Ventura Rodríguez es sin dudas el precursor de las pautas neoclásicas y uno de sus grandes promotores gracias al trabajo y diseños realizados en la Academia. Este análisis se centra, en cierto modo, sobre su labor principal en Andalucía, dentro de las directrices marcadas por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de dotar nuevos espacios eclesiásticos el antiguo reino de Granada.

Ventura Rodríguez nace en Ciempozuelos en 1717, en el seno de una conocida familia asentada en la localidad. Su padre Antonio Rodríguez es alarife y profesor de arquitectura, participando como maestro de obras en varias construcciones significativas de la zona toledana. Desde pequeño demuestra su habilidad como dibujante, formándose en las obras reales de Aranjuez con Marchand, Galuchi y Bonavia (1700-1760); y, más tarde, en Madrid, con Filippo Juvarra (1678-1736) y después con Sacchetti (1690-1764). En 1741 era aparejador segundo del Palacio Real de Madrid.

Se trata de un arquitecto de hondas raíces castellanas, que no tuvo el periplo vivencial del Grand Tour ni la formación romana, como si pudieron disfrutar otros arquitectos becados como Juan de Villanueva o Domingo Lois, pero conoció mediante la estampa buena parte de la moderna arquitectura europea, donde Bernini y Borromini habían sido los paradigmas anteriores. Su estilo marcadamente singular, en el que la raíz herreriana de El Escorial se deja advertir bajo formas neoclásicas, atrae al monarca incluso frente al propio maestro Sacchetti, designando el proyecto de Rodríguez para la construcción de la Capilla del Palacio Real de Oriente (1749). Será en estas fechas cuando alcance su plenitud haciendo la iglesia de San Marcos en Madrid, las reformas de la Basílica de El Pilar de Zaragoza. Su fama lo lleva a desempeñar durante dos ocasiones la dirección de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Sin embargo, como apunta Carlos Sambricio, eso no fue óbice alguno para que ciertos académicos arquitectos lo desplazaran a partir de 1760, aunque fuera nombrado arquitecto de la Villa de Madrid en 1764.

Efectivamente, con la llegada de Carlos III, sus obras en la Corte decaen apartándolo de las obras reales junto a Sacchetti en 1760, en pro de otros arquitectos del periodo napolitano como el palermitano Francesco Sabatini (1722-1797). Por esas fechas, había diseñado un proyecto para el Real Colegio de Cirugía con sede en Barcelona (1761), edificio licitado y ejecutado según las directrices de Ventura Rodríguez quien había innovado en esta tipología en otra serie de proyectos no realizados como el Hospital General de Madrid o el Hospital de San Lázaro de Málaga (1783).

Este punto de inflexión en su trayectoria tras el rechazo del monarca a favor de los arquitectos italianos,  no vería mermado su poder ya que el 18 de octubre de 1766 el Consejo de Castilla lo nombra arquitecto supervisor de todos los planos que necesiten aprobación del Consejo, según las nuevas directrices ordenadas seis años atrás. Esto permitiría al arquitecto contar con la supervisión de todas las obras de patrocinio del Consejo. Esto implicaría su participación de forma activa en múltiples revisiones de proyectos ya diseñados por otros arquitectos y maestros de obra, así como su implicación directa en la realización de nuevas propuestas como las que se llevarían a cabo en Andalucía.

En este sentido, Carlos III como monarca y católica majestad del territorio reconquistado, recupera el privilegio de Patronato Regio de la corona española sobre estos lugares hispanomusulmanes, siguiendo así los parámetros de la Bula de Alejandro VI otorgada a los Reyes Católicos en 1500. Una Real cédula firmada en El Escorial en 1773 hace que los planos de reforma y construcción de cualquier edificación religiosa adscrita al arzobispado de Granada deba contar con la aprobación de la Academia de San Fernando. Así, la corona, poseedora de tal privilegio, expone su nuevo quehacer institucional a través del lenguaje clásico, independientemente de la localidad o pedanía donde haya que reformar el templo o construirlo para tal efecto. Interior, primando el tabernáculo en la composición del espacio, y exterior, dialogarán perfectamente en esta nueva simbiosis ilustrada propia del ámbito cortesano y marcadamente ejemplarizada en Andalucía con estos nuevos proyectos. Granada cuenta con un número significativo de trazas de Ventura Rodríguez como la iglesia mayor de Loja, Vélez de Benaudalla, Algarinejo, Cájar, Alcútar de Bérchules, Molvízar, Talará y Picena entre otras localidades. Todas ellas fueron llevadas a cabo por arquitectos de la confianza de Rodríguez como Domingo Lois Monteagudo, Domingo Thomás o Francisco Aguado.

