Durante la época de la conquista de América era frecuente que los españoles enviaran cartas a la península; peticiones al rey donde reclamaban derechos y mercedes en función de las gestas conseguidas, y cartas a familiares y conocidos donde daban noticias del nuevo continente. Este flujo entre ambos lados del Atlántico se mantuvo muy activo durante toda la Edad Moderna, e incluyó distintos tipos de correspondencia; la enviada por las administraciones virreinales a la Corona, la correspondencia entre mercaderes, y las cartas familiares, de las que nos ocuparemos a continuación.

El proceso de colonización iniciado en el siglo XVI produjo la instalación de emigrantes en el continente americano, que quedaron separados de sus familias y amigos por medio de un océano. La necesidad de comunicarse con las familias dejadas atrás en España produjo el envío de correspondencia privada, parte de la cual se ha conservado en el Archivo General de Indias, dentro de las licencias de pasajeros que debían de presentarse para obtener los permisos de viaje.

Si bien existía el Correo Mayor de las Indias, éste se utilizaba fundamentalmente para las comunicaciones oficiales entre las instituciones de la monarquía, de forma que la correspondencia privada circulaba fundamentalmente a través de intermediarios. Así, aquellos que deseaban enviar cartas a España, buscaban personas que estuvieran haciendo el viaje de vuelta, fundamentalmente marineros, soldados, mercaderes o emigrantes retornados.

Los emigrantes instalados en América necesitaron muchas veces contactar con familiares y conocidos en España, ya fuera por asuntos familiares, o para la gestión de negocios, ya que muchos se involucraron en el comercio americanos a través de la Carrera de Indias.

Una parte importante de esta correspondencia se conserva en el Archivo General de Indias y ha sido publicada por Enrique Otte. Estas cartas eran enviadas desde América para contactar con las familias y, en la mayoría de los casos, pedir que se reunieran con el emigrado en Indias. Por este motivo se conocen como ‘cartas de llamada’, y muchas de ellas efectivamente acabaron produciendo el viaje del resto de la familia.

Si bien se ha denominado muchas veces esta correspondencia como `privada’, eran cartas que estaban escritas y pensadas para leerse por varias personas, e incluso para ser leídas en voz alta, ya que muchas veces los receptores no sabrían leer y escribir. Además, muchas estaban destinadas a formar parte de la solicitud del permiso de viaje. Su producción tampoco se hacía necesariamente en un contexto necesariamente íntimo, ya que aunque la población de la Edad Moderna aumentó su alfabetización, en la mayoría de ocasiones se utilizaban intermediarios para la escritura de documentación. Estos intermediarios podían ser familiares o conocidos que supieran escribir, o escribanos a los que se pagaba por su servicio. De este modo, los hombres y mujeres del Nuevo Mundo podían acceder a la escritura de cartas o de otro tipo de documentación, aunque no estuvieran alfabetizados.

El contenido de esta correspondencia es riquísimo en cuanto a información sobre la organización del viaje y la vida en Indias. Así, José Luis Martínez usó esta fuente para su trabajo sobre El mundo privado de los emigrantes en Indias (1992). Las cartas suelen iniciarse con un encabezamiento en donde se da cuenta de la situación del emigrado, su salud y su situación económica. En muchas se incluyen preguntas sobre la situación de la familia en España, ya que en ocasiones se contactaba después de varios años (incluso décadas) separados.

A continuación se hacía una invitación a reunirse con el emigrado en Indias. Normalmente se argumentaba la buena situación económica que se vivía allí, y gracias a ello, la posibilidad de hacerse cargo del resto de la familia. Muchas veces se dan indicaciones precisas para la organización del viaje, como por ejemplo, los lugares donde debían de quedarse en los puertos, o la ropa y la comida (matalotaje) que debía llevarse en el viaje en barco. Pero no todas las cartas incluyen una invitación; algunas sólo piden noticias de la familia, o se ocupan de la gestión de distintos negocios, sobre el patrimonio dejado en España o de envío de mercancías a Indias.

Es frecuente la aparición en estas cartas de aspectos afectivos; el amor entre los esposos o el despecho por el abandono, el cuidado y afecto por padres o hermanos, o la angustia por la separación y la falta de noticias. La emigración hacia América era un viaje sin retorno (muy pocos emigrantes volvieron en los siglos XVI y XVII), de forma que esta correspondencia refleja las consecuencias de esta separación.

Existe otro importante fondo documental de correspondencia enviada desde España hacia los familiares en Nueva España (publicado por Isabel Testón y Rocío Sánchez). Estas cartas se encontraron incluidas en procesos de bigamias seguidos por la Inquisición en México, de forma que reflejan los intentos de la familia desde España por contactar o denunciar al familiar que les había abandonado.

Un último caso destacable son las colecciones de cartas de mercaderes, como las que intercambiaron los hermanos Diego y Juan de la Cueva (publicadas por Patricio Hidalgo Nuchera). Habiendo emigrado Diego a Indias, envió abundante correspondencia a su hermano en Castro del Río (Córdoba), para la gestión de distintos negocios en España. Este tipo de documentación da una visión muy precisa sobre la complejidad de las relaciones transatlánticas y los recursos que los emigrantes utilizaron para desarrollar un comercio a larga distancia.

