Nacido en 1569 en Villamora de la Zarza, aldea de Tarancón, en Cuenca, Pedro Sánchez vino al mundo en el seno de una una familia humilde. Tras recibir cierta formación como alarife y después de haber emigrado con su familia a Andalucía, ingresa en el noviciado jesuita de Montilla en 1591. Finalizado el noviciado y realizadas las probaciones pasó como coadjutor al colegio sevillano de San Hermenegildo en 1593 y dos años más tarde al colegio que en Baeza la Compañía de Jesús había dedicado a Santiago. En aquel establecimiento transcurrieron años difíciles para el hermano Sánchez, que casi le lleva a abandonar la orden. Entre 1597 y 1603 Sánchez se encuentra residiendo en la casa profesa de Sevilla, donde perfecciona su oficio y adquiere categoría para “hacer trazas”, lo que implica una suficiencia en matemáticas, dibujo y proyecto arquitectónico. Sánchez desarrolló su capacidad intelectual leyendo y estudiando los tratados de arquitectura que se conservaban en la Profesa de Sevilla, así como los resultados de la actividad de otros arquitectos jesuitas como Juan Bautista Villalpando, tanto a nivel planimétrico y de proyecto, como a partir de las formas construidas en las que habitaba.

A partir de 1603, momento en el que se considera finalizado su periodo formativo, comienza su servicio profesional a la orden trabajando en buena parte de los ya numerosos establecimientos de la Compañía en Andalucía. Así entre esta fecha y 1614 recorrerá los colegios de Santiago (Cádiz), San Sebastián (Málaga) y San Pablo (Granada). El siguiente lustro alterna los colegios de San Hermenegildo (Sevilla), el de Santiago (Baeza) y Antequera, donde atiende diversas necesidades constructivas, aporta dictámenes y realiza diversas trazas.

Estas intervenciones puntuales sobre edificios proyectados o trazados por otros arquitectos y que además habían sido visados en Roma para adecuarlos a la particular forma del “modo nostro” que caracterizaba las obras de la orden, forjaron la personalidad del arquitecto tanto desde el punto de vista teórico como práctico. Además, estas actuaciones proporcionaron al hermano Pedro Sánchez una enorme capacidad para la resolución de problemas constructivos de diversa índole y calado. De este modo, y pese a casi no coincidir con ellos, Sánchez puede considerarse no sólo formado en la práctica propia de la arquitectura de la Compañía, sino seguidor de las enseñanzas de Juan Bautista Villalpando, Jerónimo Prado, Bartolomé de Bustamante o Pedro Pérez.

En 1619 el prestigio de Sánchez trasciende los límites de la provincia jesuítica de Andalucía. Durante el cumplimiento de un castigo por haber tomado prestados 100 ducados de las obras del colegio de Baeza para ayudar a sus hermanas, recibe el encargo de las trazas para la iglesia del colegio Imperial de Madrid. Cuatro años más tarde, es nuevamente requerido desde la corte a instancias del conde duque de Olivares, para ponerse al frente de las obras de ese templo. Durante este periodo madrileño, que comportará disputas entre los padres provinciales de Andalucía y Toledo a causa de la adscripción del hermano Sánchez, quien no volvería más a Andalucía, pese a que sus superiores habían determinado una alternancia.

El peculiar sistema de elaboración y verificación de los proyectos arquitectónicos de la Compañía de Jesús hace que la labor de Sánchez como tracista cobre especial importancia, pues debió estar involucrado buena parte de los proyectos enviados a Roma desde la provincia de Andalucía al menos entre 1600 y 1623. No obstante, una parte importante de esos proyectos serían ejecutados mucho más tarde, o sensiblemente transformados. Otros han desaparecido, por lo que en estos casos no se puede ponderar la participación de Pedro Sánchez en estos proyectos a partir de las formas construidas.

