Las necesidades de mantenimiento de los barcos de la Carrera de Indias tras la larga travesía que realizaban para cruzar el Atlántico determinaron la aparición de actividades de carena en la bahía gaditana. A estas necesidades se unieron las de la conservación de los buques de la Armada. Tales labores se realizaban en lugares como el Puntal y el caño del Trocadero, donde se carenaban los buques de la Carrera de Indias, o el Real Carenero del Puente Zuazo, en el caño de Santi Petri, en el que, ya desde el siglo XVII, se llevaba a cabo el mantenimiento de los navíos de guerra del rey y que en el XVIII cumplió también funciones de arsenal. Como resultado de la política naval de Patiño, durante el reinado de Felipe V se acometió la construcción del Arsenal de La Carraca, que daría un fuerte impulso a la construcción naval en el ámbito de la Bahía. En el siglo XVIII quedaron definidos con claridad los dos polos principales vinculados a la industria naval en la Bahía: el Trocadero, dedicado al mantenimiento de la marina mercante, y el Arsenal de La Carraca, ligado a la Armada real.

El Real Carenero, auténtico antecedente del Arsenal de La Carraca, aparece ya citado en la segunda mitad del siglo XVII en la obra de fray Jerónimo de la Concepción, quien, al describir la Bahía, observaba lo siguiente:

Más adelante del río Guadalete entra otro brazo de río que dizen de San Pedro y a sus espaldas en un estero la Villa de Puerto Real. Y desde aquí hasta el río de Zurraque está poblado de salinas. Entra luego el Real Carenero, y Almacenes de la Armada, y después la Villa de Chiclana…

El Arsenal de La Carraca se proyectó en 1717 y su erección comenzó en 1724. El primer navío construido en aquel lugar fue el Real Familia, de sesenta cañones, en el año 1732. Anteriormente, ya se habían construido otros buques de guerra en Cádiz, como los navíos Andalucía, Hércules y la Galga. A mediados de siglo se había consolidado en La Carraca un pequeño núcleo de población con unas ochenta casas de madera y ciento cincuenta vecinos, en su mayoría jefes y encargados de la marina real, pues los individuos de las maestranzas que se empleaban en la construcción de los buques vivían en los pueblos vecinos de la comarca, especialmente Puerto Real, aunque también la Isla de León y Chiclana de la Frontera.

A fines de siglo, el Diccionario Geográfico de Antonio Vegas se refería a La Carraca como un

sitio pequeño, barrio de la Bahía de Cádiz, donde residen algunos Jefes de la Marina Real, que tiene allí grandes Almacenes de pertrechos Navales, municiones de guerra, y oficinas, laboratorios de jarcia, herrage, etc. y Astillero. Es el invernadero de todos los buques de la Real Armada pertenecientes al Departamento de Cádiz.

También a finales de siglo, el barón de Bourgoing dejó escritas en su obra Un paseo por España una serie de impresiones de una visita que realizó a La Carraca, lugar donde observó que se realizaban trabajos de construcción y carena de buques y elaboración de maromas y cables para los barcos. Sobre estos últimos destacaba que eran más duraderos que los de otros lugares, porque el cáñamo era peinado y despojado de las barbas de inferior calidad, utilizadas posteriormente para el calafateo de los navíos. Observó también que los almacenes de La Carraca estaban bien provistos de planchas de cobre procedente de Suecia y Trieste. Pero lo más interesante, sin duda, son las noticias sobre el emplazamiento de diques en el Arsenal. Las dificultades que oponía la naturaleza gredosa del terreno a la construcción de diques exigían tumbar los navíos sobre pontones para su carena. Sin embargo, la diligencia del subinspector Valdés, más tarde ministro de Marina, logró la puesta en marcha de un primer dique de construcción, posteriormente complementado con un segundo y un tercero, con capacidad para construir navíos de 64 cañones.

Como queda dicho, la puesta en marcha del Arsenal de La Carraca, así como la actividad naval relacionada con la navegación comercial a las Indias, impulsaron de manera decidida el auge de la construcción naval y de las industrias auxiliares, como la fabricación de jarcias y lona, en el ámbito de la bahía gaditana. Una buena muestra de ello es la nutrida presencia de calafates y carpinteros de ribera en sus poblaciones. A mediados del siglo XVIII, el número de empleados en estos oficios se aproximaba a 500, como puede verse en el cuadro adjunto, elaborado con datos del Catastro de Ensenada:

Calafates y carpinteros de ribera en la Bahía de Cádiz a mediados del siglo XVIII

Localidad Carpinteros de ribera Calafates Total construcción naval %
Cádiz 42 67 109 23,7
Puerto Real 83 63 146 31,7
Isla de León 37 20 57 12,4
Chiclana de la Frontera 32 7 39 8,5
El Puerto de Santa María 42 63 105 22,8
Rota 1 3 4 0,9
TOTAL 237 223 460 100

Fuente: Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Elaboración propia.

