Hoy re-editamos otra pareja de Derivas Hipermínimas, siendo la primera de ellas de un personaje muy especial: Lino Malone. Desde la tumba de las identidades difuntas, aún sigue escuchándose su voz:
Pensar es fácil, lo difícil era el generar reglas para orientar la deriva. Era fundamental, si quería acotar al máximo la certeza de una rutina probable. Trataba de adaptar, como un juego estadístico, las múltiples posibilidades de la deriva para abordar una ruta. Esto, con el solo manejo de las funciones de percepción, pensamiento, intuición y sentimiento, asociadas o traducidas a fenómenos del entorno. El objetivo era buscar nudos de sincronicidad de sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, dotar esas rutinas de contenido significativo.
Obvio los aspectos mecánicos del programa por cuestión de tiempo, pero se consiguió aunar en un mapa un trazador de rutas de navegación errática y una amplia base de datos con los que interpretar relaciones de fenómenos. La aplicación informática resolvió el resto. Había que probarla, adopté un algoritmo según el cual determinados atributos de las personas que me cruzara establecían un nudo de decisiones sobre el sentido (orientación geográfica) de la marcha. Con las primeras variantes el proceso errático producía unos input del territorio discretos, y subí la variable del desconcierto en el algoritmo. El flujo de percepciones empezaba a superar la posibilidad de verbalizar el experimento, no había razones, el pensamiento se veía incapaz de procesarlas. Otra vuelta de tuerca en el ajuste de las percepciones, altero la posibilidad de clasificar los sentidos, pero la deriva se manifestaba más embriagadora e intuitiva. Lo que me llevó a ajustar los valores del sentimiento, la fórmula empezó a dar sus frutos, las emociones se hacían desconcertantes, el territorio se desvanecía en una papilla total. Estaba, por fin, en el punto donde los puentes son inútiles pues el desborde sin límites me tenía en la avalancha. Alojado en el desborde, no es posible pensar en las causas impredecibles que produce el resentimiento de la incomprensión, no es necesario, allí todo es uno y uno es todo. Más tarde los destellos, rojos, azules, aquella camisa incómoda, la camilla, elementos todos ausentes en la fórmula.
La deriva, triunfante, había usado un recurso para crear el verdadero sentido del desconcierto, la razón, el verbo, el sentir y el sentimiento, desbordados. En el jaleo perdí el dispositivo y me da una pereza terrible reconstruirlo.
Lino Malone
linoelmalone@gmail.com
Portada: Tron Uprising, Charlie Bean, 2012-2013.