Nacido en Sevilla en 1519, Pedro de Villegas Marmolejo fue un destacado pintor y escultor del renacimiento andaluz durante la segunda mitad del siglo XVI. A pesar de que Francisco Pacheco nos afirmó que «fue un pintor que ni en vida ni en muerte se habló de él», la abundante documentación conocida (cartas de pago, escrituras notariales, de encargos, etc.) nos revela que fue un artista que desarrolló una importante carrera que no paró de cosechar elogios y aumentar su prestigio social, como demuestra el desempeño del cargo de mayordomo en la Hermandad gremial de San Lucas.

Sobre su vida privada, sabemos que en 1542, cuando el pintor contaba con 23 años, decidió arrendar una casa junto a su mujer María Salvago, con quien pudo desposarse ese mismo año. Sobre el matrimonio conocemos que no tuvieron descendencia. Respecto a su formación se estima que debió transcurrir en un taller local, el cual le ayudó a integrarse dentro del rico ambiente artístico y humanístico que se originó en torno a la ciudad de Sevilla a lo largo de la centuria del Seiscientos, en donde no tuvo que ser sencillo abrirse hueco para iniciarse en la práctica de la pintura debido al nutrido número de compañeros de profesión que había en ese foco.

El estilo de Pedro de Villegas Marmolejo se caracteriza por poseer una correcta destreza técnica que asimila el ideal renacentista de formas clásicas y de estética italiana, que fue introducido en Andalucía hacia 1520 por Pedro Machuca y Jacopo Florentino. A diferencia de la mayor parte de los artistas y artesanos contemporáneos, adquirió un elevado nivel cultural, al igual que una selecta nómina de nombres como Luis de Vargas, Pablo de Céspedes y el joven Francisco Pacheco.

Las amistades con Benito Arias Montano y Juan de Mal Lara fueron claves para que Pedro de Villegas Marmolejo accediera a los ambientes culturales sevillanos de las academias y de las tertulias que eran frecuentadas por literatos, teólogos, filósofos, etc., todos ellos importantes personalidades de la época, los cuales en su mayoría fueron retratados y biografiados por Francisco Pacheco en su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones (1599).

La producción de Pedro de Villegas Marmolejo fue extensa a juzgar por la información documental que nos ofrecen noticias sobre la existencia de un amplio número de pinturas y de esculturas. Sin embargo de éstas últimas no se conserva ninguna obra, aunque tenemos constancia a través de su testamento fechado en 1594 que al menos realizó la talla de un Crucificado (1580) tallado en cedro de Indias para el Monasterio de San Miguel de los Ángeles de Sanlúcar la Mayor (Sevilla); una Virgen (1586) para la peña de Alajar (Huelva); un Yacente y una Magdalena, de dimensiones superiores al natural.

Su primer trabajo conocido data de 1545, cuando entregó dos retratos grandes de imaginería a Cristóbal Muñoz para venderlos en las Indias, por los que cobró la cantidad acordada cuatro años más tarde. Un año después Arias Montano señaló que pintó un pequeño cuadro de la Sagrada Familia que permanece en paradero desconocido. El 17 de julio de 1553 se comprometió a decorar el retablo mayor de la iglesia del hospital de San Lázaro de Sevilla. Las escenas narraban los principales episodios de la vida del titular: preside el tablero principal San Lázaro revestido de pontifical; a su derecha se halla la Resurrección del santo y encima el Arcángel Gabriel; mientras que a su izquierda se halla el Martirio del santo y la Virgen anunciada. En la calle central en alto se localiza la Anunciación y en el frontispicio Dios Padre. Finalmente, en el banco se ubicaban la Quinta Angustia con San Juan y la Magdalena, la Coronación de Espinas y Jesús en la calle de la Amargura. Las obras exhiben un estilo formado desde la tradición manierista y el uso de un correcto dibujo. Desgraciadamente, el programa iconográfico original fue alterado por la sustitución y desaparición de algunas pinturas.

