La institución de la Caridad hunde sus raíces en el siglo XV, cuando se dedicaba a enterrar a ajusticiados y ahogados en el río. En el siglo XVI su sede era la pequeña capilla de San Jorge, situada en el mismo lugar donde se emplaza el actual Hospital e Iglesia, por lo que hubo de derribarse para la nueva construcción. Esto es en el arrabal de la Carretería, cerca de la muralla que cercaba la ciudad. Los planos son de Pedro Sánchez Falconete y las obras terminaron en 1670. La institución durante esos momentos estuvo marcada por la presencia de Miguel de Mañara, quien ingresó en la como hermano en 1662 y tan sólo un año después era nombrado hermano mayor hasta que falleció en 1680. Dedicó todos sus esfuerzos a la construcción del hospital y la iglesia y a la asistencia de enfermos.

El Hospital se construyó aprovechando las naves de las antiguas atarazanas reales, edificadas por Alfonso X el Sabio en 1252, por lo que su planta de forma rectangular está determinada por las cinco naves preexistentes. Se accede mediante un patio obra probable de Leonardo de Figueroa, terminando esta obra hacia 1682. Está adornado con azulejos holandeses con escenas bíblicas. También la sencilla fachada de la iglesia se decora con azulejos, diseñados estos por Murillo, representan a San Jorge, Santiago, la Fe, la Esperanza y la Caridad. El interior del templo, con planta de cajón y una sola nave, también destaca por su sencillez arquitectónica. Destacan las bóvedas decoradas con yeserías con motivos naturales y las pinturas murales de Valdés Leal que representan a ocho ángeles con los atributos de la Pasión y en las pechinas a los cuatro Evangelistas. Den los muros laterales se disponen cuatro santos que destacan por su dedicación a las obras de misericordia: San Martín, Santo Tomás de Villanueva, San Julián y San Juan Limosnero.

Lo más interesante del conjunto reside en el programa iconográfico planteado por el propio Mañara, con un mensaje que incita a la práctica de la caridad cristiana como vehículo para conseguir la salvación eterna. El discurso comienza con las dos vanitas de Valdés Leal, una reflexión sobre la muerte: In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos), obra que representa como la muerte llega al hombre en un instante, triunfando sobre la vida, que es corta y Finis gloria mundi (el fin de la gloria del mundo), la muerte hace iguales a todos los mortales a pesar de como haya sido su vida y en la balanza (en la que está escrita la frase ‘ni más ni menos’), los pecados son contrapesados por la oración, la penitencia y la caridad. Los actos en vida nivelan la balanza hacia la salvación o el castigo eterno. A continuación, cuatro obras de Murillo con alegorías de la Misericordia narraban como su práctica lleva a la salvación del alma. La primera de las obras es Moisés haciendo brotar agua de la roca, como alegoría de dar de beber al sediento; la segunda representa la multiplicación de los panes y los peces, es decir, dar de comer al hambriento; Estas cuatro obras fueron robadas por el mariscal Soult en 1810, encontrándose actualmente repartidas por diversos museos europeos. En su lugar se han colocado paisajes con escenas bíblicas que rompen el discurso original, atribuidas a Miguel Luna.

El discurso culmina con el acto misericordioso de enterrar a los muertos mediante el retablo realizado por Bernardo Simón de Pineda entre 1670 y 1674 y con esculturas de Pedro Roldán que muestran el entierro de Cristo. En los laterales del retablo se encuentran las figuras de San Jorge y San Roque y en la parte superior la Fe, la Caridad y la Esperanza, en consonancia con la portada de la Iglesia.

En las paredes laterales de la iglesia existen otros retablos y pinturas de gran calidad que ayudan al concepto, como una pintura de Murillo de 1662 que representa a San Juan de Dios transportando a un enfermo; una Anunciación también de Murillo; el púlpito de hierro rematado con una escultura de la Caridad de Roldán; el retablo de la Virgen de la Caridad de Bernardo Simón Pineda con una pintura del Niño Jesús de Murillo; Santa Isabel de Hungría curando a tiñosos también de Murillo; el Santo Cristo de la Caridad de Roldán; el relieve del Ecce Homo de los Hermanos García; el relieve de San Jorge de Bernardo Simón de Pineda con escultura de Cristóbal Ramos y pintura de San Juan Bautista niño obra de Murillo. Por último, en el coro se dispone un gran lienzo de Valdés Leal que representa la Exaltación de la Santa Cruz.

En la sala baja situada en el patio principal, hoy dedicada a museo, se conservan varios objetos que pertenecieron a Mañara, incluso su máscara mortuoria. Lo más interesante es su propio retrato, realizado por Valdés Leal, así como un crucificado de Zurbarán, entre otras pinturas y obras de plata.

En 1856, Francisco Cansino y Patiño construyó la llamada Sala de San José. Fue inscrito como Bien de Interés Cultural en 1992.

Autora: Laura Luque Rodrigo

Bibliografía

BONET CORREA, Antonio, Andalucía barroca: arquitectura y urbanismo, Polígrafa, 1978.

LEóN ALONSO, Aurora, Iglesia y Hospital de la Caridad, Sevilla, 1976.

VALDIVIESO GONZALEZ, Enrique, SERRERA, Juan Miguel, El Hospital de la Caridad de Sevilla, Sevilla, Enrique Valdivieso, Juan Miguel Serrera, 1980

PALABRAS CLAVE: Hospital, caridad, Sevilla, barroco, Mañara