, por precio de 150.000 maravedís, a pagar en esta última ciudad. Entre los encargos de mercaderes del comercio internacional a los cordoneros y esparteros de Sevilla, se conoce también alguno realizado por Fantoni.
Este comerciante aparece también relacionado con la exportación a Italia de pescado en conserva procedente de las almadrabas del litoral andaluz, con cuyos dueños (las casas de Niebla y Arcos) contrataba. En 1515, Fantoni, Buonguillermo y Nucci concertaron el fletamento de una nave vasca surta en Sevilla para cargar en Conil 1.500 barriles quintaleños de atún y 1.000 ó 1.200 barriles de anchoa en Málaga, con destino a Livorno y a Cività Vecchia. Por último, entre los mercaderes sieneses y florentinos que transportaban a España alumbre de Tolfa (utilizado como mordiente en la industria textil) figuran Francesco Signorini, Jacopo Fantoni y Jacopo Buonguillermo.
La actividad comercial de Jácome Fantoni en España se prolongó al menos hasta el año 1528. Tal cosa se deduce de las constantes alusiones que realiza a ella en su correspondencia, entre 1525 y 1527, Francisco di Raffaello Gucci, enviado a España por cuenta de los Balducci y de otros mercaderes florentinos a fin de comerciar con sedas, paños y otras mercaderías, así como de un auto de 1528 sobre el embargo de cierta cantidad que a este mercader le vino de Indias.
Otro Fantoni, Santi, se instaló en Cádiz como comerciante en la segunda mitad del siglo XVI. Este personaje logró insertarse con rapidez en la oligarquía gaditana, al obtener un asiento de regidor en el cabildo de la ciudad. Contrajo matrimonio con Leonor Peri, hija del también florentino Andrea Peri. En 1588 formó una duradera compañía mercantil con Luis Federigui, asimismo florentino. Esta compañía operó en Andalucía, Italia y Nueva España. A su muerte, en 1604, lo sucedieron sus hijos Juan Andrea y Francisco Fantoni. Ambos fueron regidores perpetuos de Cádiz, el primero al heredar el asiento de su padre; el segundo, por compra del oficio al rey en 1614. Los hijos de Santi Fantoni fueron designados beneficiarios de una parte del fideicomiso familiar fundado en Toscana por su tío Simone Fantoni. Al mismo tiempo, acrecentaron el patrimonio familiar en Cádiz mediante la adquisición de diversas propiedades.
En estas primeras generaciones familiares, los Fantoni de Cádiz se movieron dentro de tres círculos endogámicos en buena medida coincidentes: uno marcado por el origen geográfico, el italiano; otro señalado por la actividad económica, el comercio de Indias y el gran tráfico europeo; y, finalmente, un último círculo determinado por el control del poder local, el ya mencionado de los regidores perpetuos.
Santi Fantoni manejó este conjunto de resortes para labrarse una sólida posición. Por la vía de su matrimonio con Leonor Peri fue posiblemente como adquirió el oficio de regidor perpetuo, ya que dos tíos maternos de su mujer, Rafael y Miguel Fonti del Castillo, eran regidores de Cádiz. A su vez, los matrimonios de los hijos de Santi y Leonor contribuyeron a anudar nuevos lazos con la élite mercantil y gobernante de Cádiz y Sevilla. Las hijas de ambos fueron el vehículo para instrumentar ventajosas uniones: Lucrecia casó en 1595 con Luis Federigui, el socio de su padre; Elvira contrajo matrimonio con el capitán Juan González de Albelda, regidor de Cádiz y alcaide de la Isla de León. Por su parte, los matrimonios de los hijos varones de Santi Fantoni también se encaminaron a reforzar la posición de la familia. Los tres que sucesivamente contrajo Juan Andrea y el que celebró su hermano Francisco procuraron la unión de los Fantoni con señaladas familias, como los Chilton, los Marrufo, los Villavicencio y los Sopranis.
Con la misma rapidez con la que accedieron al poder local, los Fantoni acertaron también a insertarse en las filas de la nobleza. Para ello se esforzaron en demostrar los requisitos de cristiandad vieja, limpieza de sangre e hidalguía. Entre los mecanismos más eficaces para la acreditación de tales requisitos figuraban las familiaturas del Santo Oficio y los hábitos de las Órdenes Militares. Juan Andrea Fantoni y su hijo Juan Antonio fueron familiares de la Inquisición. Varios de sus descendientes obtuvieron hábitos de las órdenes de Alcántara y Calatrava. El primogénito del primero, Santi Esteban Fantoni, heredó el mayorazgo fundado por el capitán Esteban Chilton en 1621. Su hermano, Juan Antonio Fantoni, fundó a su vez otro mayorazgo sobre sus numerosas propiedades urbanas en Cádiz, al que luego se agregaron las propiedades rústicas heredadas por un tercer hijo de Juan Andrea, Antonio Fantoni.
Mientras tanto, los Fantoni de Cádiz redondearon con nuevas adquisiciones el fideicomiso toscano fundado por el viejo Simone Fantoni. Un paso decisivo en la carrera nobiliaria del linaje, cuyos miembros se habían ya apartado casi definitivamente de los negocios desde la tercera generación familiar, fue la adquisición de un señorío, paso previo a la consecución de un título. Esteban Chilton Fantoni, hijo de Santi Esteban y nieto de Juan Andrea Fantoni, aprovechando la política de venta de jurisdicciones practicada por la Corona, compró en 1667 el señorío de Jimera de Líbar y en 1684 obtuvo los títulos de conde de Jimera de Líbar, de la Fuensanta y Asperilla y vizconde de Almendralejo.
El título de conde de Jimera pasó de Esteban Chilton a sus descendientes, pero éstos, empobrecidos por el abandono del comercio y por los efectos de la crisis del XVII, se vieron inmersos durante el XVIII en numerosos pleitos y disputas familiares por el control de las menguadas rentas de los vínculos que detentaban y, en especial, las provenientes del fideicomiso italiano, que llegaban con irregularidad y no bastaban para mantenerlos a todos. La de los Fantoni es, en suma, la historia del ascenso y decadencia de un linaje de origen mercantil y extranjero que reprodujo los valores y el comportamiento de las élites urbanas del Cádiz moderno. La recuperación económica de la familia llegaría en el siglo XIX, tras la desvinculación y la venta de las propiedades toscanas. Descendientes actuales de la familia son los Guardiola Fantoni.
Autor: Juan José Iglesias Rodríguez
Bibliografía
– FANTONI Y BENEDÍ, Rafael, “Los Fantoni: regidores perpetuos de Cádiz (1596-1835)”, Hidalguía, XXV Años de la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, Madrid, Instituto Salazar y Castro, 1985, pp. 231-249.
– IGLESIAS RODRÍGUEZ, Juan José, El árbol de sinople. Familia y patrimonio entre Andalucía y Toscana en la Edad Moderna, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2008.
– NÚÑEZ ROLDÁN, Francisco, “Tres familias florentinas en Sevilla: Federighi, Fantoni y Bucarelli (1570-1625)”, en Presencia italiana en Andalucía, siglos XIV-XVII. Actas del III Coloquio Hispano-Italiano, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1989, pp. 23-50.
– OTTE, Enrique, Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Sevilla, Fundación El Monte-Universidad de Sevilla, 1996.