Diego de Riaño fue un arquitecto español de la primera mitad del siglo XVI. Sabemos que era natural de la población cántabra de Hornedo, pero en cambio desconocemos la fecha de su nacimiento, que debió acontecer en las décadas finales del siglo XV.

Recibió una sólida formación como cantero en el taller de la catedral de Sevilla, aunque el profesor Alfredo Morales apunta a que su aprendizaje comenzaría hacia el año 1500. En la catedral estuvo trabajando a las órdenes de Juan Gil de Hontañón, al menos desde 1517. Ese mismo año tuvo que abandonar esta ocupación y marchar apresuradamente hacia Portugal, después de haberse enfrentado en una pelea con un compañero cantero, al que acabó ocasionando la muerte. Su huida le llevó a trabajar algunos años al servicio del rey de Portugal, hasta que su crimen fue perdonado por Carlos V y pudo regresar a España en 1523. A partir de entonces, Diego de Riaño comenzó a desarrollar una gran actividad constructiva, dirigiendo obras de notable envergadura, especialmente en Sevilla.

Se ha documentado una de sus primeras intervenciones en 1526, en la dirección de obras de la iglesia de San Miguel de Morón de la Frontera. Un año después, se hizo cargo de la construcción de la colegiata de Valladolid, habiendo sido uno de los arquitectos encargados de proyectarla. Fue su responsable hasta 1534, año en que falleció, estando precisamente en dicha ciudad, inspeccionado las obras.

Lo cierto es que Diego de Riaño vivió durante algunos años entre Valladolid y Sevilla, pues en esta última ciudad y en poblaciones aledañas, llegó a dirigir importantes empresas constructivas. Fue nombrado maestro mayor de las obras del nuevo Ayuntamiento sevillano en 1527, y apenas un año después, en 1528 de las de la catedral de Sevilla. A esta acumulación de destacados cargos se le sumó, al menos desde 1532, el de maestro mayor del arzobispado hispalense, tarea que le condujo a intervenir en el proceso de renovación y finalización de las fábricas mudéjares de numerosas parroquias: Aracena, Arcos de la Frontera, Aroche, Aznalcollar, Carmona, Chipiona y Encinasola.

La actividad arquitectónica de Diego de Riaño en Sevilla fue fundamental, llegando a ser considerado por el profesor Alfredo Morales, como el «renovador de la arquitectura sevillana del quinientos». En efecto, este artífice fue uno de los protagonistas del cambio estético que se produjo en la ciudad con la llegada de las nuevas influencias renacentistas. Su labor coincidió además con un momento de boyante actividad económica, gracias al tráfico comercial recientemente establecido con América.

Fue precisamente a causa de la creciente importancia de la ciudad, convertida en Puerto de Indias, cuando se decidió construir una nueva sede para el cabildo municipal, acorde con la nueva condición alcanzada. Diego de Riaño fue el encargado de concebir un edificio que proyectara con dignidad la imagen esplendorosa que Sevilla, como cabeza del imperio español, quería ofrecer de sí misma. Así, desde 1527 y hasta su muerte, estuvo al frente de la construcción de las Casas Capitulares, uno de los más celebrados ejemplos de arquitectura renacentista española.

En la catedral dio comienzo su labor concluyendo las obras que habían proyectado sus predecesores en el cargo de maestro mayor. Las capillas de San Gregorio y de la Virgen de la Estrella, ideadas dentro de los postulados de la arquitectura gótica, fueron replanteadas por Riaño de acuerdo con los nuevos aires renacentistas, tanto en su estructura como en su ornamentación. La sacristía de los Cálices, también inconclusa, fue incorporada a un complejo proyecto, ideado por Riaño en 1530, destinado a completar el ángulo suroccidental de la catedral. Este módulo de planta rectangular, incluía entre sus espacios una nueva sacristía, una sala capitular, un conjunto de patios y otras dependencias. Riaño no pudo ver concluido este ambicioso programa arquitectónico, pero antes de su muerte en 1534, había proyectado y dirigido parcialmente la construcción de sus espacios: el patio de los Óleos, la Sacristía Mayor y el muro que los encierra, la primera fachada renacentista de la arquitectura religiosa sevillana.

De todos ellos cabe destacar la Sacristía Mayor, obra capital de la arquitectura española del Renacimiento, que reúne novedosas soluciones constructivas y elementos estructurales y decorativos de clara influencia italiana. Su planta centralizada sentó las bases de un nuevo modelo de sacristía, que se difundiría en el territorio andaluz occidental durante las décadas posteriores. A pesar de que la historiografía tradicional ha argumentado la autoría de Diego de Riaño en esta construcción, el arquitecto y profesor Ricardo Sierra sostiene que su autor fue Diego de Siloé.

A este conjunto de edificaciones con las que se introduce el arte renacentista en la catedral, habría que sumar la portada lateral de la capilla de la Virgen de la Antigua, proyectada hacia 1534, poco antes de su muerte.

Autora: Carmen de Tena Ramírez

Bibliografía

ALONSO RUIZ, Begoña, “Diego de Riaño y los maestros de la colegiata de Valladolid”, De Arte, 3, 2004, pp. 39-53.

HERNÁNDEZ DÍAZ, José, “Arte y artistas del renacimiento en Sevilla”, en Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, tomo VI, Sevilla, 1933.

MORALES, Alfredo J., “Diego de Riaño en Lisboa”, Archivo Español de Arte, 264, 1993, pp. 404-407.

MORALES, Alfredo J., “Tradición y Modernidad. 1526-1563”, en Arquitectura del renacimiento en España. 1488-1599, Madrid, 1989, pp. 134-142.

MORALES, Alfredo J., “La arquitectura de la catedral de Sevilla en los siglos XVI, XVII y XVIII”, en La catedral de Sevilla, Sevilla, 1984, pp. 179-190.

SIERRA DELGADO, Ricardo, Diego de Siloé y la nueva fábrica de la Sacristía Mayor de la catedral de Sevilla, Sevilla, 2008.