La correspondencia entre particulares es una de las fuentes fundamentales para el estudio de la vida cotidiana en la Edad Moderna. En el contexto del mundo atlántico, genera una importante información sobre las redes familiares creadas a ambos lados del océano, la vida en América o los negocios en la Carrera de Indias.

Como ejemplo, podemos ver la carta que Juan Cabeza de Vaca, instalado en la ciudad de México, escribió a su mujer Elvira de Cantalejos invitándola a reunirse con él en 1594. Para enviarla contó con la colaboración de Juan Lorenzo de Silva, que salía de camino hacia La Habana. A éste le dio la carta, poderes y dinero para organizar y financiar el viaje de su esposa y de la hermana de ésta, María de Cantalejos. Ambas recibieron la carta y finalmente solicitaron licencia para viajar dos años después, en 1596.

A continuación escribimos la transcripción de la carta de Juan Cabeza de Vaca a su esposa, incluida en el libro de Enrique Otte, Cartas privadas de emigrantes a Indias, (1988). La carta incluye todas las características generales de este tipo de correspondencia; la necesidad de tener noticias de la familia que ha quedado atrás, las instrucciones para el viaje y la alabanza de la vida en Indias.

Hermana mía:

Una recibí vuestra la primera semana del mes de abril de este presente año de noventa y cuatro años, y fue la primera que he recibido después de que aquesa tierra salí. Fue para mí mucho contento en saber que teníades salud y los niños y mi hermana María de Cantalejos y de todos los demás a quien tenemos obligación. Y en la carta que recibí se me da a entender no haber recibido ninguna mía, y son tres veces las que he escrito, y con ésta cuatro. Ahora un año escribí cartas con Juan Lorenzo, y no aportó a España, porque, cuando llegó a la Habana, ya la flota había salido, y yo le dí cien pesos de plata a ocho reales y un poder mío, y que le pudiera instituir, para que os trajese a esta tierra. Fuera para mi mucho contento, porque bien sé las necesidades que se pasan en esa tierra, y sabe Dios mi buen pecho, si quisiera, ser yo el portador.

[…]

El ir yo a esa tierra será tarde, y así podrán despachar luego y venirse con Juan Lorenzo o con quien su poder tuviere, que las mujeres que son honradas, honradas van y vienen. Si María de Cantalejos quisiere venir, digo que toda la costa y costas que hiciere en su venida y flete yo lo pagaré, y así digo a mi hermana María de Cantalejos que, si mi mujer hubiere partido de aquesa tierra para ésta, que venga con Juan Lorenzo de Silva o con quien mejor cómodo hallare, porque pagaré, como tengo dicho, todo lo que gastare y concertare. Porque en esta tierra no se sabe qué cosa es hambre, porque se coge trigo y maíz dos veces al año, y hay todas las frutas de Castilla, y muchas más de la tierra, donde no se echa de menos España, y así la gente pobre lo pasa mejor en esta tierra que no en España, porque mandan siempre  y no trabajan personalmente, y siempre andan a caballo. Pésame que nuestros hermanos hayan sido tan para pocos, pues como vienen otros muchos sin un real, no hayan sido para venirse a estar partes. A mi hermanas Juana Cabeza de Vaca y Francisca beso las manos, y así mismo a todas las personas a quien tengo obligación. No digo más, sino que Nuestro Señor les tenga de su mano.

Fecha en la ciudad de México, a veinte y cuatro días del mes de abril de mil y quinientos noventa y cuatro años, de v.m.,

Juan Cabeza de Vaca

(A Elvira de Cantalejos, que Dios guarde, y en su ausencia a María de Cantalejos, en la villa de Osuna, en la calle de Antequera).

Autora: Amelia Almorza Hidalgo

Bibliografía

HIDALGO NUCHERA, Patricio, Entre Castro del Río y México: correspondencia privada de Diego de la Cueva y su hermano Juan, emigrante en Indias (1601-1641), Córdoba, Universidad de Córdoba, 2006.

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María del Carmen, Desde la otra orilla: Cartas de Indias en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (Siglos XVI-XVIII), León, Universidad de León, 2007.

MARTÍNEZ, José Luis, El mundo privado de los emigrantes a  Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1992.

OTTE, Enrique, Cartas privadas de emigrantes en Indias. 1540 – 1616, Sevilla, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 1988.

TESTÓN, Isabel, y SÁNCHEZ, Rocío, El Hilo que une: las relaciones epistolares en el Viejo y el Nuevo Mundo (Siglos XVI-XVIII), Cáceres, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones; Mérida Junta de Extremadura, Editora Regional, 1999.

STANGL, Werner, «Consideraciones metodológicas acerca de las cartas privadas de emigrantes españoles desde América, 1492 – 1824. El caso de las cartas de llamada«, Jahrbuch für Geschichte, 47, 2010, pp.11-37.