El palacio de Jabalquinto, perteneciente a la familia Benavides, es, junto al de la familia Ponce de León y el de la familia Carvajal, uno de los palacios más significativos de la zona intramuros de la ciudad de Baeza. Éste conserva fachada, restos de techumbres y patio. Mientras que de los otros dos queda poco o nada. El de la familia Ponce de León, situado en la antigua calle Real (hoy cuesta de San Felipe Neri) frente al de Jabalquinto, conserva el patio. Sin embargo el del linaje Carvajal hoy está completamente desaparecido. Aunque sabemos que se hallaba en la cuesta de San Gil, lugar menos relevante que la calle Real, pero su línea de fachada poseía, por privilegio real concedido por Carlos V, espacio reservado y a salvo de la justicia.

El origen del Palacio de Jabalquinto está ligado a la familia Benavides. El propio palacio, a través de la heráldica deja de manifiesto que su mecenas fue el II señor de Jabalquinto, Juan Alfonso de Benavides Manrique, a finales del siglo XV. Se desconoce su autor, aunque por su estética, la fachada, se suele adscribir a la obra de Juan Guas.

En la actualidad el palacio de Jabalquinto forma parte de la sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía. Ésta ocupa la manzana donde se sitúan dos de los edificios emblemáticos de la ciudad de Baeza; el Antiguo Seminario Conciliar de San Felipe Neri y el Palacio de Jabalquinto. Asumimos estos lugares como edificios independientes a pesar de su fusión en único conjunto en el siglo XVIII. Esta unión, consecuencia de la cesión del edificio del Palacio de Jabalquinto para ampliación del Seminario, convertirá las dos edificaciones en centro de enseñanza, manteniendo su función hasta nuestros días. Desde este momento las referencias a ambos sitios serán bajo el nombre de Seminario de San Felipe Neri hasta la década de los ochenta del siglo XX, cuando se clausura y, tras un breve paréntesis en el que está desocupado, pasa a ser centro universitario. Aunque, por la excepcionalidad del mismo, siempre reseñen las diferentes partes con nombres que las identifiquen, bien relacionados con su origen, como ocurre con el Palacio o con el primitivo edificio del Seminario, o bien con algún nombre que se asuma por la costumbre como el de Monte Sión. La evolución del complejo y los desniveles del terreno marcarán la ampliación de las construcciones así como su designación.

Del antiguo Palacio de Jabalquinto, dentro del mencionado conjunto, se conserva la crujía de fachada y el patio, algo que la heráldica deja de manifiesto. Por otro lado, la escalera monumental, de estética barroca que hallamos en el lateral del patio, es consecuencia de la mencionada fusión de este edifico con el antiguo Seminario Conciliar de San Felipe Neri.

La fachada está enmarcada por dos grandes pilastras coronadas con capiteles de mocárabes, dentro del espacio que delimitan podemos estructurar la fachada en tres partes casi cuatro, si contamos la parte donde se sitúa la heráldica como diferente del segundo cuerpo. En el primer cuerpo se halla el acceso. Éste está enmarcado por dos pináculos que ocupan el primer y el segundo cuerpo dividiendo a su vez la fachada en tres paños. La puerta queda enmarcada por un arrabá cuyas albanegas se encuentran decoradas con clavos de piña que se extienden por encima de la delimitación que separa el primer cuerpo del segundo. Los paños secundarios que establecen los dos pináculos en los laterales están decorados con puntas de diamante como las que encontramos en la Casa de los Picos de Segovia, así como también asemeja esta decoración a la Casa de las Conchas y al palacio del Infantado, todos ejemplares destacados del gótico civil castellano, también en la línea de la estética italiana del Palazzo dei Diamanti en Ferrar (Italia), en el primer cuerpo y de clavo en el segundo. La puerta está compuesta por un arco conopial recorrido por dos troncos donde encontramos catorce figurillas humanas. Por debajo de la línea de imposta, a ambos lados de las jambas, hay dos arcos con decoración vegetal donde también aparecen figurillas humanas.

El segundo cuerpo es donde se hallan cuatro ventanas geminadas. Dos gemelas, separadas entre si por un original motivo arbóreo rematado en forma de libro, al estilo del gótico civil portugués (manuelino), que llega hasta la zona donde se dispone la heráldica en la parte central, situadas entre dos pináculos que parten de la zona alta del alfiz de la puerta, quedando a su vez enmarcado todo dentro de los dos grandes pináculos que ocupan los dos cuerpos. Las otras dos ventanas están una en cada paño secundario o lateral y también están enmarcadas por pináculos que arrancan del segundo cuerpo. Las cuatro ventanas son geminadas, éstas están separadas por una columna de mármol que es la que produce este efecto. Las ventanas tienen recorridos los arcos conopiales que las componen con decoración vegetal y geométrica. En algunos casos, como las ventanas de la parte secundaria y los capiteles de las pilastras aparece decoración mudéjar, algo que caracteriza el gótico civil de la península Ibérica.

