El acto por el cual se concedía la libertad al esclavo se denominaba ahorramiento. Según las Partidas de Alfonso X el esclavo podía ser liberado si era hijo, madre, padre, hermano, maestro o ama del dueño; si le había librado de la muerte; si el amo se quería casar con su esclava; cuando hacía saber al rey que alguien había forzado a una mujer; cuando descubría a un hombre falsificando moneda; si el dueño obligaba a su esclava a la prostitución; si se casaba con mujer libre y el amo lo sabía; cuando moraba como libre durante diez años en la tierra de su señor o veinte en otra; si un esclavo de judío, moro o hereje se convertía al cristianismo. Esta normativa ya no estaba en vigor en la España moderna, donde los mecanismos de liberación eran más limitados.

En primer lugar, la libertad se podía obtener por cláusula testamentaria, según la cual el dueño otorgaba la libertad, total o condicionada a servir cierto número de años a su mujer o herederos, alegando como razones para este comportamiento el afecto y buena disposición que guardaba hacia la persona del esclavo. Pero la liberación por testamento no estuvo muy extendida: en la Granada del siglo XVI, tan sólo 48 esclavos fueron liberados en una muestra de 1622 testamentos, y 11 de ellos con condiciones, siendo frecuente que a veces los herederos no quieran cumplir las últimas voluntades de sus familiares. En los testamentos gaditanos se dan cuenta de diversas situaciones: algunos se limitan a mencionar a sus esclavos como si fueran una propiedad más, otros los ceden gratuitamente a algunos de sus parientes o disponen su venta, otros testadores manumiten a alguno de ellos con (que es lo más habitual) o sin condiciones previas, otros benefician con la manumisión a unos esclavos sí, y a otros… no hay, pues, ni mucho menos, una regla fija.

El segundo procedimiento era la carta de ahorría, otorgada generalmente cuando el esclavo compraba personalmente su libertad o mediante el rescate de sus familiares, lo que era más fácil cuando era norteafricano o morisco. Si el esclavo se liberaba a sí mismo, el dinero que pagaba a su amo lo había conseguido mediante las propinas y dádivas ahorradas, por el trabajo realizado en favor de su dueño, o por pedir limosna en el interior de la ciudad. La liberación por rescate será el medio más empleado en Córdoba a finales del siglo XVI, donde existían numerosos esclavos moriscos que fueron liberados gracias a los sacrificios económicos realizados por sus familiares. Por lo que se refiere a Granada, el número de ahorrías es mínimo si lo comparamos con el de compraventas, siendo la proporción de un 12%. Tan sólo una tercera parte de las liberaciones fueron gratuitas, y muchas de ellas incluían condiciones que limitaban la libertad de la persona manumitida, en tanto el precio del rescate era absolutamente arbitrario, y a menudo desorbitado, no dependiendo su monto ni del género ni de la condición étnica, sino de factores meramente individuales. En Huelva, por su parte, el 71% de los esclavos recibió la libertad de forma gratuita, aunque parece ser que tamaña generosidad por parte de los propietarios se debía principalmente al deseo de deshacerse de los esclavos menos productivos.

En contraste con la numerosa bibliografía generada por los esclavos, la historiografía española en general y andaluza en particular se ha ocupado en menor medida de los libertos, olvido que contrasta con el hecho de que, en algunos casos, su número no resulta en modo alguno despreciable: entre 1683 y 1749 fallecieron en Cadiz un total de 465 libertos. Hay además un numeroso grupo de hombres libres pertenecientes a diversas minorías étnicas, que no nos atrevemos a considerar como libertos por no ser mencionados como tales en la documentación, pero que tampoco nos atrevemos a descartar como antiguos esclavos, por cuanto, individuos que en los libros de defunciones aparecen definidos simplemente, como “negros” o “turcos”, a la hora de acudir a su testamento hacen referencia a una vida pasada de esclavitud.  Sea como fuere, su número alcanza su punto culminante en los primeros veinte años del siglo XVIII, debiendo coincidir con una oleada masiva de manumisiones, se mantienen en cifras muy altas durante los años veinte y treinta, y comienzan a disminuir en picado a partir de esta década. Aunque el número de libertos fallecido no sea demasiado alto en relación al total de esclavos muertos, sí es cierto que la diferencia entre ambos, aunque existente, se acorta con el tiempo, lo que nos indica cómo la posibilidad de obtener la libertad debía estar relativamente abierta, y esta posibilidad se hace cada vez más factible a medida que avanza el tiempo. En cualquier caso, durante este período, y si tomamos en consideración a esclavos, libertos, y hombres libres, las minorías étnicas sumaban un porcentaje bastante importante de la población, lo que nos permite afirmar que la sociedad gaditana, al menos durante los momentos finales del Seiscientos y los años iniciales del siglo XVIII era, en buena medida, una sociedad multiétnica.

A pesar de haber logrado la libertad,  no solían pasar de una situación de marginalidad. En la Sevilla del siglo XVI, por ejemplo, intentaban ante todo conseguir el título de vecino, formar un hogar y buscar trabajo, y algunos (muy pocos) se habían casado y engendrado hijos antes de ser esclavizados, intentando entonces recomponer su familia. Los musulmanes solían volver a su patria o permanecer en Sevilla trabajando, en tanto que negros y canarios se quedaban en la ciudad o iban a América. Se empleaban en los oficios más bajos (les estaba vedado el abrir un taller propio y no podían ser maestros) como cargadores, grumetes, albañiles, carpinteros y zapateros, y algunos vivían de la caridad o del robo, recibiendo entonces los mismos castigos que los esclavos (azotes y amputación de las manos). El rechazo social que sufrían les impedía integrarse plenamente en la ciudad, estando muy extendido el alcoholismo. Muchos de ellos buscaron una oportunidad yendo a América como criados.

Autor: Arturo Morgado García

Bibliografía

FRANCO SILVA, Alfonso, La esclavitud en Sevilla y su tierra a fines de la Edad Media, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1979.

IZQUIERDO LABRADO, Julio, La esclavitud en la Baja Andalucía (II). El difícil camino hacia la libertad, Huelva, Diputación Provincial de Huelva, 2004.

MARTÍN CASARES, Aurelia, La esclavitud en la Granada del siglo XVI, Granada, Universidad de Granada, 2000.

MORGADO GARCÍA, Arturo, Una metrópoli esclavista : el Cádiz de la modernidad, Granada, Universidad de Granada, 2013.

STELLA, Alessandro, Histoires d´esclaves dans la Peninsule Iberique, París, Editions EHESS, 2000.