La actual Baeza es consecuencia directa de la ciudad bajomedieval cristiana. Los núcleos castellanos se van a articular desde dos perspectivas distintas pero intrínsecamente relacionadas: la administración eclesiástica y la de la corona castellana. Esto generó diferentes módulos urbanos, de carácter irregular la mayor parte de las veces. La ocupación religiosa será fuera y dentro de la ciudad, especialmente la zona de su ejido, consecuencia de la pujanza demográfica y económica de la ciudad durante la edad Moderna, a lo que se añade la atracción de la Universidad de Baeza (1538).

El urbanismo renacentista mantuvo en Italia durante los siglos XV y XVI dos líneas de actuación bien diferenciadas. Por un lado las formulaciones sobre la ciudad ideal cerrada y conclusa, que siempre es fundación “ex novo”, en línea con los postulados vitrubianos; por otro un corpus teórico que entiende la ciudad medieval heredada como un medio todavía válido que sólo precisa de ciertas operaciones de reestructuración más o menos intensas, que se consideraban imprescindibles, para conseguir un mayor grado de adecuación al mundo conceptual renacentista, en línea con lo preconizado por Leon Battista Alberti.

En el caso de Baeza se produjo una transformación importante de la ciudad medieval, en línea con lo sostenido por Alberti. Podemos establecer que los cambios que experimenta Baeza se aproximan a los modelos de ciudad abierta preconizados por los tratadistas del primer renacimiento. El regimiento promovió la creación de un sistema axial de plazas públicas extramuros que enlazaba con otras intramuros con funciones de abasto e intercambio, administrativas y judiciales al tiempo que se adapta al nuevo lenguaje renacentista. Entre este sistema destacamos la concatenación de la plaza de la Leña, Mercado, Escribanos, Pescadería, con la zona de la colegial (intramuros de la ciudad), aunque esta parte del discurso desapareció, así como la plaza de Santa María con la inclusión de la Fuente de Santa María, conmemorativa del final de la construcción del sistema hidráulico de la ciudad. Esta importante actividad contextualiza la construcción de una serie de edificios públicos que por su conservación e importancia son elemento fundamental de su identidad. Entre los diferentes edificios públicos de época Moderna que Baeza ha conservado tenemos: Las Casas Consistoriales Altas, el “Balcón del Concejo”, también conocido como Casa Consistoriales Bajas, la Audiencia Civil y Escribanías Públicas (hoy sede de la oficina de Turismo), La Casa de Justicia y Cárcel (actual Ayuntamiento de la ciudad), la Alhóndiga o “alhóndiga Zaída”, el antiguo Pósito nuevo o Real, y el edificio de lo que fueron las Carnicerías Públicas.

Las Casas Consistoriales Altas fueron erigidas a finales del siglo XV en un edificio nobiliario de la familia Cabrera. Éste fue reformado en 1511, momento en el que adquiere la fachada su fisonomía actual. Ésta presenta estética de finales del gótico derivado de modelos señoriales, con orlados arcos conopiales y escudos heráldicos alusivos a la Corona y al Concejo. Es significativa la proyección del edifico sobre su entorno, al adelantarse sobre la entonces llamada calle Real, hoy de San Felipe Neri.  En el interior del mismo la distribución era: piso bajo con vestíbulo y salón para las sesiones de verano y el superior con algunas cámaras y la sala capitular de invierno provista de un pequeño oratorio, donde se oficiaba misa los 3 días semanales del cabildo. A lo largo de los siglos se ha ido reformando y adaptando a las necesidades de cada momento, de ahí que observemos diferentes intervenciones. Se convirtió en el siglo XX en conservatorio. En la actualidad se eliminaron los aditamentos que no pertenecen a la edad Moderna. El edificio espera restauración y nuevo empleo.

