El Hebdomadario es el primer semanario informativo andaluz y el intento más serio de configurar una moderna prensa noticiosa en la Sevilla de la Ilustración. La ciudad es por entonces uno de los cuatro centros impresores más destacados de la Península, junto con Madrid, Barcelona y Valencia, como lo demuestra el vigor de la prensa popular y la propia gestación de este proyecto editorial. De la mano del impresor José Navarro y Armijo, inicia su andadura el semanario sevillano el 14 de abril de 1758, sólo dos meses después de que saliese en Madrid el novedoso Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico de Francisco Mariano Nipho. El Hebdomadario, que nace por encargo de un editor según reconoce el mismo Navarro aún no desvelado pero bien relacionado con las órdenes religiosas, copiará este modelo de prensa innovadora y hará suya la filosofía y la estética del diario madrileño: con una novedosa presentación a dos columnas, además de su revolucionaria organización de la información en secciones y la diferenciación de las noticias del aparato crítico-opinativo y del divulgativo.

Con el típico formato cuarto y sólo cuatro hojas propio de la prensa popular, una temática muy variada y un precio adsequible para cualquier bolsillo, apenas dos cuartos, el Hebdomadario se dirige al gran público. El periódico es concebido como una herramienta útil al servicio del progreso moral y económico. Según el mismo Navarro, efectivamente habrá de servir “para hallarse lo perdido, acomodarse los pobres  y divertirse los ricos” (30 de mayo de 1766). Por eso se le concede un lugar  privilegiado a la información de servicios: ofertas-demandas de empleo, alquileres, operaciones de compra-venta. El semanario se presenta, además de como  mediador de la actividad económica, como propiciador de una nueva ética social contraria a conductas contrarias al espíritu de esfuerzo y trabajo, tan ilustrada. Por eso se da prioridad a los anuncios de objetos perdidos o sustraídos y las consiguientes notificaciones de hallazgo o restitución, así como de las recompensas que se ofrecen. Es curioso como Navarro no omite su propia opinión al respecto de los robos: “más restituciones se hicieran, si no hubiera compradores codiciosos” (29-agosto-1766).

El Hebdomadario sale cada viernes mas un suplemento los martes, un ensayo que más adelante se abandonará posiblemente por las dificultades del propio proceso de obtención de las noticias y confección de la publicación. Los propios interesados comunican las noticias, sin recibir ninguna gratificación por ello. El sistema no estuvo exento de problemas y el propio Navarro se queja frecuentemente de los inventores, falseadores o difusores de bulos y el consiguiente perjuicio que provocan a la credibilidad de la publicación. Para noticias de otras localidades, con frecuencia, Navarro se vale de cartas de lectores como fuente informativa, así como de otras relaciones o gacetas. Toda ayuda es poca, según manifiesta Navarro en reiteradas quejas para un negocio con escaso margen de beneficio y en suma laborioso. A la búsqueda de la noticia, habría que sumar el ejercicio de redacción, corrección, composición, envio al Juez de imprentas para su supervisión, impresión y venta, que se hace en el mismo establecimiento así como en la calle a través de los ciegos o en la librería de la Alcaicería de la Losa.

La información económica ocupa un lugar destacado en el Hebdomadario: listas de precios (reseña de la hoja informativa que se publica en la ciudad), llegadas de los barcos de Indias con indicación de la mercancía, publicación de bandos, etc. Junto a ella, es importante la información comercial, particularmente de los nuevos negocios en la ciudad y la acción de emprendedores. Se puede rastrear en esta publicación la evolución del mercado del libro en la ciudad pues contiene abundante información sobre la aparición de nuevos papeles impresos y novedades editoriales, del propio negocio de Navarro pero también de otros talleres del gremio.

Le sigue en importancia la información relativa a sucesos, defunciones, noticias escabrosas, hechos extraordinarios, catástrofes naturales e inclemencias meteorológicas, asesinatos, suicidios, secuestros y todo tipo de desgracias humanas,  redactadas siempre con altas dosis de sensacionalismo y un inequívoco tono moralizante. En este punto, Navarro responde con habilidad por su conocimiento de las estrategias y recursos de la prensa popular. No es extraño, por ejemplo, que avance información breve de asuntos que prevé tratar con profusión de detalles en una hoja suelta al margen del Hebdomadario. Así lo hace, por ejemplo, a propósito de la noticia del Gigante italiano que peregrinó por España y se exhibió en la Corte, pasando luego a Sevilla. A través de distintos números se puede seguir su historia que, finalmente, Navarro dará a conocer en una relación.

También los asuntos políticos encontrarán espacio en el semanario. Por su singularidad, conviene subrayar la cobertura que hace de las elecciones a Síndico personero, con la publicación de los listados de candidatos y votos por parroquias. Con ocasión de la proclamación de Carlos III, y dada la naturaleza del acontecimiento, se aborda como asunto único a lo largo de tres números consecutivos, los festejos que tuvieron lugar en la ciudad en honor del nuevo rey, al modo que se hace habitualmente en las relaciones de fiesta.

Completan el Hebdomadario, la información de índole religiosa relativa a actos piadosos, cultos y diversas celebraciones, así como curiosidades eclesiásticas (serie iniciada el 30 de mayo de 1766). Convive esta información con las notificaciones de las reputadas instituciones culturales de la Ciudad, Regia Sociedad, Academia de Buenas letras, actos académicos en la Universidad, así como con noticias sobre las novedades científicas. No faltará tampoco la información cultural: eventos públicos, opera, actos literarios que figuran junto a las noticias de ferias, toros, representaciones callejeras… Una curiosa dualidad, entre lo más culto y lo más popular, que se mezclan en una publicación que nace al servicio de todos los públicos.

Sevilla se adentra con el Hebdomadario en una etapa nueva, la del periodismo moderno e innovador, y marcará tendencia. Sin embargo, no faltaron las dificultades para implantar el nuevo modelo informativo ni las reticencias del mercado para aceptarlo. La vida de esta publicación será azarosa con diversas interrupciones. En su primera etapa, que se extiende hasta el 9 de octubre de 1761 (el último ejemplar que conocemos), habrá de enfrentarse Navarro a las críticas de sus detractores e incluso a otras publicaciones como el Embromario o el Envoltorio, nacidas expresamente para desprestigiarlo. No sabemos qué ocurrió con la publicación después del otoño de 1761. Nuevamente volvemos a tener noticias el 30 de mayo de 1766 cuando inicia una segunda etapa. Posiblemente motivara a Navarro a aventurarse de nuevo en la empresa que su modelo de prensa hubiese calado con éxito en ciudades como Cádiz o Granada como reconoce un lector, un caballero militar residente en Cádiz, en una carta publicada en ese primer número. Incorpora ahora una Historia de Roma por entregas, notas de la Historia de España y una sección de sentencias morales, quizás como reclamo para ganar el favor de un público más culto.

El último número que conservamos de esta segunda etapa es del 16 de enero de 1767 pero no hay en él indicación ni de suspensión ni despedida del público, como suele ser costumbre en Navarro, por lo que deducimos que debió proseguir algún tiempo más.

Autor: María del Carmen Montoya Rodríguez

Bibliografía

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CHAVES REY, Manuel, Historia y bibliografía de la prensa sevillana, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, Servicio de publicaciones, 1995
CHECA GODOY, Antonio, Historia de la prensa andaluza, Sevilla, Alfar, 2011.
SAIZ, Mª Dolores, SEOANE, Mª Cruz (dir.), Historia del periodismo en España, Madrid, Alianza, 1996