Josefa de Villavicencio fue hija, esposa, hermana, madre, abuela, sobrina, tía y prima de marinos de guerra, miembros de la Armada española. La práctica totalidad  de sus parientes masculinos lo fueron y la práctica totalidad de sus parientes femeninos contrajeron matrimonio con miembros de la Armada. Su historia personal se inscribe en una dinámica de parentesco con fuerte rasgos endogámicos, muy común en el seno de la Armada española, en la que los matrimonios entre primos eran frecuentes comenzando por su propio enlace con su primo hermano.

Josefa fue la mayor de diez hermanos, cinco hombres y cinco mujeres, nacidos entre 1776 y 1797. Sus cinco hermanos varones se incorporarían a la Armada a muy temprana edad teniendo América como destino común. Con diecinueve años, el treinta de junio de 1796, contrajo matrimonio con su primo hermano Juan de Dios Ramos-Izquierdo Villavicencio, en ese momento Teniente de Fragata de la Real Armada,  cumpliendo con los requisitos imprescindibles en su caso, la dispensa por el parentesco de consanguinidad que le unía a su futuro marido y la preceptiva licencia real que todo miembro de la milicia debía solicitar.

La vida de Josefa de Villavicencio, como la del resto de sus parientes femeninos, posee las características generales de los roles de esposas y madres de la época pero con la peculiaridad de unas vidas marcadas por el desempeño profesional de los miembros varones de la familia que, entre otras cosas, les exigen prolongadas ausencias que harán de ellas las auténticas cabezas de familia en el devenir cotidiano.

Ella fue testigo de la invasión Napoleónica,  de la guerra de la Independencia, de las Cortes de Cádiz, sufrió la epidemia de 1800 y el sitio de Cádiz y supo de la pérdida de las colonias americanas. Todo ello en su calidad de gaditana, por su residencia en la Isla de León, y como un eslabón en los mecanismos de reproducción social  de la institución militar con la que convivió toda su vida. Una vida, por otro lado, marcada por las graves crisis políticas y económicas de una etapa histórica especialmente convulsa en la que la Armada española tuvo un papel de intenso protagonismo. Crisis que marcaron un período de decadencia del país y especialmente de la propia Armada que, en pocos años, verá disminuir gravemente sus efectivos y que, además, tendrá graves problemas para satisfacer los sueldos de los marinos y pondrá en graves aprietos su subsistencia y la de sus familias.

El conjunto de normas referidas al ingreso de los oficiales de la Armada española, a lo largo del S. XVIII y parte del XIX, contribuyeron a conformar un grupo social cerrado con características altamente endogámicas. El destacado papel jugado por muchos de sus componentes individuales, y como institución militar en su conjunto, a lo largo de este complejo período histórico, proporcionó una elevada visibilización del conjunto de hombres que de múltiples maneras formaron parte de sus filas. Una visibilización que se contrarresta con la invisibilidad de las mujeres que, aunque de forma indirecta, sin duda también formaron parte activa de la propia institución militar. Ellas desempeñaron sus papeles tradicionales de esposas y madres en las estructuras familiares dominantes pero además fueron centrales en los procesos de reproducción social como transmisoras de los valores propios de la Armada que incluía los mecanismos internos de autoreclutamiento a través de sus propios hijos.

La reconstrucción de las redes familiares de Josefa de Villavicencio se ha basado en  la información que aparece en la documentación obligatoria que debían presentar los aspirantes para el ingreso como Guardia Marina en la Armada española. En esta documentación constan los datos de padre, madre, abuelos paternos y abuelos maternos y, en algunos casos, los datos de hermanos así como otros miembros allegados. También utilizamos los datos que aparecen en los libros sacramentales, en este caso de la Iglesia de San Francisco (San Fernando, Cádiz) donde aparecen reseñados bautismos, matrimonios y defunciones que incluyen datos de los familiares directos de las personas aludidas. Todo ello nos permite comprender cómo se construían estas familias nucleares compuestas por padre, madre e hijos con un papel destacado de los ascendientes. Josefa de Villavicencio nació en una familia de marinos de guerra y formó junto a su marido una gran familia  que proporcionó nuevos miembros a la institución militar aunque, contrastando los datos cronológicos y las historias individuales de sus miembros varones, estuvo alejada de la mayoría de ellos y prácticamente no conoció a sus nietos.