El tratamiento heráldico de este edificio es especialmente significativo. Aparecen ocho escudos con yelmos, bureletes, cimeras y lambrequines, cuatro del II señor de Jabalquinto, en los que  se cargan las armas de Benavides Biedma, Manrique, Mendoza y Rojas, todos ellos situados en línea a la diestra heráldica (el lado izquierdo si nos situamos frente a la fachada), espacio reservado al varón, mientras que a la izquierda heráldica (el lado derecho si nos situamos frente a la fachada) se sitúan los de su esposa, Beatriz de Valencia Bracamonte. En este caso se corresponde con los de Valencia, Bracamonte, Acuña y Mendoza.

Según Andrés Nicás Moreno es en la tradición flamenca de donde habría que partir para  el análisis formal de los escudos que hallamos en la fachada de este palacio. Aparecen dispuestos ocho escudos a la valona, inclinados hacia la diestra heráldica puestos en banda. Su uso en la península Ibérica es muy reducido, a diferencia de lo que ocurre en la heráldica alemana, inglesa, famenca o valona, que la utilizó asiduamente. Se considera esta tendencia una característica propia del gótico de finales del siglo XV en la zona que se corresponde con la actual Andalucía. Además de los que estamos analizando los únicos blasones catalogados en la provincia de Jaén, según Andrés Nicás Moreno, con esta disposición son los que hallamos en el Palacio de los Salcedo, las antiguas Casas Consistoriales altas, y en la puerta de Jaén (antes de la Azacaya) todos en de Baeza. Junto a lo señalado encontramos también elementos propios de la heráldica del Norte de Europa, como son la aparición del burelete o rodete (aro de tela relleno de crin) decorado con los principales esmaltes del escudo que se ponían sobre el casco, estos elementos aludían a la antigüedad de los caballeros y se utilizaban para distinguir a los hidalgos antiguos de los recientemente ennoblecidos.

Es también excepcional el empleo de la cimera, ornamento que se sitúa encima del casco y del burelete ocupando la parte más elevada. Habitualmente aparecen animales quiméricos que están relacionados con alguna figura de las que porta el blasón. En el caso que nos ocupa tenemos de izquierda a derecha: una llama ondeante, un león, un hipogrifo, un salvaje, un águila, un dragón, una esfinge, y otro hipogrifo, figuras que evidencian un alto contenido simbólico relacionadas todas ellas con los ideales medievales de la época.

La fachada es coronada por una logia clasicista de cinco arcos de medio punto sobre columnas toscanas, con emblemas heráldicos en las enjutas intermedias que corresponde a una reforma posterior, con un antepecho de piedra contemporáneo inspirado en los de la galería del patio interior.

El patio interior es peristilado, clasicista, descentrado del eje de la fachada y está fechado, según aparece en el propio patio hacia 1599 y 1600. El estudio del mismo señala la existencia de un programa iconográfico que, según José Policarpo Cruz, hablaría de la superación de la hipocresía y el vicio a través de la virtud y el valor, con referencias a la difusión local de la emblemática y en una disposición de marcado gusto tardomanierista encuadrada hacia la sorpresa y el artificio.

Además de los espacios señalados como componentes del palacio existen también algunos restos en la crujía de fachada que pertenecen al momento palaciego del edificio. Concretamente un artesonado de casetones  del siglo XVI se funden con la tradición mudéjar del alfarje con presencia de canes con piñas, cabezas animales y escudetes de la familia Rojas y Luna. Y otro alfarje que se encuentra en la zona central de la crujía de fachada, sobre canes de tradición toledana con grutescos pictóricos del primer tercio del siglo XVI.

Autora: María F. Moral Jimeno

Bibliografía

ALMANSA MORENO, José Manuel, Guía Completa de Úbeda  y Baeza, Torredonjimeno, el Olivo de papel de Andalucía, 2008.

LÓPEZ GUZMÁN, Rafael Jesús, La sede universitaria Antonio Machado de Baeza. Historia y Patrimonio, Sevilla, Universidad Internacional de Andalucía, 2011.

CRUZ CABRERA, José Policarpo, Patrimonio arquitectónico y urbano en Baeza (S. XVI-XVIII), Granada, Universidad de Granada y Asociación cultural baezana, 1999.

GALERA ANDREU, Pedro A., Arquitectura y arquitectos en Jaén a fines del siglo XVI, Jaén, Instituto de estudios Giennenses, Consejo superior de investigaciones científicas, y Excma. Diputación provincial de Jaén, 1982.