Desde hace varias décadas el grupo nobiliario durante la época moderna ha sido objeto de numerosos estudios, la mayoría dedicados a las grandes Casas y linajes asentados en los diferentes territorios de la monarquía hispánica. Las investigaciones realizadas desde diferentes perspectivas junto con la utilización de fuentes diversas y el uso de nuevas metodologías, han permitido una mejor compresión y conocimiento de la estructura, composición y dinámica de este grupo cuya relevancia social está fuera de toda duda.
El ducado de Arcos, fue uno de los estados nobiliarios de mayor extensión e importancia tanto en el contexto peninsular como en Andalucía, tierra en la que destacó junto con el de Osuna y Medinaceli. Entregado a los Ponce de León, tras haberse permutado con los Condes de Cádiz, dicho título fue sucediéndose por línea masculina hasta 1780, fecha en la que se incorporó al ducado de Osuna. En este recorrido una de las figuras más representativas del linaje fue don Joaquín Ponce de León y Lancaster, VII duque de Arcos, quien a diferencia de su antecesor, realizó una tarea legisladora digna de mención, redactando los denominados Capítulos del Buen Gobierno, documento de máximo rango en su jurisdicción de obligado cumplimiento en todos sus estados. Así mismo, merece destacar la labor urbanística y arquitectónica realizada en la ciudad de Marchena, convertida en la sede ducal en Andalucía, en la cual se reconoce la impronta dejada durante su mandato.
Don Joaquín contrajo su primer matrimonio en 1688 con doña Teresa Enríquez de Cabrera, que falleció en abril 1716 sin descendencia. Con 52 años y sin sucesión, resultaba urgente que el duque contrajera un nuevo matrimonio, acuciado por la falta de herederos que aseguraran la continuidad de la Casa. Tal vez esta situación, a los seis meses de ese mismo año y tras obtener la dispensa por parentesco, desposó en segundas nupcias con doña Ana Mª Spínola de la Cerda, 27 años más joven que él, tercera hija de don Carlos Felipe Spínola Colonna, IV marqués de los Balbases, y de doña Isabel Mª de la Cerda y Aragón. Este nuevo matrimonio fue bendecido nueve meses después con el nacimiento del primer hijo y heredero. La noticia muy pronto recorrió los cabildos de los diferentes estados, así por ejemplo, el 10 de agosto de 1717, reunido el capítulo de la villa de Arcos se procedió a dar lectura de la misiva del duque anunciando el nacimiento de José Ponce de León, marqués de Zahara, alentando a la celebración de unas corridas de toros para festejar la buena nueva. Las fiestas tuvieron lugar durante los días 24 y 25 de dicho mes y año. Nada hacía presagiar que dos meses más tardes, la misma ciudad vestiría de luto por el fallecimiento del recién nacido. No obstante el destino, volvió a bendecir la Casa con otros hijos que nacieron entre 1719 y 1726.
El 18 de marzo de 1729 murió don Joaquín, VII duque de Arcos. Su cuerpo fue depositado en la bóveda del Santo Cristo de San Ginés en la villa de Madrid, aunque posteriormente y por su expreso deseo, dichos restos fueron trasladados al convento de San José de Religiosas Carmelitas Descalzas de Ávila. Tal y como estipulaban las capitulaciones matrimoniales, doña Ana María quedó al frente de la Casa en calidad de madre tutora y curadora de los hijos menores, entre ellos del heredero, Joaquín Ponce de León Spínola, VIII duque de Arcos, que contaba por entonces con 10 años de edad.
Viuda a los 37 años con todos sus hijos menores, doña Ana Mª afrontó el gobierno de la Casa. Comenzaba así una etapa poco conocida y pendiente de estudio, tal vez por esa razón, se considera este un período de debilidad de la autoridad en el conjunto de los estados ducales, aunque debemos valorar la posición de la joven duquesa viuda comprometida a ejercer la jefatura de manera temporal en sustitución de un hombre de la talla de su marido, cuya personalidad había destacado en uno de las tramos más relevantes de la trayectoria del ducado. Igualmente es necesario reflexionar sobre el difícil papel que le tocó representar en situaciones conflictivas como por ejemplo, el pleito familiar desencadenado por el ducado de Aveiro, título que le disputó su cuñado Gabriel, hermano de don Joaquín, y que perdió. No Obstante, durante este período de “regencia”, según acredita la documentación conservada, la duquesa da muestras de una gran actividad, presidiendo numerosos eventos, tomando posesión de los diferentes estados entre los que señalamos Marchena, Mairena de Alcor, Guadajoz en tierras de Sevilla; Arcos, Rota y Chipiona en las de Cádiz ; Casares en Málaga, lugares en los que fue recibida con los honores y protocolos propios de la época y acordes a su rango, tal y como recogen las actas capitulares de los respectivos cabildos. Así mismo, tomó posesión de diversos patronatos, censos y tributos, rentas y demás bienes pertenecientes al mayorazgo de su hijo como legítimo heredero.
De la lectura de su testamento cerrado otorgado el 18 de julio de 1739, en plenas facultades físicas y mentales, se desprende algunas situaciones de tensión y conflictividad familiar a raíz del período en el que ejerció la tutela y curaduría de su hijo don Joaquín, heredero de la jefatura del linaje, el cual le pidió que rindiera cuentas de las gestiones realizadas, un gesto que describe con una cierta desazón reiterando que todo cuanto hizo fue por el bien de la Casa. El documento, deja entrever algunos entresijos familiares narrados con una evidente suavidad, dejando intuir un carácter conciliador que se ratifica conforme se avanza en la lectura del relato.
El 16 de mayo de 1745, en sus casas de la calle Alcalá de la villa de Madrid, fallecía a los 44 años doña Ana Mª Spínola de la Cerda, VII duquesa de Arcos, en compañía de su hijos, familiares y amigos. Los cuatro hijos que la sobrevivieron fueron cabeza del linaje, no obstante, ninguno de ellos tuvo descendencia, pasando la sucesión por línea colateral a doña María Ponce de León quien a su vez transmitió el título a su biznieta doña Mª Josefa Alonso Pimentel. Con ella el ducado de Arcos quedó definitivamente incorporado al de Osuna, que sucesivamente aglutinará otros títulos convirtiéndose así en una de las principales casas nobiliarias del siglo XIX.
Autora: María de la Paz del Cerro Bohórquez
Bibliografía
GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Francisco Javier, “Marchena y el VII duque de Arcos (1693-1729). Aspectos sobre el control del Estado Señorial” en ANDÚJAR CASTILLO, Francisco y DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo (eds.), El marquesado de los Vélez. Los señoríos en la Andalucía Moderna, Instituto de Estudios Almerienses, 2007, págs. 769-793
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ATIENZA HERNÁNDEZ, Ignacio, “Mujeres que mandan: aristócratas y ciclo vital en el siglo XVIII” en MORANT, Isabel (dir.), Historia de las mujeres en España y América. El mundo Moderno, Madrid, E. Cátedra, 2005.