La fiesta de San Antonio en Caniles es una fiesta patronal. ¿A qué se debe el patronazgo de San Antonio en Caniles? Desde luego es electo por el pueblo. ¿Pero por qué? No sabemos con exactitud, al menos no se ha encontrado documento alguno que ratifique porqué San Antonio llega a ser patrón de Caniles. Podemos lanzar una hipótesis bastante probable pero con los materiales con que contamos no lo afirmaríamos categóricamente. Recoge Ladero Quesada: “las fiestas cívicas de cada localidad solían combinar dos elementos: por una parte la conmemoración y culto al patrocinio de la ciudad y por otra el recuerdo de algún acontecimiento de singular importancia en su historia”. El acontecimiento de singular importancia para el pueblo pudo ser la entrega pacífica de Caniles por los moros a los Reyes Católicos, en la persona de Don Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla. El día en que se rindió pacíficamente la población musulmana, no sin antes prender fuego a algunas de sus casas, fue el día 13 de junio, o un día próximo a él, de 1489, día en que celebra el santoral la festividad de San Antonio.
Parece que desde el principio hubo dos imágenes y hasta tres en las parroquias de Caniles, además del de la ermita de San Sebastián. En el inventario de Santa María de 1625 se dice que hay “una imagen grande de san Antonio de Padua de talla con niño en la mano y además otra de San Antonio”. En el inventario de la parroquia de San Pedro del primer día de septiembre de 1765, entre las alhajas, aparece “una diadema de plata, que pesa once onzas y media, dos bujías en el altar de San Antonio, un arca grande con espaldas”. Se da por sabido que hay una imagen aunque ésta no está inventariada. Sin embargo ya aparece en varios inventarios posteriores como el de la parroquia de Santa María de don Antonio Ruiz del Peral entre las imágenes pertenecientes a la antigua parroquia de San Pedro de 1877.
Ya, en 1926, en época de Don Juan Manuel Varón, en su Inventario de la Iglesia Parroquial de la Villa de Caniles en la nave central coloca la imagen de San Antonio de “talla en madera antigua y de mérito”, mientras que en la capilla que lleva el nombre del Rosario, al lado de la Epístola está el “Altar de San Antonio con su retablo estilo Renacimiento, blanco y dorado, su hornacina con cristal en el centro donde está colocada la imagen de San Antonio tallada en madera y de mérito, bien conservada tamaño 1.50 además dos repisas a los lados del altar con las imágenes de San Antón y Santa Lucía talladas en madera tanto la una como la otra y las dos de mérito, terminando el retablo un lienzo en cuadro pintado al óleo con la imagen de Jesús crucificado tamaño 2.50 x 1.50. Tiene todo lo necesario para celebrar.”
Por último, en la Relación de objetos destruidos en la guerra civil consta un “San Antonio de Padua talla antigua, valorado en 4,000 pesetas” y otro “San Antonio tamaño grande 180 talla antigua valorada también en 4,000 pesetas.” Así mismo en la ermita de San Sebastián consta también un “San Antonio de Padua, antiguo y mucho mérito valorado en 3,000 pesetas y un altar tallado y sin dorar cuyo valor serían 2,000 pesetas.”
La imagen actual consta en el archivo como la quinta imagen que entra en Caniles, posiblemente en 1940 ó 41, pagada por el pueblo y que costó 3.000 pesetas. Esta se corresponde con un santo franciscano con su hábito marrón propio de la orden de los frailes menores de San Francisco de Asís. Su cara es de una gran dulzura y sencillez como corresponde a su naturaleza y humildad. Lleva en sus manos un precioso niño, seguramente lo más valioso de esta imagen, con las manos abiertas y dirigidas hacia el santo. Presenta pequeño hábito, con cinta dorada a la cintura y sobredorado con colores tenues y pies descalzos y desnudos. Lo adorna una sencilla corona de plata. La imagen está localizada en el templo en un doble altar que comparte con San Blas. Este altar está inventariado en 1947 como un retablo de madera, renacimiento, 6 x 4 costeado por doña Joaquina García Zabala y con valor de 6.000 pesetas. La mesa de altar y la predela dan lugar a dos hornacinas doradas adornadas con unos rayos que parten de la cabeza de ambos santos. Las hornacinas están separadas entre sí por una gran cruz que llega hasta el final del retablo acabado en un arco y coronado con un gran sol. Bajo el altar se han colocado los símbolos o emblemas de ambos santos.