Como puede observarse, ya hacia 1750 Puerto Real era la población de la Bahía de Cádiz donde se concentraba un mayor número de calafates y carpinteros de ribera. El número de éstos no hizo sino aumentar a lo largo de la segunda mitad del siglo, al punto de que, a finales del mismo, el conjunto de ejercientes de ambos oficios en Puerto Real superaba ampliamente al total existente en toda la Bahía en 1750, situándose en torno a 700. Ello suponía que una cuarta parte de la población activa de Puerto Real estaba dedicada a dichos oficios, lo que pone de relieve la importancia de la construcción naval en la economía local y la fuerte impronta de aquélla en el devenir histórico de la población. En cualquier caso, parece clara la repercusión de las circunstancias bélicas de finales de siglo en un incremento de la demanda de buques de guerra, lo que se traduce en un aumento notable de la carga de trabajo en los astilleros de La Carraca.

Al tiempo que en La Carraca y en el Real Carenero del Puente Zuazo se llevaban a cabo labores de construcción y carena de buques de guerra de la Armada, existían diversas instalaciones para carenas de barcos de la Carrera de Indias en el Trocadero, mantenidas por los grandes comerciantes y compañías de comercio que en dicho caño tenían sus almacenes para el servicio de las naves de su propiedad. Las declaraciones para la Única Contribución nos permiten conocer algunas de ellas a la altura del año 1771. Así, Francisco de Tabernilla, vecino y del comercio de Cádiz, declaraba tener en el caño del Trocadero siete almacenes, cinco ranchos y una herrería, “que sirven cuando ay carenas”. La Real Compañía de San Fernando de Sevilla mantenía un almacén para custodiar los efectos empleados en sus embarcaciones y los que se destinaban a sus carenas. Por su parte, el Consulado de Cargadores a Indias disponía en la banda sur del caño, entre otras instalaciones, de un tinglado de madera cerrado que servía para rancho y alojamiento de las maestranzas que trabajaban en la carena de los avisos de Indias, cuyo despacho corrió a cargo del Consulado durante un cierto período de tiempo. Asimismo disponía de un obrador de veleros, diversos depósitos de pertrechos navales y clavazón y una cocina abovedada que servía para hervir la brea utilizada en las carenas. La compañía de Manuel Rivero e Hijos tenía diversas posesiones en la boca del caño, entre las cuales una herrería con su carbonera y una cocina que utilizaba la maestranza para comer en tiempos de carenas.

Un detallado plano del Trocadero que se conserva en el Servicio Geográfico Nacional, fechado en 1792, permite formar una idea exacta de las infraestructuras destinadas a carenas de buques existentes en el Trocadero a fines del siglo XVIII. Junto a numerosos almacenes, en una banda y otra del caño pueden distinguirse diversos fogones de brea, una herrería, un dique para maderas, un dique de carenas y una casa de bombas para el achique de agua.

La provisión de maderas y pertrechos para las reparaciones y puesta a punto de los buques corría a cargo de tratantes, que obtenían un buen provecho de su actividad. En 1760, Francisco Fernández del Ahedo, comerciante de El Puerto de Santa María, declaraba en Puerto Real un beneficio de 55.000 reales anuales por la venta de maderas y efectos para la composición de navíos. En aquella misma fecha se empleaba también en esta actividad Andrés Terras, con 30.000 reales anuales de beneficios declarados, y la Real Compañía de La Habana. En 1771, Diego Villaverde administraba dos almacenes de maderas en el Trocadero. En la misma fecha, encontramos un guarda de maderas de la Sierra del Segura.