Ventura Rodríguez pese a no haber visitado la provincia de Almería diseñó toda una serie de edificios religiosos y civiles de carácter singular como el Ayuntamiento de Vera, anterior al edificio actual, así como la ampliación de la iglesia parroquial de Vera.  Encontramos otros proyectos significativos como el no ejecutado para la iglesia de Alhabia, la cúpula y tabernáculo del templo parroquial de Berja, destruido en el terremoto de 1804, el trascoro y el tabernáculo de la Catedral de Almería, en Níjar o en la proyección de la cúpula de Gádor junto a dos portadas no construidas para la misma iglesia. El templo más significativo proyectado por Ventura Rodríguez en la provincia de Almería fue el templo de San Sebastián y San Ildefonso de Olula del Río. El dibujo que consta en la Biblioteca Nacional de 1780 denota la depuración formal de un arquitecto maduro y permite entender las claves de esta nueva arquitectura consolidada por el patrocinio regio. Planta de cruz griega en su interior y estructura centralizada, deja tras el altar mayor otras dependencias que no afectan al diseño puro. Sencillez llevada a su máximo esplendor. Un modelo de planta experimentado por Ventura Rodríguez en la Corte madrileña, e incluso en la cabecera de la iglesia de la Encarnación de Loja, que ahora aquí se despojaba de todo ornato.

Sin embargo, varios años atrás en Granada realizará una de las obras más destacadas de Ventura Rodríguez en toda Andalucía: la Colegiata de la Encarnación de Santa Fe, ubicada sobre la antigua iglesia que se encontraba en ruinas en 1764. El arquitecto madrileño se servirá de los planos llevados a la Academia de Fernández Bravo, cambiando la orientación en eje hacia la plaza. Esta construcción  se inicia en 1771, dos años antes del referido decreto de obligatoriedad, por lo que adquirirá un valor paradigmático de las nuevas ideas ilustradas.

La fachada principal de la nueva Colegiata de Santa Fe pone de manifiesto las premisas estéticas de Ventura Rodríguez para los diseños y reformas de las iglesias del Arzobispado granadino. Sobriedad y majestuosidad, con una grandilocuencia formal abrumadora por la escala teniendo en cuenta la trama urbana en la que se procede a instalar. Un pórtico triunfal con cuatro columnas adosadas, sobre pedestal, con hornacinas en cada uno de los intercolumnios nos dan buena cuenta que estamos ante una obra señera por su relevancia simbólica e histórica. No en vano, en Santa Fe se firmaron las Capitulaciones del Nuevo Mundo y por ello, desde la perspectiva de conectar la monarquía ilustrada de Carlos III con el esplendor de los Reyes Católicos, se colocan en hornacinas por primera vez en la historia de la arquitectura andaluza a los dos reyes flanqueando el templo, en el lugar que suelen ubicar san Pedro y san Pablo. Es todo un alegato político que se refuerza en el friso corrido de la fachada: ESTA ES CASA DE ORACION REAL DE SANTA FE Y FUERTE CONTRA ARAGENOS. Remata esta lectura un frontón triangular en el que se inserta el escudo de Carlos III, sobre el cual aparece una alegoría de la Fe sin vendar y victoriosa que mira hacia la plaza. Rematan el conjunto monumental realizado en ladrillo y piedra, dos torres elegantes y retranqueadas en su cuerpo superior, una serie de hachones coronados reforzando el sentido regio del patrocinio y del propio lugar como antiguo real campamento. Entre las dos torres y sobre el cierre de la nave, en lo alto del gran ventanal, entre los referidos hachones se ubica una cabeza pétrea del moro Tarfe, en la que aparece clavada en símbolo de victoria con dos palmas la lanza con la cartela Ave María que había servido de mofa y que inspiró la reyerta legendaria entre Garcilaso de la Vega y Tarfe. Todo este discurso político y lleno de referencias estrictas a 1492 y a la Toma de Granada no llevan implícita una programación similar en su interior. Todo lo contrario, la sobriedad alegórica vendrá dada por un extraordinario juego cromático de la propia geometría de sus bóvedas. Se trata de una iglesia de cruz latina, con transepto poco desarrollado y tres naves. Ventura Rodríguez, prima al igual que otras estructuras espaciales de esta ilustración un cierto espíritu jansenista de renovación espiritual en la que el tabernáculo donde se encierra Cristo consagrado va a ser fundamental. Una nueva religiosidad conforme a la nueva arquitectura para alejar todas las supercherías del tardobarroco andaluz e implementar un modelo acorde a los postulados de la corona borbónica.

Autor: David Martín López

Bibliografía

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GUILLÉN MARCOS, Esperanza. Santa Fe. Granada, Colección Libros de la Estrella, Diputación de Granada, 2003.

GIL ALBARRACÍN, Antonio. El templo parroquial de Berja y D. Ventura Rodríguez. Almería, GBG, 1993.

MORENO RUBIO, Juan. Ventura Rodríguez. Un arquitecto en la Ilustración. Madrid, Anexo Editorial, 2017.

SAMBRICIO, Carlos. Territorio y ciudad en la España de la Ilustración. Madrid : Ministerio de Obras Públicas y Transportes, Centro de Publicaciones, 1991.