El “Balcón del Concejo”, también conocido como casas “Consistoriales Bajas”, fue construido durante el último tercio del siglo XVII y primeros años del XVIII como edificio representativo. Su función era permitir la asistencia del Cabildo municipal en los festejos públicos realizados en la plaza del Mercado, hoy paseo de la Constitución. Según la documentación de la época debía presentar un portal inferior de triple arcada, y sala alta con balconada de hierro. La fábrica exterior debía ser toda de piedra y en el interior mampostería de “aceraje” en el interior, armadura de madera y escalera de dos arcos. Esta descripción se ajusta, en cierta medida, al aspecto que presenta este edificio. Aunque en desde sus inicios se cerró la galería inferior, dando un sentido más pragmático al edificio al incluir un espacio para “tres oficios o tiendas” en la galería inferior. En el siglo XX se libera nuevamente el espacio inferior dando al edificio un aspecto cercano a su concepción.

La Audiencia Civil y Escribanías públicas. Es un edificio cuya original función fue redescubierta por Molina Hipólito 1982. Lo cierto es que se empieza a hablar de un espacio para las funciones de Audiencia Civil en Baeza a finales del siglo XV. A inicios del siglo XVI se proyecta un inmueble destinado en exclusiva a Audiencia. Las obras se demoran hasta los años 1535-1540. El inmueble se concibe con dos pisos, la Audiencia se sitúa en el piso alto y el bajo queda a su vez dividido en 6 espacios para ser alquilados. En estos ya encontramos ubicadas en 1584 las Escribanías del Cabildo y del Número. En 1558 el Concejo construyó un altar abierto para que se oficiase misa diaria entre la puerta de la Azacaya (hoy conocida como de Jaén) y la casa de la Audiencia. Se fechó hacia 1530 y Bonet Correa la consideró uno de los antecedentes de las capillas abiertas hispanoamericanas.  

La Casa de la Justica y la Cárcel. Edificio diseñado a modo de palacio italiano. Estaba compuesto por cuatro patios; los del lado derecho correspondían al corregimiento: el patio de la fuente, entoldado, con acceso al oratorio y una vivienda baja usada como palacio estival, junto a las cocinas y aposentos de servidumbre; el patio de las caballerizas y pesebreras. La parte alta poseía un gran salón, cámaras para el corregidor y su esposa y un despacho. La Cárcel, por su parte, contaba con el patio de los presos, cuarto de las mujeres, los calabozos alto, del “Tablado” y bajo o del “Agua” (subterráneo); audiencia de cárcel, cuarto del “potro para la ejecución de la justicia” y vivienda del alcaide, ésta última en el segundo patio. De su estructura primitiva, sólo quedan el vestíbulo, escalera y fachada.  

Los Pósitos fueron creados por la corona para asegurar el abasto de cereal a las ciudades en época de carestía. Además también se prestaba grano a los labradores en caso de necesidad. Sus fondos eran competencia regia, aunque sus administradores eran nombrados por el Concejo. Éste podía acudir al pósito si la situación lo requería, pero sólo bajo licencia regia. En Baeza se constata su existencia desde los primeros años del siglo XVI, este es el llamado Pósito “Viejo”. Este edificio estaba situado en la actual calle Barbacana discurriendo por la parte exterior de la muralla, junto a la cabecera de la capilla de San Juan Evangelista. Se conservaba gran parte, aunque transformada, de la fachada de piedra. Además de algunas estructuras que quedaron al descubierto en la intervención de 1996 (varias arcadas en cruz que soportaban las trojes de los pisos superiores; y, en su extremo oriental restos de una placeta empedrada, que debió servir para la descarga de mercancías). Hacia 1544 se hizo patente la insuficiencia de este primer edificio y se decidió la ampliación de éste en la misma línea de fachada  dirección torre de los Aliatares, en realidad de los Altares. Esta ampliación es lo que se denominó Pósito “Nuevo”. Según el retablo pétreo de la fachada, donde aparece una cartela (con información relativa a sus promotores, ejecutores de la obra y fecha de conclusión) las armas de la Ciudad y las del Corregidor, se concluyó por Rodrigo de Molina diez años después (1554). Esta edificación se asentó sobre varias bóvedas de cantería. Su puerta principal era de medio punto, se ubica en alto, en el muro del flanco occidental, para dar acceso a las 5 trojes que al parecer tuvo, cubiertas con techumbre de madera sobres gruesos pilares centrales de piedra.