Los expedientes de ingreso, sus  hojas de vida profesionales y otros documentos que aparecen en los dosieres de los marinos de guerra  (Archivo del Museo Naval de Madrid y Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán en Viso del Marqués) nos proporcionan datos sobre la historia profesional de los miembros masculinos de esta saga familiar. Hemos de deducir la vida de Josefa de Villavicencio, como el de otras muchas mujeres en su misma situación, de los silencios y de los recodos de los datos que nos hablan de largas ausencias  de la mayoría de sus parientes varones. Podemos aventurar que tuvo noticias directas de la batalla de Trafalgar a través de su hermano Francisco embarcado en la Escuadra Combinada del Teniente General Federico Gravina, en el navío Argonauta, con la que combatió en el Cabo Finisterre y en la batalla de Trafalgar, en 1805, donde fue hecho prisionero. O que supo de las guerras por la independencia de las colonias americanas  a través de su hermano pequeño Rafael, en el Virreinato de la Nueva España. Su hermano Felipe de Villavicencio será destinado en el Apostadero de Lima y “morirá de consunción en Jauja en el 27 de julio 1818”. En 1810, José marcha para América desde donde solicita, en 1825, permiso para quedarse retirado la isla de Cuba. En 1816, su hermano Antonio solicita permiso (que será denegado) para incorporarse al Cuerpo de Dragones de Chile donde se quedará definitivamente. Su hermano pequeño, Rafael, se incorporará al empleo de Guardia Marina en 1812. En 1844 se encontraba destinado en Filipinas y morirá en España en 1877. A partir de 1810 la trayectoria profesional de sus hermanos les alejará casi definitivamente. Se puede decir que no volvió a ver a sus hermanos.

¿Y las hermanas de Josefa de Villavicencio? La situación de los miembros femeninos de su  familia se puede reconstruir a partir de sus enlaces matrimoniales ya que los propios requisitos del Monte Pio y la obligatoriedad de solicitar permiso para contraer matrimonio visibilizan a “las mujeres de la Armada”. Estos datos nos hablan de un sistema de parentesco regido por estrategias que propician enlaces intrafamiliares. Así, las hermanas Josefa, Juana y Mª Dolores y sus sobrinas María y Elena, hijas respectivamente de Mª Dolores y de Francisca (otra de las hermanas)  se casarán con parientes cercanos, todos ellos miembros de la Armada

Su papel se aclara todavía más con aquella parte de la documentación que refleja la grave crisis económica y la absoluta carencia de recursos que afectó gravemente a la Armada española de la época y que llevará a situaciones límites en lo cotidiano. Unos datos que revelan su papel crucial como auténticas gestoras y administradoras de los desarrollos familiares y de las unidades domésticas en este  período de especiales dificultades económicas. Los datos obtenidos ilustran ese carácter de élite de la institución que, sin embargo, no se corresponde, desde luego en el período estudiado, con la situación económica y financiera. Una crisis que tendrá graves repercusiones en el ámbito político y militar pero que, sin duda, creará además situaciones críticas en los ámbitos domésticos para todos los protagonistas de su historia, hombres y mujeres.

Una situación que se extiende a todo el colectivo militar y se alarga en el tiempo. La situación de sus padres llega a ser crítica. El 22 de septiembre de 1823, es la propia madre de Josefa de Villavicencio, María Francisca Rodríguez de Arias Angulo, la que dirige un escrito al Rey en el que le manifiesta su situación desesperada por la falta de alimentos y medicinas necesarias para la subsistencia. Un año después su padre, Felipe de Villavicencio, Jefe de Escuadra de la Real Armada, vuelve a pedir socorro por no tener ya nada que vender para el sustento familiar. Esta situación, crítica para muchas familias de la Armada española en el primer tercio del S. XIX, se refleja en las peticiones y solicitudes realizadas a sus superiores que aparecen como un parte significativa en sus propios expedientes profesionales.

Josefa de Villavicencio nació, vivó y murió ligada a los avatares de la Armada española del tiempo que le tocó vivir. Recordar que fue hija, esposa, madre, abuela, prima, tía y sobrina de miembros de la Armada española nos ayuda en la reconstrucción de su itinerario vital y en la comprensión de su percepción del mundo y contribuye a continuar profundizando en la historia de la institución militar desde la perspectiva de la historia social.  

Autora: María Dolores González Guardiola

Bibliografía

GONZÁLEZ GUARDIOLA, M. Dolores, “Género, parentesco y procesos de reproducción social en la Armada española. El caso de Josefa de Villavicencio (1776-1837)”, Investigaciones Históricas, 36, Universidad de Valladolid, 2016,pp. 81-99.

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