Nuestra deriva hipermínima número 4, en esta ocasión de Carlos Silva. Buen provecho:
Aun cuando “deriva” tiene múltiples significados formales, yo tiendo a pensar sólo en uno: ir de aquí para allá al arbitrio de las circunstancias. Nos gusta creer que eso de ir a la deriva le sucede al incurioso, porque NOSOTROS (todos somos nosotros a la hora del Bien) trazamos con razón, prudencia y sensibilidad el camino que hemos de seguir. No obstante, tengo para mí que ese trazo controlado es más un desiderátum que una práctica concreta.
Tarde o temprano, queriendo o sin querer, la deriva opera y desvía. Parafraseando a Derrida, la deriva siempre tiene lugar; “es un acontecimiento que no espera la deliberación, la conciencia o la organización del sujeto.” Ello deriva, y deshace el trabajo. Dicho de una manera más aterrizada: quiere uno llegar puntual y las circunstancias (incluyendo al uno, claro está) conspiran a favor de la impuntualidad. Quiere uno un mundo mejor y alguien inventa una bomba; uno inventa una bomba, y los pacifistas alzan su voz. Quiere uno ser alguien en la vida, y la vida se las arregla para que seamos algo más o algo menos que alguien.
En fin, hay vida y hay deriva o porque hay deriva hay vida, y mientras sea así, seguimos y seguimos y seguimos y, al mismo tiempo y a despecho nuestro, nos hacen seguir y seguir y seguir.
Carlos Silva
carlos.enrique.silva@gmail.com
Cabecera: Shaun Tan, del libro Tales from Outer Suburbia, 2009.