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El centro comercial como recinto de la vida urbana

Rafael Hernández Espinosa 24 enero, 2018

Los malls o centros comerciales tienen sus antecedentes en las galerías europeas del siglo XIX que evolucionaron paulatinamente hacia el modelo de las plazas de comercio de los suburbios estadounidenses de la segunda mitad del siglo XX [i]. Los centros comerciales modernos se presentan como un tipo de espacios amurallados que caracterizan a las ciudades contemporáneas. Generalmente son edificios cerrados, con lo cual se persigue el aislamiento de las inclemencias del clima, de los malestares del espacio público –inseguridad, pobreza, ruido– y de las personas no deseadas –limosneros, vendedores ambulantes, vándalos–. Se ha dicho, pese a lo anterior, que los centros comerciales pueden considerarse una nueva modalidad de espacios públicos, pues el encuentro en las plazas y las calles ha sido relativamente desplazado por los grandes centros comerciales [ii]. Resulta interesante subrayar que aunque son espacios de uso colectivo, los centros comerciales son administrados por capital privado y por lo tanto jurídicamente son propiedad privada [iii]. En este sentido, no remiten a una privatización del espacio público, sino a una especie de “publicización” del espacio privado [iv]. Lo anterior también porque recurren a ambientaciones públicas con las cuales buscan reducir el efecto burbuja y la percepción de accesibilidad restringida. Una reflexión interesante que proponen Guénola Capron y Bruno Sabatier [v] es que el centro comercial (en especial cuando da paso al aire libre) parece favorecer la vida social y cierta familiaridad, es decir, constituye un escenario que permite el desarrollo de la sociabilidad pública. De tal suerte, los centros comerciales parecen constituir el sostén de una parte de la vida pública urbana, si bien de una forma novedosa.

Mona Abaza llamó la atención hace algunos años sobre el impacto diversificado de la cultura de consumo en las sociedades del tercer mundo, específicamente desde la expansión de malls en esos países [vi]. Para Arlene Dávila, el mall revela la multitud de dinámicas centradas en el consumo y la clase en América Latina [vii]. En Bogotá, por ejemplo, la experiencia de interactuar en un centro comercial es una novedad para muchos de sus visitantes. Se ha convertido en un lugar donde la gente puede re-crearse a sí misma más allá de las diferencias de clase y sus patrones habituales de consumo. En México, la introducción del centro comercial dentro del conjunto de espacios de comercio implica una transformación importante en las dinámicas de relación social; especialmente en las interacciones con el espacio y con los otros. Estos espacios, a partir de sus pretensiones de modernidad, de competencia internacional y de prestigio, emergen como espacios destinados a ciertos sectores sociales, es decir, los más privilegiados. De tal manera, cierto acento de exclusividad forma parte de la percepción social de estos espacios.

Perspectiva de la amplitud espacial y estilo. Centro Santa Fe, Ciudad de México

Por otro lado, dada la particular organización arquitectónica y la oferta de algunos servicios, los malls han emergido como espacios de paseo y esparcimiento. Como ocurre en otros espacios de comercio colectivo, no es ya la mera práctica de comprar productos lo que incentiva el uso de estos espacios, sino también el sentido de la interacción en y con el espacio. En este sentido se pone de relieve su cualidad de espacio simbólico en tanto y en cuanto su significado puede derivar de dos aspectos centrales: por un lado, de las características físico-estructurales, de la funcionalidad ligada a las prácticas sociales que en éstos se desarrollan o de las interacciones simbólicas entre los sujetos que ocupan dicho espacio y, por el otro, del proceso de apropiación del mismo [viii]. Algunas investigaciones han mostrado, por ejemplo, cómo los visitantes transponen las prácticas y los significados de otros lugares públicos al centro comercial sobre la base de las reglas para la interacción pública [ix], o cómo el espacio es apropiado y resignificado por jóvenes y adolescentes [x]. En este sentido, el uso y consumo del espacio involucra sentidos diversos en torno a las maneras de participar en una sociedad.

