El clan de los Niño, destacados armadores y navegantes, estaba integrado por individuos de los más honrados y esforzados de Moguer, y de los más valientes que se hallaron para ir con Cristóbal Colón. Así se expresa uno de los testigos que declaró en los pleitos colombinos. Tres fueron los hermanos Niño (Juan, Pedro Alonso y Francisco) que se asociaron con entusiasmo a la empresa del descubrimiento aportando su carabela y sus personas (es probable que lo hiciera también Cristóbal –el benjamín–, hijos todos ellos de Alfón Pérez Niño), y con la influencia de que gozaban en la villa se alistaron otros moguereños. Además sabemos de la existencia de una hermana –cuyo nombre desconocemos–, que estaba casada con un tal Rui García, marinero norteño que se unió a sus cuñados en la expedición del noventa y dos.

El más afamado de los Niño fue Pedro Alonso, que viajó en la nao Santa María en calidad de piloto mayor de  la expedición descubridora; sus hermanos lo hicieron en la carabela Niña de su propiedad, que había sido construida por carpinteros de ribera locales con madera de la tierra y botada en la ribera de Moguer pocos años antes de la partida. Pedro Alonso nació en Moguer hacia 1468; se casó dos veces, con Juana Muñiz, con quien tuvo tres hijos (Juan, Isabel y Leonor), y con Leonor de Boria, de cuya unión nació Francisco Niño, que siguió los pasos de su padre. Aparece mencionado repetidas veces en el Diario de a bordo del primer viaje colombino, así como en otras fuentes escritas que testimonian la estrecha relación que mantuvo con el almirante; contemporáneos suyos lo consideraban un navegante muy cualificado en las técnicas de navegación de la época, pues sin su pericia difícilmente habría culminado la singladura con éxito.

Participó en el segundo viaje colombino en calidad de “piloto mayor de las Indias”, pero respecto al tercero se ha especulado mucho, desde aquellos que lo incluyen en el rol hasta quienes lo niegan. A tenor de las declaraciones de algunos testigos deducimos que, a pesar de que hay constancia de su alistamiento e intervención en los preparativos, finalmente no fue. Un pariente suyo, Alonso Ruiz, argumentó que cuando Colón regresó a La Española desde Paria, región comprendida en la tierra firme de la actual Venezuela, Pedro Alonso se hallaba en la corte enseñando a cartear al príncipe. Allí coincidió con otros marinos y supo de los nuevos descubrimientos de Colón.

En 1499 capituló con la Corona una expedición a aquellos territorios que abría las puertas a los viajes particulares de exploración y rescate, pero con la limitación de que no podía tocar tierra descubierta por el almirante; para ello se asoció con el empresario trianero Cristóbal Guerra, que financió dicho viaje. En una sola carabela tripulada por treinta y tres hombres, en su mayoría moguereños, zarparon del río de Moguer a fines de mayo. En la costa de Paria, destino preferente de la expedición, hicieron acopio de gran cantidad de perlas, retornando a la península al año siguiente. De todos los viajes de descubrimiento y rescate el más exitoso y lucrativo fue el emprendido por Niño, pero desavenencias con su socio que lo denunció de haber ocultado parte de las perlas, extremo que él siempre negaría, le llevó ante la justicia; no obstante, una vez exonerado, pero con la tristeza que le embargaba al haber perdido el favor real, y tras pasar unos meses en su casa de Moguer, volvió a navegar por los mares de las Indias.

El último viaje lo realizó en 1502 en la flota colonizadora de Nicolás de Ovando, formada por treinta dos barcos, en calidad de piloto de resguardo. En Santo Domingo, cuando regresaba a la península, un huracán destruyó y hundió la flota. En este desastre naval perecieron además de Niño, el comendador Bobadilla, gobernador de La Española, Antonio de Torres, que había formado parte del segundo viaje colombino, y el moguereño rebelde Francisco Roldán. La estela del intrépido marino Pedro Alonso Niño la siguió su hijo Francisco y el vástago de éste, que se llamaba como su abuelo. El nieto de Pedro Alonso participó en la conquista de la provincia de Santa Marta (Colombia), instalándose definitivamente en la ciudad de Tunja, de la que fue uno de los primeros pobladores y ostentó la vara de alguacil mayor a perpetuidad, además de disfrutar de varias encomiendas de indios.