En 1554 realizó un Cristo fuente de la Vida para la iglesia de San Gil de Écija (Sevilla). Su composición es de influencia italiana y muestra en sentido narrativo a Cristo dentro de una fuente donde derrama la sangre de sus llagas, mientras que unos religiosos la recogen para vertérsela a las Ánimas del Purgatorio. Destaca la precisión a la hora de describir con todo lujo de detalles los bordados y brocados de los ajuares litúrgicos que portan algunos personajes. En la Sacristía se localizan unas tablas de la Crucifixión, la Oración en el Huerto y las Lágrimas de San Pedro que parecen que pudieron formar parte de ese retablo. Además en la parroquia de Santa Cruz de la misma localidad, existe un cuadro con el tema de Cristo fuente de la Vida (h. 1555) que ha sido atribuido al maestro sevillano, por la similitud de su composición en relación con la obra de San Gil.

Aunque no han podido ser identificados, sabemos que en 1557 envió a Puerto Cabello (Venezuela) cuatro retablos pictóricos, seis portapaces y seis cruces lignarias pintadas y policromadas. Fuera de Sevilla y su provincia, ejecutó un retablo dedicado a Ntra. Sra. de las Nieves para la parroquial de Lepe (Huelva) que también se encuentra en paradero desconocido desde 1936.

En 1556 pintó el retablo de La Visitación para la Catedral de Sevilla, compuesto por obras de corte manierista de gran calidad pintadas al óleo sobre lienzo pegado a tablas. El tema que preside y que da nombre al retablo posee la rúbrica «PETRUS VILLEGAS PICTOR FACIEBAT». Está flanqueado por el Bautismo de Cristo, Santiago y los santos Sebastián y Blas. En la parte superior se ubica la Glorificación del Niño Jesús y en el banco se hallan un relieve de San Jerónimo, original de Jerónimo Hernández, retratos familiares masculinos y femeninos, junto a escudos del capellán Diego de Bolaños (patrón de la capilla).

Entre 1557 y 1558 está fechado el retablo de Santa Ana de la iglesia parroquial de Alcalá del Río (Sevilla), cuya empresa de arquitectura y talla fue concertada por Roque de Balduque. La labor de pintura no presenta unanimidad en cuanto a su autoría, ya que según algunos autores solo intervino Pedro de Villegas Marmolejo; mientras que para otros también colaboró Luis de Vargas.

Entre 1564 y 1570 pintó, doró y policromó el retablo mayor del templo de Santa María de Carmona (Sevilla), junto a Bautista Vázquez el Viejo. Durante esas fechas debió realizar el retablo de la Capilla de San Francisco de la Real iglesia de Santa Ana de Sevilla con los temas de la Estigmación del titular, flanqueada por la de los santos Pedro, Pablo, Jerónimo y la Degollación del Bautista; y la Natividad en la Predela.

A su regreso a Sevilla gozó de un gran prestigio, convirtiéndose en el principal pintor de la ciudad, sobre todo tras la muerte de Hernando de Esturmio en 1557 y la marcha de Pedro de Campaña en 1562. Durante ese tiempo tuvo que contar con la ayuda de un amplio taller de colaboradores que trabajaron con él, como sucede con el retablo del trascoro de la iglesia de Santa María de la Oliva de Lebrija (Sevilla), pintado a partir de un diseño de Pedro de Villegas Marmolejo, según cita el testamento del clérigo Sebastián de Villavicencio, redactado en 1565. El obrador también está presente en el retablo de San Lorenzo de la iglesia de Santa María de Écija (h. 1570). Entre sus discípulos se le relaciona el sevillano Alonso de Narváez (Alcalá de Guadaira, ¿? – Tunja, 1583), autor del lienzo al temple de la patrona de Colombia, la Virgen de Chiquinquirá de la basílica de Ntra. Sra. del Rosario (h. 1555).