Finalmente, se debe resaltar que, como cualquier espacio, los centros comerciales son vividos a través de la dimensión sensorial, la cual contribuye a su proceso de significación en formas concretas. Así, el aspecto visual, en particular, resulta ser uno de los más significativos en las experiencias de los usuarios, pues amén de que cualquier espacio público puede ser definido como el espacio de las visibilidades y las exposiciones, los centros comerciales explotan predominantemente un lenguaje visual [xi]. Podríamos mencionar una larga lista de objetos y situaciones que ejemplifican esta afirmación, desde la luminosidad y la variedad de colores utilizados, hasta las imágenes de la publicidad, los diversos objetos o símbolos que transmiten algún mensaje, así como la arquitectura y las propias personas presentes. Retomando la opinión de Finol, el centro comercial no abarca solamente la exhibición de lo que tradicionalmente se considera mercancía y los mensajes-objetos de la publicidad, sino también un ritual de doble visualización configurado por el hecho de que simultáneamente se asiste para ver y ser visto. En ese sentido, tanto el escenario como los actores involucrados contribuyen a conformar un régimen visual que organiza parte de la dinámica social del centro comercial.

Cartel publicitario en Parque Delta, Ciudad de México


El texto completo fue publicado en URBS 7(2), Hernández Espinosa, Rafael (2017). Visualidad, urbanidad y consumo: producción microsocial del espacio en dos centros comerciales de la Ciudad de México. URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, 7(2), 55-70.


[i] López-Levi, Liliana (1999). Centros comerciales. Espacios que navegan entre la realidad y la ficción. México: Editorial Nuestro Tiempo.

[ii] Medina-Cano, Federico (1998). El centro comercial: Una burbuja de cristal. Estudios soibre las Culturas Contemporáneas, IV(8), 61-91.

[iii] Ramírez Kuri, Patricia (1998). Coyoacán y los escenarios de la modernidad. En Néstor García Canclini (coord.), Cultura y comunicación en la Ciudad de México (pp. 321-387). México: Grijalbo-UAM.

[iv] Monnet, Jerome (1996). Espacio público, comercio y urbanidad en Francia, México y Estados Unidos. Alteridades 6(11), 11-25.

[v] Capron, Guénola, y Sabatier, Bruno. (2007). Identidades urbanas y culturas públicas en la globalización. Centros comerciales paisajísticos en Río de Janeiro y México. Alteridades, 17(33), 89-99.

[vi] Abaza, Mona (2001). Shopping malls, consumer culture and the reshaping of public space in Egypt. Theory, Culture & Society, 18(5), 97–122.

[vii] Dávila, Arlene (2016). El mall: the spatial and class politics of shopping malls in Latin America. Berkeley, CA: UC Press.

[viii] Valera, Sergi (1996). Análisis de los aspectos simbólicos del espacio urbano. Perspectivas desde la psicología ambiental. Revista de Psicología. Universitas Tarraconensis, 18, 63-84.

[ix] Stillerman, Joel, y Salcedo, Rodrigo (2012). Transposing the urban to the mall: routes, relationships, and resistance in two Santiago, Chile, shopping centers. Journal of Contemporary Ethnography, 41(3), 309–336.

[x] Cornejo, Inés (2007). El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial. México: Universidad Iberoamericana.

Pérez, Miguel; Salcedo, Rodrigo, y Cáceres, Gonzalo (2012). Apropiación y control social en un centro comercial de Santiago: prácticas socioespaciales y significaciones adolescentes. EURE, 38(113), 53-75.

[xi] Finol, José Enrique (2006). Globalización, espacio y ritualización: de la plaza pública al mall. Espacio abierto. Cuaderno Venezolano de Sociología, 15(1-2), 455-470.

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About The Author

Rafael Hernández Espinosa

Rafael Hernández Espinosa es una combinación de psicólogo social, sociólogo y antropólogo mexicano; prefiriendo, a final de cuentas, definirse como aficionado a la socio-fenomenología. Es profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México. Sus intereses se perfilan hacia la imagen, la dimensión visual de la vida social, la estratificación, el ocio, el consumo y el espacio urbano.

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