Juan Niño era el mayor de los hermanos. Estaba casado con Marina González con quien tuvo cuatro hijos. Fue como maestre de su carabela La Niña en el primer viaje colombino. A su regreso acompañó a Colón hasta Barcelona donde fueron recibidos por los reyes, después de pasar varios días en su casa de Moguer, sita ésta en la calle de la Ribera. Formó parte también de la tripulación del segundo viaje colombino, de nuevo como maestre de su carabela, la cual fue comprada en enero de 1494 por la Corona, y, al final de la centuria, con su hermano Pedro Alonso, a la provincia de Paria.

Francisco Niño se enroló en el viaje de 1492 como marinero, y en el segundo como piloto. En este iba un marino que se llamaba como él, el mismo que declaró en Puerto Rico en 1514 que era vecino de Palos y había servido a su tío Cristóbal Niño (hermano de los famosos Niño, codescubridores de América, maestre de la carabela Cardera). Todos ellos desarrollaron una dilatada actividad en la carrera de Indias. Otros miembros de la familia estuvieron igualmente relacionados con los viajes de exploración del continente americano, destacando el supuesto hijo de Juan Niño, maestre de la carabela Niña, Andrés Niño, piloto real que en 1519 tomó asiento y capitulación para ir a descubrir por la Mar del Sur con tres navíos a su costa. La expedición, que comandaba Gil González Dávila, contador de la isla Española, había zarpado de Sanlúcar de Barrameda el 13 de septiembre de 1520. Desde Panamá y al frente de una armada de siete barcos, cien hombres y algunos caballos, recorrió las costas de Centroamérica internándose en Costa Rica y  atravesando Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala. El descubrimiento de este amplio territorio se debió a la pericia de este piloto que se había criado en las navegaciones de las Indias con su padre y otros parientes. Su muerte es una incógnita, pero todas las noticias apuntan que perdió la vida a manos de los indígenas en Puerto Caballos en 1524. Su viuda y sus hijos quedaron desamparados y sin recursos, ya que Andrés Niño, como habían hecho otros navegantes, invirtió todo lo que tenía en la empresa de las Indias.

Respecto a la carabela Niña, decir que su nombre oficial era “Santa Clara”, por la titular del monasterio de las Clarisas de Moguer, aunque se la reconocía por su apodo de La Niña por el apellido de su propietario Juan Niño. Tenía de porte unas 50 toneladas y capacidad para veinte personas. Tras ser aparejada en el puerto de Moguer, en el mismo emplazamiento donde fue construida por carpinteros de ribera locales, inició la aventura transoceánica en 1492 con velas latinas, las cuales serían sustituidas en Canarias por velas cuadradas, más apropiadas para la navegación de altura. Con la pérdida de la nao Santa María, la carabela moguereña pasó a ser la nave capitana, y en ella regresaron Colón, su capitán Vicente Yáñez, y los hermanos Niño el 15 de marzo de 1493. En la madrugada del día siguiente cumplieron en la iglesia del monasterio de Santa Clara con el voto realizado a la altura de las islas Azores cuando una gran tempestad estuvo a punto de hundir la carabela. Era ésta la preferida de Cristóbal Colón, quien la elogia afirmando que si no fuera la carabela diz que muy buena y bien adereçada temiera perderme. Formó parte del segundo viaje colombino y de otras expediciones de exploración y de carácter comercial a las Indias hasta que desapareció en la segunda década del siglo XVI, ya muy cambiada de aspecto tras varias reformas y una longeva existencia que la ha convertido en uno de los barcos más famosos de la historia.

Autor: Diego Ropero Regidor

Bibliografía

GOULD, Alice, Nueva lista documentada de los tripulantes de Colón en 1492. Madrid, Real Academia de la Historia, 1984.

ORTEGA, Ángel, La Rábida. Historia documental crítica, Sevilla, Imprenta y editorial de San Antonio, 1925, 4 vols., edición facsímil realizada por la Diputación Provincial de Huelva, 1985.

ROPERO-REGIDOR, Diego, Moguer y América en la era de los descubrimientos, Moguer, Fundación Municipal de Cultura, Archivo Histórico Municipal, 2003.

ROPERO-REGIDOR, Diego, “La aportación de Moguer al Descubrimiento: sus hombres de mar, el monasterio de Santa Clara y la familia Niño”, en GONZÁLEZ CRUZ, David (coord.), Descubridores de América: Colón, los marinos y los puertos, Madrid, Sílex Ediciones, 2012.

ROPERO-REGIDOR, Diego, “El retorno de los Niño y las repercusiones de la navegación descubridora en el señorío de Moguer”, en GONZÁLEZ CRUZ, David (coord.),Versiones, propaganda y repercusiones del Descubrimiento de América: Colón, los Pinzón y los Niño, Madrid, Sílex Ediciones, 2016.