Una actividad industrial auxiliar de la construcción naval que alcanzó un notable desarrollo en la Bahía de Cádiz, al socaire principalmente de la actividad del Real Arsenal, fue la elaboración de lonas, velas y jarcias. Los principales centros de producción de este tipo de efectos fueron Puerto Real, el Arsenal de La Carraca, el Real Carenero del Puente Zuazo y la Isla de León. Tanto en Puerto Real como en la Isla hubo fábricas dedicadas a estos productos sostenidas por la administración de Marina. Las Respuestas Generales del Catastro de la Isla de León señalan la presencia en 1752 de hasta 225 trabajadores empleados en tales labores, de los cuales, 10 maestros de hacer velas para la Real Armada con 4 oficiales, 49 tejedores de lonas, 94 hiladores, 2 maestros urdidores, 47 rastrilladores de las fábricas de lonas y jarcias y 19 peones del corcheo de la jarcia.

La fábrica de jarcia de Puerto Real aparece a comienzos del siglo XVIII y se mantendría hasta 1773, año en el que por Real Orden se dispuso centralizar en la fábrica de jarcias de La Carraca los trabajos que anteriormente se realizaban en el Real Carenero y en la fábrica de Puerto Real.

A fines del siglo XVIII puede constatarse la aparición en el contexto de la Bahía de Cádiz de algunas fábricas de jarcia y cordelería que no responden ya al impulso oficial, sino a la iniciativa privada. Los expedientes para el Censo de frutos y manufacturas revelan la existencia en El Puerto de Santa María de tres de estas industrias entre 1792 y 1797. Una de ellas era la fábrica de Valerio de Martino que, continua o eventualmente, proporcionaba trabajo a unas 90 personas entre rastrilladores, hiladores, corchadores, peones y mujeres que deshacían jarcia vieja para estopa. Esta fábrica empleaba como materia prima cáñamo en rama procedente de Italia y países del norte de Europa, jarcia vieja y alquitrán sueco. Otra fábrica de jarcia era la de Pascual Calamai, cuya producción comenzó en 1793. Un año después ya producía en torno a 800 quintales de jarcia y alrededor de 400 quintales de hilos y cordelería. En 1795 la producción había aumentado a 2.000 quintales de jarcia y 500 de cordelería. Por último, existe constancia de la existencia de una fábrica de jarcia propiedad de Juan Domínguez, que en 1794 empleaba a 5 rastrilladores, 20 oficiales y 10 aprendices.

Buques de guerra construidos en el Departamento Marítimo de Cádiz en el siglo XVIII

Nombre Tipo Cañones Año de botadura
Andalucía Navío 62 1730
Hércules Navío 60 1730
La Galga Navío 56 1731
La Real Familia Navío 69 1732
África Navío 74 1752
Aquiles Navío 74 1754
Firme Navío 74 1754
España Navío 68 1757
Conquistador Navío 60 1758
El Águila Fragata 28 1737
La Aurora Fragata 28 1737
Flecha Fragata 22 1753
Ventura Fragata 26 1753
Pena Fragata 26 1753
Venganza Fragata 26 1753
Júpiter Fragata 20 1753
Águila Fragata 26 1753
Liebre Fragata 34 1754
Venus Fragata 30 1755
Victoria Fragata 26 1755
Industria Fragata 40 1755
Preciosa Fragata 34 1791
Santa Rosa de Lima Corbeta 16 1787
Santa Eulalia Corbeta 8 1787
Santa Casilda Corbeta 8 1787
Descubierta Corbeta 20 1789
Atrevida Corbeta 20 1789

Fuente: Catálogo general de los buques de guerra que ha tenido la Marina española desde el año 1700.

Autor: José Luis Iglesias Rodríguez

Bibliografía

IGLESIAS RODRÍGUEZ, Juan José, “Actividades industriales en la Bahía de Cádiz en el siglo XVIII: Puerto Real, 1719-1798”, en DUBERT, Isidro y SOBRADO CORREA, Hortensio (eds.), El mar en los siglos modernos, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2009, tomo I, pp. 409-423.

QUINTERO GONZÁLEZ, José, El arsenal de La Carraca (1717-1736), Ministerio de Defensa, Madrid, 2000.

QUINTERO GONZÁLEZ, José, Jarcias y lonas: la renovación de la Armada en la Bahía de Cádiz. 1717-1777, Cádiz, 2003.

QUINTERO GONZÁLEZ, José, La Carraca. El primer arsenal ilustrado español (1717-1776). Ministerio de Defensa, Madrid, 2005.

TORREJÓN CHAVES, JUAN, “Astilleros, arsenales y buques del rey”, en La industria naval de la Ilustración en Andalucía. Actas de los VIII Encuentros de Historia y Arqueología: Andalucía en América, América en Andalucía, San Fernando, 1992.