Poco tiempo después, realizó el retablo de la Virgen de los Remedios de la Parroquia de San Vicente de Sevilla. La tabla central –firmada como «PETRUS VILLEGAS PICTOR F.»–  es una obra que combina magistralmente un dibujo acabado y un rico colorido, dando como resultado una composición estudiada, cuyo modelo de la Virgen con el Niño deriva de una estampa homónima de Marcantonio Raimondi. Alrededor de su figura se distribuyen de forma equilibrada un par de querubines músicos en el registro inferior y sobre ellos se hallan otros dos en posición orante. Exhibe un planteamiento idealista, pero deja ver cierto interés hacia el naturalismo en las frutas del cesto. La obra se fechaba hacia 1590, sin embargo Juan Antonio Gómez Sánchez adelantó su datación al localizar los conciertos de talla y pintura del retablo a Jerónimo Hernández y Pedro de Villegas Marmolejo, otorgados el 3 y 4 de enero de 1569 ante el escribano Francisco Díaz. También encontró sus respectivas cartas de finiquito fechadas al año siguiente.

Entre 1575 y 1580 fueron ejecutadas las tablas de Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena y la Sagrada Familia con San Juanito del Museo de Bellas Artes de Sevilla, mientras que hacia 1585 debió ser hecha la pintura en mármol de la Sagrada Familia y San Juanito, firmada como «PETRUS VILLEGAS PINXIT», que se halla al pie del altar de la parroquia de San Lorenzo. La composición otorga un gran protagonismo a la Virgen, la cual sigue el modelo de la Madonna difundido por Rafael.

Desde 1591 se localiza en la parroquia de San Lorenzo de Sevilla un retablo dedicado a la Anunciación que está firmado por el autor. La composición y las figuras muestran rasgos arcaizantes que evidencian el empleo directo de grabados, siendo factible fechar la obra en un periodo anterior.

Entre su obra dispersa figura una Natividad firmada y fechada en 1568 que perteneció a la Colección Leguina y junto a ella unas tablas con idénticas medidas con los temas de la Coronación de Espinas, Calvario y Anunciación.

Murió en la ciudad de Sevilla en 1596 a los 77 años de edad y según una petición propia otorgada en 1591 su cuerpo fue sepultado bajo la Sagrada Familia y San Juanito que realizó para la parroquia de San Lorenzo. Siguiendo su última voluntad, nombró como albacea y heredero universal a su amigo Benito Arias Montano legándole entre otras donaciones todos los libros romanos y toscanos de su biblioteca personal y todas las tablas y lienzos de pintura profana y religiosa que se encontraran en su casa. Además cedió a Alonso Rodríguez un libro de dibujos, moldes y modelos. Por otro lado, las mandas testamentarias nos informan sobre la nobleza, la religiosidad y la caridad del pintor, al solicitar entre otras cosas la redención a cautivos, liberar a los presos por deudas de la cárcel, dar limosnas a los pobres y realizar los sufragios acostumbrados.

La donación de todos estos bienes, así como el resto de indicaciones expresadas en la última escritura pública del pintor son una buena muestra del destacado nivel de cultural, erudición y espiritualidad que tuvo en vida Pedro de Villegas Marmolejo, tal y como revela su epitafio redactado por su albacea Benito Arias Montano con el siguiente texto en latín: «MORIBUS INTEGERRIMUS, SENSU ET SERMONE OPPORTUNISSIMO».

Autor: Rafael Mantas Fernández

Bibliografía

GÓMEZ SÁNCHEZ, Juan Antonio, “Pedro de Villegas Marmolejo (1519-1596): Nuevas obras y documentos”, Laboratorio de Arte, nº 20, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2007, pp. 55-80.

SERRERA CONTRERAS, Juan Miguel, Pedro de Villegas Marmolejo (1519-1596), Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1976.

PAREJA LÓPEZ, Enrique (coord.), “El Arte del Renacimiento. Escultura. Pintura. Artes decorativas”, en VV. AA., Historia del Arte en Andalucía. Tomo V. Sevilla: Gever, 1991.