Hacia 1569 nació en Lepe el autor del célebre Arte de los Metales, Álvaro Alonso Barba. Hijo póstumo de Álvaro Alonso y de su esposa, Teresa Barba. Sobre la primera etapa de su vida, transcurrida en tierras andaluzas, existen muy pocas referencias. En 1585 comenzó sus estudios de Artes en el colegio de Santa María de Jesús (Universidad de Sevilla) y entre los años 1592 y 1595 debió tener lugar su ordenación sacerdotal. No se conoce la fecha exacta de su viaje a América, pero se estima que ocurrió a comienzos del siglo XVII. Su destino en el continente americano fue Charcas, donde ejerció como sacerdote en diversos curatos: Tiwanaku, Lípez, Chuquisaca u Oruro, entre otros. La actividad minera de las regiones por las que transitó Alonso Barba capturó desde temprano su atención, y de forma paralela al ejercicio sacerdotal realizó estudios y experimentos en torno al beneficio de los metales, adquiriendo considerables conocimientos en metalurgia. Sobre sus prácticas metalúrgicas presentó un memorial al presidente de la Audiencia de Charcas, Juan Lizarazu, en 1634. Éste valoró favorablemente la labor de Alonso Barba y consideró que sería muy útil que conociera Potosí y pudiera realizar sus pruebas en ese centro minero. En 1635 Alonso Barba fue trasladado al curato de San Bernardo de Potosí.
Escribió un segundo memorial dirigido al virrey, conde de Chinchón, en el que prometía una mejora en el rendimiento del sistema de beneficio vigente. Aunque la ventaja de su método residía en la reducción de las costosas pérdidas de azogue, los mineros de Potosí, en un primer momento, se mostraron reacios a probar la aportación de Alonso Barba. Por su parte, los oficiales reales de Potosí y la Audiencia de Charcas consideraron realizable y útil lo que Alonso Barba prometía. Los conocimientos de éste y sus esfuerzos por adaptar el método de Medina o beneficio de patio a las condiciones ambientales y geográficas del altiplano andino así como a las características de sus metales, quedaron plasmados en el Arte de los Metales. Este libro, el primer tratado de metalurgia escrito en América, fue enviado a la Península para su aprobación y publicación en 1637. Dos años más tarde recibió el juicio favorable del censor y en 1640, la primera edición del libro vio la luz. El alcance de la obra de Barba fue enorme, prestigiosas revistas científicas se hicieron eco de su publicación al poco de haber acontecido y en las escuelas de minas americanas y europeas se convirtió en un manual indispensable.
El proceso de Barba o método de cazo y cocimiento, llamado así porque la amalgamación se realizaba dentro de cazos de cobre puro, supuso una mejora del proceso vigente. Consistía en la mezcla de la mena molida, con agua y mercurio en los cazos o calderas de cobre a las que se aplicaba calor hasta llegar a la ebullición, que debía mantenerse todo el tiempo que durase el proceso, sin dejar de añadir agua. Los cazos disponían de una especie de molinillo con el que se movía la mezcla. El método lograba producir plata en caliente sin pérdida de azogue y mucho más rápido que la amalgamación en frío. La descripción del proceso en el Arte de los Metales, contribuyó a su amplia divulgación; de ese modo, un siglo y medio después, en el contexto de las reformas borbónicas, el alemán Ignaz von Börn presentó un nuevo procedimiento de amalgamación (el método de barriles) basado en la variante introducida por Alonso Barba.
En 1649, Alonso Barba solicitó a la Audiencia una licencia para viajar a Castilla y estudiar las minas de plata andaluzas. El interés por aplicar sus conocimientos en la metrópolis, según el mismo relata, surgió a raíz de las noticias que un minero proveniente de Niebla, ya fallecido, había dado a vecinos de Umasuyu relativas a la presencia, en su región de origen, de rica plata en piedras que habían sido consideradas de plomo. Alonso Barba, conocedor de la riqueza minera del sur peninsular, dio por cierta esa información y pensó que la explotación de esos yacimientos empleando las nuevas técnicas desarrolladas en América podría dar sustanciosos beneficios. No obstante, no obtuvo respuesta a su solicitud y en 1654 Alonso Barba decidió escribir directamente al monarca. El permiso para viajar y emprender una expedición científica por Castilla llegó en 1657. En 1658 embarcó en Buenos Aires de regreso a Europa en una embarcación holandesa que lo llevó a los Países Bajos. Finalmente, llegó a Madrid a comienzos de 1659.
En la Corte expuso sus impresiones sobre la situación de la minería en América y en la Península, así como sus propuestas para estimular la producción minera peninsular. Dotado de los recursos necesarios, se desplazó al sur de España con objeto de examinar los yacimientos mineros de esa región. Como resultado de esa expedición científica redactó, entre 1659 y 1662, varios memoriales donde exteriorizó sus ideas y planes para la explotación de las minas andaluzas (entre ellas, Aracena, Guadalcanal o Cazalla) y también de los yacimientos ubicados en San Sebastián y en la serranía de Madrid, lugares que había visitado antes de trasladarse al sur. Su propuesta abogaba por la necesidad de cambiar el régimen de explotación de las minas y centros metalúrgicos que en el sur peninsular se encontraba en manos de la Corona, pues consideraba que sólo con la intervención del capital privado se podía activar y potenciar la actividad productiva de los mismos. Asimismo, consideraba preciso simplificar las diligencias burocráticas que rodeaban el descubrimiento, registro y explotación de nuevas minas. El crítico momento que atravesaba la Corona, debido a la disminución de metales preciosos procedentes de América, parecía propicio para atender la propuesta del lepero. Pese a ello, la respuesta de los Consejos de Indias y Hacienda no fue favorable y en 1660 Felipe IV rechazó el proyecto. Desde luego, la privatización de centros mineros potencialmente lucrativos no entraba en los planes de la Corona. De todas formas, se reconocieron los esfuerzos realizados por Alonso Barba y recibió como premio la chantría de la catedral de La Plata.
Su regreso a Charcas para ocupar ese puesto se dilató en el tiempo. En dos ocasiones obtuvo el permiso real para viajar, pero en ambas quedó anulado por nuevas diligencias y encargos menores en la Península. En 1662 recibió una tercera licencia para volver a Charcas, pero por entonces su delicado estado de salud le impidió realizar el largo viaje. Falleció en su casa de Sevilla el 25 de octubre de 1662.
Autora: Isabel María Povea Moreno
Bibliografía
BARNADAS, Josep M., Álvaro Alonso Barba (1569-1662). Investigaciones sobre su vida y obra, La Paz, Biblioteca Minera Boliviana, 1986.
CASTILLO, Manuel y LANG, Mervyn Francis, Grandes figuras de la minería y metalurgia virreinal, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2006.
DÍAZ BLANCO, José Manuel, “Noticias nuevas sobre el metalurgista Álvaro Alonso Barba: la negociación cortesana de 1660”, en Llull: Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, 35/76, 2012, pp. 317-338.
Título: Portada de la primera edición del Arte de los Metales (1640) Fuente: Dominio público
Título: Detalle de una página del Arte de los Metales Fuente: Dominio público
Título: Herman Moll, Map of South America, c.1715. Detalle del Cerro de Potosí Fuente: Dominio público