La pintura de Francisco Pacheco es un referente del Manierismo en España. En estos versos Francisco Quevedo (+1645) describe los rasgos más significativos de la pintura de Francisco Pacheco: predominio del dibujo y una paleta de color que no atiende necesariamente al natural, es decir con licencias antinaturalistas. Francisco Pacheco no asistió a la corriente Manierista  surgida en Italia de primera mano, a diferencia de Alonso Berruguete, Pacheco no viajó a Italia. Como el mismo afirma, la maniera de Rafael, uno de sus referentes compositivos y en el predominio del dibujo, la conoció a través de grabados y estampas. Pacheco se formó en Sevilla, viajó a Toledo donde pudo contemplar la producción de El Greco y visitó el Escorial. En Pacheco no encontramos las licencias formales que se permite Berruguete, El Greco e incluso Il Parmigianino cuando nos presenta La Madonna del cuello largo; todos ellos artistas afines al Manierismo. En Pacheco el Manierismo se concentra en la incertidumbre que supone la exposición de la temática priorizando una escena hasta entonces secundaria, así como mediante la luz y la paleta de color fría, ajenas al naturalismo.

El estilo de Francisco Pacheco se define por dibujo y contorno exhaustivos, interés hacia las composiciones de Rafael Sanzio, concepción escultórica de la anatomía, expresiones dramatizadas y  simbolismos difíciles de interpretar. El Manierismo no se propone reproducir o mimetizar la naturaleza, sino que ofrece la imagen que el artista ha conciliado a través del acto del disegno. El disegno conlleva destreza para representar una cualidad abstracta. Rasgos propiamente manieristas en la producción plástica de Francisco Pacheco, se observan desde un punto de vista formal en la disposición del personaje principal a partir de una forma serpentinata o en “s” en los primeros planos, a la hora de representar escenas de las Sagradas Escrituras a partir de pasajes secundarios que dificultan la función devocional que cumplían los encargos de temática religiosa que prácticamente definen el conjunto de la producción plástica de Francisco Pacheco. Pero como afirma el propio Pacheco en su tratado El Arte de la pintura: “ el pintor y el poeta tienen igual licencia de hacer con libertad lo que quieren , esto se entiende en cuanto a la disposición de las figuras o historias, con el modo y proporción que quieren , mostrando a Julio César en la guerra farsálica en un acto, que por ventura no hizo, o cosas de este género; pero fuera de esto es obligado el pintor a proceder en todas sus obras  con proporción y arte”.

Sin duda, el retrato que hizo Diego Velázquez a su suegro Francisco Pacheco antes de 1623, lo inmortalizó; es fundamental para conocer a Francisco Pacheco teórico del arte y en su ejercicio como “veedor de pinturas sagradas” del Tribunal de la Inquisición en Sevilla, dedicación que consistió en supervisar y hacer cumplir la función moralizante, según los preceptos de la Contrarreforma, de las escenas representadas por los pintores afincados en Sevilla. Su servicio como veedor de pinturas sagradas y el Arte de la pintura (concluido en 1641- publicado en 1649 después de su muerte), uno de los dos tratados sobre teoría del arte que escribiera Francisco Pacheco, nos acerca a un Francisco Pacheco que ha dejado atrás sus experiencias manieristas en pintura. El  Arte de la pintura (1649) Francisco Pacheco argumenta la concepción del dibujo como disegno pero frente a la paleta de color manierista, ajena a lo natural, en este tratado justifica y enseña que el color en la pintura debe responder a estas tres categorías: hermosura, suavidad y relieve. La teoría del arte formulada y enseñada por Francisco Pacheco a través de su tratado resulta indispensable para analizar, interpretar y valorar la pintura barroca española, pero no podemos olvidar que Francisco Pacheco antes de ser teórico del arte ya tenía encargos para estofar y policromar esculturas, y contaba con el reconocimiento de pintor, como destacaba Francisco Quevedo a través de sus versos.

Autora: Aurora Arjones Fernández

Bibliografía

ARJONES FERNÁNDEZ, Aurora, “El Manierismo de Alonso Berruguete, El Greco e ‘Il Parmigianino’”, en ARJONES FERNÁNDEZ, Aurora, Santa Margarita de Il Parmigianino en la Colección del Ayuntamiento de Málaga, Málaga, Ayuntamiento de Málaga, 2015, pp. 11-14.

ASENSIO, José María, Francisco Pacheco, sus obras artísticas y literarias, Sevilla, 1886. Enlace: [http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id=1017777]

CEAN BERMÚDEZ, Juan Agustín, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, tomo 4, Madrid, Real Academia de San Fernando, 1800, p.21.

FERNANDEZ LÓPEZ, José Alberto, Programas iconográficos de la pintura barroca sevillana del siglo XVII, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2002.

VALDIVIESO, Enrique, SERRERA, Juan Miguel, Historia de la pintura española. La escuela sevillana del primer tercio del siglo XVII, Madrid, CSIC, 1985

“Por ti, honor de Sevilla,

El docto, el erudito, el virtuoso

Pacheco, con lápiz ingenioso

Guarda aquellos borrones,

Que honraron las naciones

Sin que la semejanza

A los colores deba su alabanza,

Que del cartón y plomo parecida

Reciben semejanza, alma y vida”

Francisco Quevedo (Ceán Bermúdez, 1800)