Sí se conservaron los planos de tres proyectos singulares: el colegio de San Fulgencio (Écija, 1607), el colegio de San Torcuato (Guadix, 1618) y el colegio de San Carlos Borromeo (Osuna, 1618). En el primero articulaba el establecimiento a partir de tres grandes patios, con una iglesia de reducidas dimensiones, quizá aprovechando una construcción anterior. En la segunda obra, patrocinada por la marquesa de Camarasa, Sánchez proyecta una iglesia de cruz latina, con el crucero especialmente desarrollado, que hoy aparece desfigurado por la reducción de la longitud de la nave, que proporciona al edificio la sensación de espacio centralizado. Por lo que respecta al colegio ursaonense, es más clara la acentuación que lleva a cabo el arquitecto sobre el crucero, tendiendo hacia el plan centralizado, en este caso de cruz griega. La obra que se ejecutaría finalmente en Osuna se distancia de lo expresado en el proyecto, conservado como los anteriores, en la Biblioteca Nacional de París.

La producción arquitectónica del Jesuita Pedro Sánchez no se limitó a su orden. De los proyectos e intervenciones realizadas en edificios no vinculados a la Compañía destaca el dibujo que en 1614 realiza para la el conjunto de la Abadía del Sacromonte de Granada. Un complejo de gran significación en tanto que aparte de ser una institución emblemática para la ciudad, concentraba buena parte de las realidades y circunstancias propias del momento, como son la influencia contrarreformista centrada en el culto y veneración a las reliquias de los mártires del Sacromomte, o el universo de la intelectualidad humanista sincrética plasmada en los libros plúmbeos. Sobre el proyecto original de Ambrosio de Vico, del que se habían ejecutado algunas edificaciones, Sánchez plantea una planta cuadrada articulada en cuatro patios de grandes proporciones, ubicando la iglesia en uno de los costados. El templo tiene planta basilical y se le añade un nártex y cabecera en ábside, con fuertes conexiones con la arquitectura paleocristiana romana. La muerte del arzobispo Castro, principal motor del proyecto, impidió que el proyecto se llevase a buen término. Un edificio que sin duda habría sido de las arquitecturas más notables del sur peninsular.

Granada es depositaria de la otra gran obra emblemática de Pedro Sánchez: la cúpula, crucero y presbiterio de la iglesia del colegio de San Pablo, hoy parroquial de Santos Justo y Pastor, realizados entre 1618 y 1622 según sus trazas por el hermano Alonso Romero. El templo había sido trazado por el padre Bartolomé de Bustamante en 1574 y replanteado después por el hermano Martín de Baseta. La intervención de Sánchez estuvo condicionada por los intereses del patrono de la capilla mayor, Bartolomé Veneroso, imponiéndosele la concepción de una cúpula trasdosada -la primera de la ciudad- que fuese réplica directa de la del templo escurialense.

Sus obras más personales son los templos de los colegios jesuíticos de Málaga y Sevilla, realizado antes éste, pero trazado antes aquél. En ellos, Pedro Sánchez establece aquí la tipología de planta oval como prototipo de iglesia para los establecimientos colegiales de la Compañía en Andalucía. La idea de un templo circular, aunque en principio parece derivar de esquemas propios de Serlio, tenía también un precedente en los seis diseños generales de iglesia al “modo nostro” concebidos años antes por el padre Everardo Mercuriano y dibujados por Juan Bautista de Rosis como propuestas generales para los edificios de la Compañía, al contar entre ellos con un esquema circular y otro oval.

Resulta de extraordinaria originalidad la iglesia del colegio de San Hermenegildo de Sevilla. Las primeras trazas las dio Villalpando en 1587, si bien Sánchez daría nuevas en 1614, siendo ejecutada entre 1616 y 1620. Esta primera iglesia de planta oval hispana, parece inspirada en Serlio y Vignola, a partir de la iglesia romana de Santa Ana dei Palafrenieri (1582), si bien no es menos cierto que la capital hispalense contaba con un magnífico conjunto oval en la sala capitular catedralicia, proyectada por Hernán Ruiz II en 1558 y terminada por Asensio de Maeda en 1592. Sánchez establece el encuentro entre la estética renacentista y las determinaciones sacrales tardomanieristas: una figura graciosa y armónica combinada con la necesaria direccionalidad hacia el altar mayor.