La fundación de la hermandad de San Antonio tuvo lugar en la iglesia parroquial de San Pedro, sita en el Barrio Bajo el día 4 de mayo de 1659 “por el Beneficiado Antonio de Rus, Presbítero que lo es de dicha parroquia y otros muchos vecinos de esta villa devotos del glorioso San Antonio de Padua, patrono electo por esta villa que su imagen está en dicha parroquia, atendiendo a los muchos milagros que en esta villa y sus vecinos ha hecho, experimentados en tantas ocasiones y continuando su devoción; han tratado de instituir y fundar la hermandad a advocación del glorioso Santo”.
En esa misma fecha se redactan las constituciones aprobadas el día 9 de mayo de ese mismo año por don Francisco Ruiz Noble, Provisor y Vicario general de Baza en nombre de fray José Laínez y Gutiérrez, obispo de Guadix y Baza (de 1653 a 1667). El día 10 de mayo se empiezan a recibir hermanos y se dan a conocer a todos las constituciones “y habiéndolas leído de verbo ad verbum todos dijeron que las compartían y las consintieron y dieron por buenas y bien hechas y se obligaron de las guardar y cumplir con mucho fervor de servir a Dios nuestro Señor y al glorioso Santo.”
En dichas constituciones se establece que los hermanos han de ser 85, repartiéndose en seis cuadrillas de a catorce hermanos. Habría un hermano mayor, elegido de entre una terna propuesta por el hermano mayor saliente, oídos los cuadrilleros. El nombramiento ha de ser el Domingo de Carnaval por la mañana, ya que por la tarde se hace la fiesta con procesión a la que deben acudir todos los hermanos con sus hachas de cera. Al ser patrón electo de Caniles, el concejo celebrará su fiesta el día de su onomástica, 13 de junio, y a esta fiesta deben colaborar los hermanos con dos cuadrillas con sus hachas de cera.
Otros fines de esta hermandad es asistir a los entierros de los hermanos y sus familiares, así como a los entierros de los pobres de solemnidad. Si se faltase a esto la pena era de media libra de cera para el fondo de la hermandad.
El primer hermano mayor, que permanece dos años por su buen hacer, es Marcos Sánchez. La hermandad empezó con una gran fuerza. Lo primero que deciden es hacer un arca de pino con llave para guardar la cera. En ese mismo año, en septiembre, se afanan por construir la capilla del Santo, obra que han de llevar a cabo entre todos los hermanos “y el que faltare a dicha obra se condenará a pagar”. El ocho de marzo del año siguiente se propone y se aprueba hacer un guión: “lo concertaron de escultura en setenta reales, y de dorarlo en sesenta y que tomasen ciento y treinta reales y para los mangotes el uno blanco y el otro negro o morado, con que se repartió a cada hermano dos reales”. En junio de 1661 el beneficiado don Antonio Rus propone la construcción de un tabernáculo para el Santo, por lo que se establece el acuerdo para que se haga el retablo pagando los hermanos seis reales y cuartillo. En febrero de 1664 Francisco de Galdona, Hermano Mayor, propone dorar el altar y ofrece 500 reales de su caudal por un total de 1.700 reales.
En este momento la hermandad está en pleno auge y parece lo suficiente madura para nombrar Hermana Mayor a Josefina Rodríguez Fernández, viuda de Juan de Perea Hidalgo, reuniendo la mayoría de votos. Tenemos la primera mujer Hermana Mayor el día 7 de febrero de 1665.
Lógicamente, el empobrecimiento de la parroquia de San Pedro y el despoblamiento del barrio Bajo, hasta el punto de que en 1788 se suprime la iglesia de San Pedro como parroquia, trae consigo los problemas en la hermandad en cuyo cabildo del 19 de marzo de 1696 se da un ultimátum a los hermanos “porque la hermandad está muy pobre y tan falta de cera que no tiene sino es cinco codales de hasta una libra cada uno que todos pesarán cinco libras con poca diferencia y sobre los hermanos están con tan poco ánimo que ninguno acude así a los entierros como procesiones y todo está perdido y acabando dicha hermandad de forma que si no se pone cobro se perderá fatalmente cosa que será de grande sentimiento para todos”, para que el 15 de agosto, si no han acudido a meter en el arca su hacha nueva de cuatro libras de cera, no se admitieran más, sean pocos o muchos, y los que queden serían nombrados hermanos perpetuos. Y parece que no acudieron muchos, porque solo hay un último cabildo el año siguiente y cierra el libro el secretario Juan de Morenilla.
En la Santa Visita de 1787 a la Iglesia de San Pedro, el obispo fray Bernardo de Lorca en el mandato 3 correspondiente al 25 de abril dice: “que habiéndose extinguido hace años la hermandad y por estar dicha efigie por su antigüedad maltratada y no a propósito de exponerse al culto, con el valor de una cruz de plata de once onzas de peso se costee renovar dicha efigie. Lo más curioso de ese mandato es que manda que en lo sucesivo, no pongan a dicha efigie un manto de damasco celeste antiguo que ha advertido su Señoría Ilma. puesto por ser ridículo por su color”.
