Está situada al Norte de la población dentro del recinto histórico y amurallado del barrio de san Juan, antes conocido como la villa, en contraposición a los arrabales nacidos fuera de la muralla denominados como barrios de san Sebastián y san Miguel.

La llamada actualmente Plaza Ducal, recibió numerosos denominaciones dentro del  nomenclátor histórico del callejero como plaza pública o mayor, del cabildo, de las Casas capitulares, de Arriba, por contraposición a la de Abajo o Plaza Vieja, de la Constitución, de Fernando VII e incluso de Arriba España.

Situada en esa zona alta de la ciudad medieval aparece delimitada al Sur por las antiguas Casas Consistoriales, al Norte por el desaparecido Palacio de los duques de Arcos, al Este por el compás del convento de los Ángeles Custodios de frailes capuchinos, del que quedan algunos restos, así como por numerosas viviendas y al Oeste también por viviendas, donde vivían las nobles familias de Marchena. Su acceso se realiza por cuatro arcos que dan a distintas calles, el primero por el Norte, hoy abre a la calle Doctor Diego Sánchez, si bien históricamente era una puerta de acceso al conocido Tiro de santa María o subida al apeadero del Palacio Ducal; el segundo abre al Oeste y a la plaza Miguel de Cervantes o antigua plazuela de la cárcel; el tercero abre a la calle Carrera y se construyó junto a las antiguas casas del cabildo y el cuarto situado al este, abre a la actual calle Amargura que da a su vez, a la carretera de circunvalación de la localidad.

Su disposición recuerda a las plazas mayores de muchos municipios castellanos, tales como Valladolid, Madrid, entre otros, si bien su estructura está más próxima a la Plaza de la Corredera de la ciudad de Córdoba. Tiene otras semejanzas con la plaza de san Fernando en Carmona o la denominada El Salón  de Écija.

Según un informe realizado por las autoridades locales, en agosto de 1701, la plaza sufría un amplio deterioro e inestabilidad en sus viviendas, de ahí que Joaquín Ponce de León, por entonces duque de Arcos, comenzase su reedificación. Esas obras se ejecutaron durante los años 1701 a 1705, siendo el arquitecto ducal, Alonso Moreno, su director técnico. Las obras, que en un principio iban a afectar a las Casas Consistoriales, se ampliaron a los cuatro frentes de viviendas de la plazuela.

Para ello, Alonso Moreno planteó la remodelación de la fachada del palacio, situada frente a las Casas Capitulares. Realizó una fachada de tipo cortesano reutilizando los cuartos del palacio que daban a la plaza con la galería renacentista situada sobre la vieja muralla de la alcazaba, así como el espacio público renacentista abierto por Luis Cristóbal Ponce de León, II duque de Arcos, tras comprar varias casas y otra pequeña plaza preexistente. El resultado, conocido gracias a un exvoto conservado en la capilla de la Vera Cruz, así como por antiguas fotografías que reproducen escenas del Mandato o Auto de Pasión, dio una fachada realizada sobre un alto basamento que ofrecía la muralla islámica del alcázar, tres plantas de balcones sobre ese basamento y cinco vanos a cada lado del eje de la portada, con un total de once balcones por cada planta, ofreciendo una fachada impresionante aligerada por tantos vanos. El núcleo central aparece ligeramente curvo en la planimetría antigua con laterales inclinados en dirección a la portada. Esa sencilla portada, según el exvoto, debió estar configurada por pilastras o columnas flanqueando el vano y un sobrio entablamento con el escudo ducal, más cercano al estilo renacentista que al barroco.

Más tarde, en mayo de 1709, el arquitecto trazó las Casas Capitulares y tras la venta y aprovechamiento de materiales se construyó un nuevo edificio de grandes proporciones, sobrio en su estructura y decoración. Únicamente se conserva la fachada y la primera crujía, pues lo posterior del edificio, sufrió una gran transformación al trasladarse el consistorio a una plaza más céntrica del pueblo en el año 1963. El edificio presenta dos plantas con cinco tramos verticales, con la portada en el tramo central. Tiene dos órdenes de ventanas, destacando las superiores con clásicas orejetas. Cada planta tenía balcones corridos. La portada es de cantería con arco de medio punto enmarcada por dos columnas toscanas. En su planta alta se abre un balcón adintelado con orejetas, enmarcado por pilastras y rematado con un frontón curvo y roto que albergaba el escudo de la localidad, hoy situado en la Plaza de los Duques de Arcos tras el actual ayuntamiento. El edificio se cubre con un tejado a dos aguas con dos mansardas o buhardillas. En su interior se conserva una escalera con un arranque bajo un arco de medio punto sobre una columna de orden toscano y un balcón de madera sobre ella. En la actualidad, el edificio se utiliza como sala de exposiciones temporales, sala de conferencias y como sedes de algunas asociaciones de la localidad.

El frente oriental de la plaza albergó el convento de los Santos Ángeles Custodios, de la orden capuchina, fundado en el año 1651 y promovido por la casa ducal de Arcos y habitado por los frailes hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1834. Posteriormente se utilizó como capilla pública, horno de pan a fines del siglo XIX e incluso matadero de aves en el siglo XX, estando muy deteriorado y derribado en parte en la actualidad. Ese frente también alberga numerosas viviendas en cuatro plantas que se transformaron en viviendas sociales en las últimas décadas del siglo XX. Aún conservan su estructura primitiva, así como los balcones corridos con barandas del siglo XVIII.  Igual ocurre con el testero occidental de la plaza en el que con casas a distinta altura aún mantiene la estructura de arcadas de medio punto y columnas con capiteles de distintos órdenes en algunos de sus inmuebles. Éstas recuerdan las viviendas situadas junto a la cárcel de Sevilla, tal como se recoge en alguna pintura de la época.

De ese modo, la plaza que se convertía en un espacio de representación, refleja un urbanismo donde se apreciaba que el duque establecido en su palacio ostenta el poder, así como el asistente nombrado por el mismo duque, que junto a sus capitulares y el resto de vecinos rinde vasallaje y pleitesía al mismo. La plaza era al mismo tiempo, sede de celebración de importantes fiestas populares como corridas de toros, sitio para conmemorar cualquier tipo de festejos como subidas de monarcas al trono o aprobación de la Constitución, recepción de personalidades a la villa, paso de cortejos y procesiones como la del Corpus Christi, beatificaciones o canonizaciones o incluso la celebración de autos de pasión como el del Descendimiento o el Mandato que se sigue escenificando cada Viernes Santo. Sus fachadas se adornaba con colgaduras, cortinajes, flores y primorosos detalles, se celebraban danzas, música, fuegos artificiales y luminarias. Allí se daba cita lo más granado de la población llegando incluso a alquilarse sus balcones para obtener beneficios económicos para costear la realización de obras civiles o mejoras emprendidas por hermandades de la localidad para la realización o dorado de retablos.

Autor: Manuel Antonio Ramos Suárez.

Bibliografía

ARENILLAS, Juan Antonio, Arquitectura civil en Marchena durante el siglo XVIII, Marchena, Ayuntamiento, 1990.

RAVÉ PRIETO, Juan Luis, El alcázar y la muralla de Marchena, Marchena, Ayuntamiento, 1993.

RAMOS SUÁREZ, Manuel Antonio, El Mandato. Una catequesis plástica en Marchena, Marchena, Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, 2014.

Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Marchena, Marchena, 1993.