La iglesia del colegio malacitano de San Sebastián había sido trazada en 1587 por Villalpando, siguiendo el modelo del Gesú de Roma, pero su mala orientación y excesivo tamaño desaconsejaban su construcción. En 1598, el hermano Pedro Pérez reduce el proyecto. Finalmente, en 1604 se aprobó una planta defendida por Pedro Sánchez y el citado Pérez. La duda está en saber si la iglesia que finalmente se construyó fue la diseñada por Pérez en 1598 o si se trataba de un nuevo proyecto de Sánchez.

Sea como fuere, el alzado y los detalles estilísticos casan del todo con la obra de Pedro Sánchez, que plantea en Málaga un original esquema circular inscrito en un cuadrado, con cuatro exedras en ángulo, formadas por capillas hornacinas inferiores y tribunas superiores, dominadas visualmente por el pequeño recuadro del presbiterio. Los muros quedan articulados con pilastras dóricas gigantes pareadas, en cuyos intercolumnios se dispone un apostolado. Sobre el entablamento, se levanta una media naranja abierta con vanos radiales, sin tambor, aunque éste queda fingido por una pintura ilusionista de tipo arquitectónico que enmarca un rico programa iconográfico martirial, realizado entre 1639 y 1643 por el hermano Andrés Cortés. La iglesia se realizó entre 1626 y 1630, a cargo de los hermanos Jorge de Zamora y Alonso Matías.

De su etapa madrileña y toledana, destacan tres grandes obras: la Iglesia de San Antonio de los Portugueses, dependiente del noviciado de la Compañía y a cargo de la hermandad del Refugio y la Piedad, que fue proyectado en 1624. Se trata de una iglesia oval encuadrada en un octógono alargado, deudora de la experiencia andaluza, aunque las capillas laterales la emparentan con Peruzzi en el hospital de los Incurables de Roma, sin descartars la posible relación con el perdido proyecto de iglesia oval de Vicenzio Danti para el Escorial. La obra de mayor trascendencia de Sánchez en la Corte fue el colegio Imperial de Madrid, hoy iglesia imperial de San Isidro, erigido en 1603 por doña Mariana de Austria. Realizó hacia 1620 los planos del edificio conventual más grande de los madrileños en aquella época, según un esquema muy acorde a la Compañía de Jesús, como iglesia de cruz latina con capillas laterales intercomunicadas y amplio presbiterio, presentando la originalidad de contar con una fachada provista de pórtico o exonártex.

Para Toledo diseñó Sánchez en 1619 la iglesia del colegio de San Ildefonso, actual templo de San Juan Bautista, siguiendo el esquema del templo del colegio Máximo de Alcalá de Henares por imposición de los patronos.

Pedro Sánchez se revela como el mejor tracista español de la Compañía en el primer tercio del siglo XVII. También resulta una figura clave en la lenta evolución del manierismo descarnado escurialense hacia la progresiva ornamentación del primer barroco hispano. En sus proyectos andaluces hizo gala de tres cualidades: originalidad, sencillez y eficacia constructiva, dentro de una visión arquitectónica de tradición renaciente donde el esteticismo formal todavía rivalizaba con las necesidades litúrgicas a través de las interesantes plantas centralizadas de las iglesias jesuíticas de Málaga y Sevilla.

Su obra cortesana se orienta más hacia la caracterización del barroco madrileño en un papel semejante al jugado por Juan Gómez de Mora, con obras de empaque monumental dotadas de una incipiente complejidad en su carga decorativa. Sus organizaciones espaciales, sobre todo en el ambiente madrileño, al guardar contactos con el núcleo romano de la orden, supusieron una vía de influencia italiana en la Corte de primera categoría.

Autor: Pedro Manuel Martínez Lara

Bibliografía

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RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ DE CEBALLOS, A.; “Arquitectura y arquitectos en la provincia jesuítica de Andalucía”. En GARCÍA GUTIÉRREZ, Fernando (coord.). El arte de la Compañía de Jesús en Andalucía (1554-2004). Córdoba, Cajasur, 2004, págs. 57-134.

RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ DE CEBALLOS, A.; La arquitectura de los jesuitas. Madrid, Edilupa, 2002.