Nació en Guadix en 1485 y murió en Santiago de Compostela, ya como cardenal en 1545. Educado por su tío Fray Hernando de Talavera, estudio Teología en París y Salamanca, fue colegial de Santa Cruz de Valladolid en 1509, lector de Teología en el Convento de Guadalupe de donde pasó a canónigo Magistral en Murcia desde donde fue a Guadix como obispo. Con los moriscos actuó primeramente en Valencia, a donde acudió enviado por el emperador y pese al esfuerzo por atraer a los moriscos a la obediencia de la Iglesia católica no obtuvo resultado alguno.
Después y desde Guadix intervino en la Congregación general de la Capilla Real de 1526 a propuesta del emperador sobre las quejas de los moriscos por el trato que recibían. Una comisión compuesta por él mismo y Fray Antonio de Guevara, que también había intervenido en Valencia, Juan de Quintana, colaborador del emperador y futuro consejero real en sustitución de García de Loaysa, Francisco de Utiel, capitular granadino como abad de Santa Fe, y Pedro López, canónigo granadino que realizó una visita; y la Junta acordó, a propuesta de Galíndez de Carvajal cinco puntos:
-Remedios para solucionar la situación y que los moriscos sean buenos cristianos.
-Lo que los prelados y el arzobispo de Granada deben hacer.
-Sobre la implantación de la Inquisición.
-Reformas para mejorar el comportamiento del clero
-Lo que los laicos deben hacer para este fin.
De todo esto solo se publicó un perdón general de Moriscos (7-XII-1526), no se benefician del perdón los alfaquíes que habían predicado o habían atacado objetos religiosos. Participó en la instauración de la Inquisición en 1526 y en 1529 accedió al arzobispado de Granada.
Su labor al frente de la Diócesis fue amplia, gestionó e solicitó ante el papa con la colaboración del Emperador la creación de la Universidad de Granada, lo que tuvo siempre como objetivo básico, cuatro de cuyas cátedras anexó al Cabildo y a la Capilla Real y en 1542 publica las Constituciones de la Universidad.
Reguló, en 1530 la vida del Cabildo catedral al que dio la Consueta o reglamento de funcionamiento, se preocupó del Colegio Eclesiástico, dándole unas constituciones, y consiguió que los beneficios eclesiásticos recayeran sobre naturales del reino en evitacion de que extraños ocuparan estos beneficios.
En 1541 fue promovido a Arzobispo de Santiago y más tarde en 1544 accedió al cardenalato.
Autor: Rafael Marín López
Bibliografía
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