La Fortaleza de La Mota se configura como una medina islámica dotada con uno de los más complejos sistemas ofensivos y defensivos de Al-Ándalus. En ella resalta la presencia de una alcazaba, de una zona residencial y de un área comercial (en donde estaría el zoco, la mezquita, el hamman, el alcázar, las viviendas particulares…), así como de varios arrabales (destacando, por su extensión, el posteriormente conocido como Arrabal de Santo Domingo).

Tras la conquista cristiana de la fortaleza en 1341, el rey Alfonso XI de Castilla fundaría la Real Abadía de Santa María de la Mota, cuya jurisdicción abarcaba los municipios de Alcalá la Real, Almedinilla, Castillo de Locubín, Carcabuey, Frailes, Noalejo y Priego de Córdoba.

Construido sobre la mezquita aljama, el primitivo templo abacial sería un edificio gótico de gran tamaño que sería totalmente remodelado entre 1517-1627, en tres etapas constructivas separadas entre sí por intervalos de tiempo (conviviendo durante algún tiempo la fábrica nueva con la vieja).

Único elemento de la primitiva construcción medieval sería la Capilla del Deán, situada en el costado sur de la iglesia mayor abacial, y que fue fundada a mitad del siglo XV como enterramiento del abad D. Juan Alonso Chirino -quien fuera deán de la Catedral de Córdoba-. De planta cuadrangular, lo más destacado es su portada, en estilo gótico isabelino, a modo de arco carpanel decorado con motivos vegetales y eucarísticos, y rematado con un arco conopial decorado con rosetas; al interior aparecen los escudos heráldicos de los Chirino y de los Padilla.

La primera etapa constructiva del edificio actual fue llevada a cabo bajo el gobierno del abad D. Juan de Ávila (1503-1556), siendo proyectada por el arquitecto Martín de Bolívar. Esta fase comprende la fachada principal y la parte de los pies del templo, organizada en tres naves de dos tramos cada una (conformadas por cuatro pilares que sustentan las bóvedas de crucería estrellada), sobre la que se dispone el coro y la torre de la iglesia. Se trata de arquitectura gótica complementada con decoración plateresca a base de heráldica, rosetas, veneras, molduras…

En este tramo se localiza la capilla bautismal, precedida por una bella portada que se decora en sus enjutas con efigies de perfil en tondos, y cubierta con una bóveda de casetones que, según algunos historiadores, puede ser obra de Jacopo Florentino.

La portada principal de la abadía, ubicada a los pies entre dos contrafuertes, está cobijada por un arco carpanel rematado por una cornisa. Consiste en un arco de medio punto con gran decoración en su rosca e intradós, flanqueado por columnas y con hornacinas entre los contrafuertes; en sus enjutas aparece el escudo del abad D. Juan de Ávila, sobre el que se dispone un entablamento, con una inscripción latina, rematándose con un frontispicio (formado por un medallón con dos aletones laterales).

Tras una interrupción de treinta años, las obras continuarían en tiempos de los abades D. Maximiliano de Austria, Obispo de Cádiz y de Segovia, así como Arzobispo de Santiago de Compostela (1582-1596), y de D. Alonso de Mendoza, Abad de Valladolid (1597-1616). En esta segunda etapa se acomete la remodelación del cuerpo central de la iglesia, siendo un proyecto dirigido por el arquitecto Ambrosio de Vico, contando con la colaboración de Ginés Martínez de Aranda y Miguel de Bolívar. En esta fase se realizó el cubrimiento del templo con una bóveda rebajada de ladrillo, obra de Francisco Gutiérrez, y con decoración mural de los Raxis.

En relación a los muros perimetrales de la iglesia abacial, éstos se organizan en dos pisos: el primero presenta tres capillas hornacinas y tres portadas, mientras que en el superior aparecen arcadas góticas. Es un estilo sobrio y austero, característico de Ginés Martínez de Aranda, quien también sería artífice de la sacristía y de las portadas.  Así, la Puerta del Perdón o Puerta Norte (tapiada) se estructura en dos cuerpos: el inferior, con un arco de medio punto, está flanqueado por dos parejas de pilastras toscanas, sobre las que se dispone un frontón curvo partido por un relieve de la Asunción de la Virgen, rematándose con frontón recto y un gran escudo del abad D. Maximiliano de Austria; a ambos lados aparecen otros escudos heráldicos, muy desgastados. Por su parte, la Portada Sur -que comunica con la Capilla del Deán- presenta un arco de medio punto con clave resaltada, enmarcado por una moldura rectangular, sobre el que se dispone un entablamento dórico con frontón triangular, rematado por el escudo abacial. Finalmente, la puerta de la sacristía es un vano adintelado, flanqueado por pilastras y rematado con un frontón curvo partido; sobre éste se dispone una cartela con epigrafía, coronada con frontón triangular.

La tercera y última etapa fue patrocinada por el abad D. Pedro de Moya, Obispo de Tuy (1621-1631), finalizándose las obras en 1627. Esta fase está marcada por las rectificaciones hechas al proyecto original de Ambrosio de Vico, ejecutadas por Luis González y el carmelita fray Cristóbal de San José, y que consistieron en hacer más profunda la cabecera del templo, levantando tres grandes arcos triunfales y cubriéndose esta zona con bóvedas elípticas en las naves laterales, y con cúpula en el presbiterio.

El mal estado de conservación que presenta la iglesia abacial se debe a la invasión napoleónica (1810), momento en que el templo fue desmantelado y convertido en cuartel militar. En su retirada, las tropas francesas incendiaron su fábrica, provocando el desprendimiento de la bóveda. A partir de este momento, la sede abacial fue trasladada a la Iglesia de las Mercedes en el Llanillo o parte baja de la ciudad de Alcalá la Real (en donde ya desde 1781 se encontraba el Palacio Abacial), y reconvertida la iglesia en cementerio municipal. La desaparición institucional de la Abadía en 1851 contribuiría al abandono y deterioro del edificio, arruinándose su cúpula pocos años más tarde.

Tras la Guerra Civil se iniciaría la restauración del inmueble, restituyéndose la parte de los pies. Así, a finales del siglo XX se consolidaría el chapitel de su torre, realizándose posteriormente la cubrición del templo; igualmente, se realizarían una serie de excavaciones arqueológicas y se procedería a su musealización.

Autor: José Manuel Almansa Moreno

Bibliografía

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