La Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla es uno de los tesoros del Barroco español ubicado en la capital de Andalucía. Por su recorrido histórico de más de dos mil años, sus extraordinarias dimensiones y su magnífico patrimonio artístico, la Iglesia del Divino Salvador es considerada el segundo templo más importante de la diócesis de Sevilla y uno de los más bellos de Europa.

En torno al siglo IX se construye la mezquita de Aljama de Ibn Adabbás (829 y 830), asentándose sobre los restos que pertenecieron a edificios públicos romanos y visigodos. La fábrica de la mezquita es cristianizada tras la conquista de Sevilla por el rey San Fernando en 1248. La mezquita se transforma girando el eje del culto y dedicando el patio de abluciones a cementerio. En 1661 se derriba la antigua mezquita y se levanta sobre la nueva planta un templo que, en 1679, se derrumba quedando sólo los muros. Durante este siglo y en adelante, se fue adosando una rica y extensa colección de retablos e imágenes sacras que otorgó a la iglesia de un valor artístico e inigualable. En 1712 se consagra el nuevo templo de tres naves con crucero, con una altura máxima interior de 24,25 m y un ancho de 34 m. Las aportaciones artísticas de este siglo, convierten el templo en un tesoro del barroco sevillano. Actualmente, tras las diferentes fases de restauración integral, el templo, declarado Bien de Interés Cultural de 1985, luce en su mayor esplendor, ubicado en una de las plazas céntricas de la ciudad, la plaza del Salvador. En su interior, el juego visual marcado entre sus veinte gigantescos pilares, nos invita a conocer los quince retablos utilizados como educadores sociales entre sus fieles y visitantes.

El altar mayor está presidido por el monumental retablo de la Transfiguración, obra de Cayetano de Acosta. (Portugal, 1709- Sevilla, 1778).  En 1770 y gracias al patrocinio de dos generosos donantes, los comerciantes Manuel Paulín y Francisco Javier Carasa, se comenzó esta gran obra que terminó en 1779, un año después del fallecimiento de su autor.

Iconográficamente el retablo trata el episodio de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor, al igual que el elemento central del retablo de Pablo de Legot que se muestra en la Sacristía Baja. Está estructurado en tres calles y organizado por cuatro grandes pilastras compuestas sobre basas soportadas por ángeles que apoyan en un rico basamento de mármoles rojos y negros. El cuerpo central, que aloja el sagrario y un manifestador con una bella Inmaculada rodeada de columnas salomónicas, se corona con una potente concha en la que se encuentra el Cristo, tallado siguiendo el modelo de la escultura San Longinos, de Bernini. A un lado está Moisés, y al otro Elías. A los pies del monte están sus discípulos más cercanos, San Pedro, San Juan y Santiago el Menor, que se encuentran arrodillados elevando su mirada. Sobre sus cabezas se eleva el monte Tabor y la nube que, según el relato evangélico, los cubrió mientras acontecía el suceso. Por encima de este elemento aparece el padre Eterno  envuelto en una capa roja, en medio de una explosión de rayos, extendiendo su mano hacia el espectador. Dentro de la riqueza escultórica que predomina en este retablo, merece resaltar el protagonismo concedido a las figuras angélicas, ya que aparecen en él un total de doce, organizadas en cuatro grupos de tres, y flanqueados éstos por otros ángeles entre los que se han identificado por sus atributos a Sehatiel y Jehudiel. Además, también destacan doce querubines, que soportan las cuatro columnas principales que ocupan los lados laterales de dicho retablo. También, en sus extremos laterales aparecen dos ángeles lampareros (1771-1779) flanqueando todo el conjunto del retablo. Podría considerarse en su totalidad como el último gran retablo barroco en España, conocido también como la última obra del arte del Barroco.

El polifacético artista Cayetano de Acosta, conocido como “el portugués” por su lugar de origen, fue arquitecto, escultor y tallista.  Consigue materializar con esta obra un rico programa iconográfico donde representa a Cristo como salvador del mundo, utilizando figuras monumentales. Como seguidor de la huella de Pedro Duque Cornejo y de Jerónimo Balbás, fue autor de diferentes obras entre Cádiz y Sevilla, destacando los más llamativos conjuntos escultóricos barrocos como la Real Fábrica de Tabacos, la Real Maestranza de Caballería, la iglesia del convento de Capuchinas o los jardines del Palacio Arzobispal de Umbrete. Su intervención en la iglesia Colegial del Salvador de Sevilla, fue realizada durante su segunda estancia a la capital del Guadalquivir (1750-1778) convirtiéndose durante esta etapa en un gran escultor de piedra y uno de los más importantes escultores en madera, pero sin duda el más brillante proyectista y ejecutor de retablos de la ciudad y su arzobispado. De esta forma consigue cumplir con la finalidad de dicho encargo: “que esta obra sirva de mayor estímulo a la devoción de los fieles para rendir a Dios las mayores alabanzas.”

Autora: Manuela García Lirio

Bibliografía

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GÓMEZ PIÑOL, Emiliano, La iglesia colegial del Salvador: arte y sociedad en Sevilla (siglos XVIII al XIX,.  Sevilla, Fundación Farmaceútica Avenzoar, 2000.

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HALCÓN, Fátima. El retablo barroco sevillano, Sevilla, Universidad, 2000.

PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso, Cayetano de Acosta, Sevilla: Diputación de Sevilla, Área de Cultura y Deportes, Servicio de Archivo y Publicaciones, 2007.