La historiografía ha destacado el papel clave jugado por Pedro Machuca en la formación del lenguaje manierista italiano, sobre todo en su tendencia más apasionada y patética, así como la trasposición de este estilo a España.

Sin embargo, son pocos los datos biográficos que conocemos de Machuca. Nació en Toledo y allí comenzó su formación artística, luego continuada con una larga estancia en Italia. La investigadora Nicole Dacos piensa que dicha estancia tuvo lugar entre 1512 y 1520. Durante este periodo diferentes referencias a un tal “Pietro Spagnolo” lo vinculan con el universal Miguel Ángel Buonarroti y la realización de algunos trabajos de naturaleza efímera para la Fiesta de Agone en 1515. Dos años más tarde pinta una de sus más conocidas obras pictóricas, La Virgen y las ánimas del Purgatorio (Museo del Prado), única obra firmada de su producción. Fruto del ambiente cultural en que la pintó se aprecian en ella algunos de los estilemas propios de la producción de Miguel Ángel, como el poderoso dibujo de la composición, matizado asimismo por la influencia de Rafael. Tales fueron sus fuentes de inspiración. De hecho, se considera que también formó parte del taller de Rafael, colaborando en los múltiples trabajos que le llegaban al maestro en esos años. En concreto se consideran de Machuca los cartones para tapices con representaciones de los Hechos de los Apóstoles para la Capilla Sixtina, y varios frescos ejecutados en la Capilla Ponzeti (Santa María de la Pace), en la Loggia y Stuffeta del Cardenal Bibbiena y en la Loggia de León X. A la influencia artística de estos iconos artísticos se une la de Leonardo, pues se cree que Machuca fue el copista de la Batalla de Anghiari que se conserva en el Palacio Vecchio de Florencia.

Respecto a su obra, en 1515 realizó una representación de la Virgen con el Niño que se conserva en la Colección Graf Matuschka de Berlín, siendo la cabeza de serie de un conjunto de obras que realizó sobre la misma temática. La de la Galería Borghese se estima que fuera ejecutada en 1518 y tiene por referentes compositivos a la Virgen de la Silla y a la Virgen de Loreto de Rafael. Encontramos en esta pintura un recurso típico de Machuca como es ordenar a los personajes a través de la gradación lumínica. En 1520 tenemos a Machuca de vuelta a España, primero en Jaén donde pinta y dora el retablo de la Virgen de la Consolación de la catedral. De este encargo sólo se ha conservado la pintura de la Virgen de la Cinta hoy en el Museo Diocesano, donde de nuevo recurre al claroscuro para jerarquizar la visión. Del mismo año es el Descendimiento del Museo del Prado, cuyo dibujo preparatorio se conserva en el Museo del Louvre. Los gestos grotescos característicos de los personajes secundarios de Machuca aparecen en la esquina inferior derecha: un hombre de rostro deforme y sombrero pintoresco, otro que da la espalda al espectador y se frota la pierna y hasta un niño con pañuelo atado en torno a la cara como si tuviera dolor de muelas. Es Machuca un pintor que valora la presencia de lo anecdótico.

Llegado a Granada Machuca se desempeña como escudero del Conde de Tendilla, alcaide de la Alhambra, quién debió conseguir para él la dirección de las obras del Palacio de Carlos V. En 1521 aparece pintando para el Retablo de la Santa Cruz de la Capilla Real junto a Jacopo Florentino, y en los años subsiguientes los encargos para diferentes templos de la provincia de Granada se multiplican, llevando a cabo una actividad frenética hasta el final de su vida. Junto al entallador Esteban Sánchez contrató numerosos retablos como los de Motril, Iznalloz, Íllora, Gójar, Montefrío, La Peza, Víznar, Pitres y Alhama, además de algunos en la capital como el de San Juan de los Reyes, el de San Matías y el de la capilla de los Pisa en el Convento de la Victoria.

En lo personal, Machuca casó con Isabel de Horozco, de cuya unión nacieron ocho hijos. De interés para la historia del arte serían su hija María que casaría a su vez con el escultor y arquitecto Juan de Orea, y sobre todo Luis, nacido en 1525, quién sabemos fue especialista en dorado y estofado de imágenes. Emulando su propia formación, Pedro Machuca mandaría a su hijo Luis a estudiar a Italia y, tras su muerte, le sucedería al frente las obras del palacio real de la Alhambra.

Autor: Adrián Contreras-Guerrero

Bibliografía

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