La alhóndiga zaida era la casa de compra, venta y contratación de granos y todo género de mercaderías al por menor que entraba en la ciudad. Las mercancías pasaban por los fieles o almotacenes nombrados por el concejo. En Baeza se ubica frente a la antigua plaza del mercado, hoy paseo de la Constitución, junto al pósito, como edificio complementario a éste además de colindante. El edificio está enmarcado entre machones. El cuerpo central, originalmente de dos plantas, se abren 5 arcos de medio punto en la planta baja, en línea con los soportales de la plaza, y otros tantos rebajados en la superior, todos sobre columnas toscanas. Se accede al edificio por un portón adintelado, dentro de los soportales y superados los 5 arcos de medio punto, que da acceso a las cocinas, al antiguo mesón, y otras dependencias. Desde el siglo XIX se encuentra en manos privadas. En 1965 fue intervenida y se le añade el tercer cuerpo que hoy podemos apreciar.

El último de los edificios públicos al que hacíamos mención son las antiguas Carnicerías públicas, hoy sede del Juzgado de la ciudad. Su función primigenia era la de servir de secadero de pieles y venta de carne en la calle Atarazanas, donde se ubicaron 6 tajones para dicha venta de carne que se mantuvieron hasta 1964, y, según sugiere la documentación, la parte inferior se habría dedicado a la venta y “remojo” del pescado. Este edificio estaba adherido al lienzo de muralla que unía la antigua puerta de la Azacaya, hoy de Jaén, con la puerta del Barbudo (no la actual de ese nombre sino otra orientada al oeste de la primera). Tenía dos accesos; uno por la calle Atarazanas, en el segundo piso (dado que este edificio tiene la peculiaridad de salvar las diferentes alturas de la antigua plaza de la Pescadería y la calle Atarazanas); y el otro en la zona conocida como plaza de la Pescadería, hoy paseo Antonio Machado. Sin embargo en la década de los cincuenta del siglo XX se decide su traslación a su actual enclave, en la plaza de los Leones donde hoy se encuentra, llevándose a término la reubicación en los sesenta del mencionado siglo. Este cambio de lugar se llevó a efecto con la intención de armonizar la plaza de los Leones, pero tuvo como consecuencia la casi desaparición de uno de los espacios que formaba parte del mencionado eje concatenado de plazas que articulaba la zona intramuros de la ciudad con la extramuros, precisamente en uno de los puntos “bisagra” del mismo.

El edificio posee una fachada de piedra, originalmente corrida de 8 huecos en la planta superior, hoy, tras la adaptación a su nueva ubicación, posee 3 huecos estando el 4 doblado en los laterales. El primer piso tiene una puerta adintelada y tres ventanas con rejas salientes y los escudos de la ciudad y del corregidor, remata en doble imposta decorada con rosetas, situada a más baja altura que la divisoria interior de pisos, sustentada ésta originalmente por 8 columnas, hoy solo quedan 6, con capiteles de bolas. El segundo piso forma un mirador con pilares cuadrados con antepechos calados en su base por mirillas de ventilación que corresponden al piso bajo; está interrumpido en el centro por el escudo imperial de Carlos I.

Autora: María Francisca Moral Jimeno

Bibliografía

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CRUZ CABRERA, José Policarpo, Patrimonio arquitectónico y urbano en Baeza (siglos XVI-XVIII), Aristocracia urbana y conmemoración urbana, Granada, Universidad de Granada, 1999.

CRUZ CRUZ, Juan, La catedral de Baeza y su entorno monumental, Pamplona, Eurograf, 1998.

MOLINA HIPÓLITO, José, Baeza histórica y monumental, Córdoba, Caja de Ahorros, 1982.

Guía artística de Jaén y su provincia, Sevilla, Fundación Lara, 2005.

MORAL JIMENO, María (coord), Baeza. Arte y patrimonio, Baeza, Ayuntamiento de Baeza y Diputación Provincial de Jaén, 2010.