Desaparecida la hermandad en 1696, vuelve a refundarse en la iglesia de Santa María el año 1779. Tenemos constancia de la primera de las actas de este segundo periodo el 12 del mes de febrero, en que se celebra el cabildo junto con los hermanos de San Sebastián, según consta en “el Libro de la Hermandad de San Antonio de Padua que se ha comprado a expensas del Hermano Francisco Sánchez Montañés su actual secretario en este presente año de 1779”. Este será el primer libro de la Hermandad en Santa María.
En el cabildo de 21 de febrero de 1841 se acuerda pasar la fiesta, que se acostumbra a celebrar el Domingo de Carnaval, al lunes, a petición del párroco don Antonio Franco, para que coincida con la fiesta de la Hermandad del Crucificado que se hace el lunes. Parece ser que no fue muy bien esta fecha porque el día 13 de marzo del 1859 se traslada al segundo día de Pascua de Resurrección, “por no caber en los días de carnaval como se ha tenido por costumbre”. Vuelve a cambiar la fecha en cabildo del 7 de abril de 1863, para ponerla el Domingo de Sexagésima, “por no tener lugar el segundo día de Pascua de Resurrección”. En 1887 vuelve al segundo día de Carnaval. Posteriormente se unirán en una la fiesta religiosa y la civil en la onomástica del santo. Será la celebración actual del día de San Antonio.
Hasta el año 1921 hacen la fiesta los hermanos mayores o los hermanos en general, por orden de lista y si alguno no accede a preparar la fiesta, se expulsa de la hermandad. El 15 de febrero de 1915 son nombradas Hermanas Mayores doña Amalia García Carpio y doña Enriqueta García García. Además de la fiesta del Santo y los entierros, el Viernes Santo, durante los oficios de Semana Santa, también asisten los hermanos, con sus hachas de cera parda al entierro de Nuestro Señor Jesucristo, así como el ya indicado último domingo de abril. El último cabildo se celebra el 5 de febrero de 1921.
Ha habido ocasiones en que se ha celebrado triduo, pero en la actualidad se suelen hacer novenas desde el día 5 de junio hasta el 13, víspera del Santo. En todas estas fechas sólo se celebra la Eucaristía con el Rosario y la Novena. Antes se traía un predicador de aquellos de las frases en latín. Desde hace años se reparten los sermones los sacerdotes hijos del pueblo o algún amigo o conocido de los hermanos mayores. Actualmente se han puesto de moda los sermones temáticos.
Los auténticos días de fiesta son el 12, víspera y el 13, fiesta patronal. El día de la festividad del Santo tiene dos momentos álgidos: la misa y la procesión. Por la mañana, la Misa Solemne suele ser predicada y presidida por el párroco, acompañado por hermanos, fieles y autoridades municipales. Durante la Eucaristía se bendicen los “panecillos de San Antonio” y se reparten al final de la Santa Misa. Esta tradición tiene como objeto el guardar el panecillo en una bolsa blanca durante todo el año, pasado ese tiempo, se moja en agua y se ofrece a los pájaros. Se decía antaño que nunca faltaría pan en la casa donde había estado. La Procesión suele ser a las ocho y media de la tarde, precedida del rezo del Santo Rosario. A la imagen de nuestro Patrón le acompaña el co-patrón, San Sebastián. Asisten a ella toda la hermandad, representación de las distintas hermandades y cofradías, los feligreses en general, la corporación municipal y la banda da música.
Autores: Amalia Vidal Torres y Juan Antonio Díaz Sánchez
Bibliografía
DÍAZ SÁNCHEZ, J. A. (ed.), “La parroquia de Santa María y San Pedro de la villa de Caniles: notas de su historia, fondos documentales y arte”, Péndulo. Papeles de Bastitania, nº 14, Baza, (2013), pp. 209-226.
DÍAZ SÁNCHEZ, J. A., Pregón a la Hermandad de San Antonio, patrón de Caniles, Caniles, 05-VI-2017, inédito.
DÍAZ SÁNCHEZ, J. A. y VIDAL TORRES, A., Informe histórico-antropológico de la “Festividad de San Sebastián en Caniles: «El Robo del Santo», inédito.
VIDAL TORRES, A., “El calendario festivo en Caniles: nuestras fiestas ayer y hoy. 4ª parte”, Péndulo. Papeles de Bastitania, nº 8, Baza, (2012), pp. 247-264.