Miguel de Luna nació en Granada en torno a 1550. Su familia era oriunda de Baeza y sus miembros se consideraban descendientes de musulmanes granadinos convertidos libremente al cristianismo (es decir, se consideraban descendientes de conversos antes de las conversiones forzosas). Por ello se contaban a sí mismos como parte de la clase social de moriscos antiguos, clase que tenía privilegios de los que no disfrutaban los cristianos nuevos. Luna cursó la medicina en la Universidad de Granada y ejerció la profesión de médico en la misma ciudad. Miembro de la parroquia de San Miguel desde 1570, tenía un carmen con un cenador al pie del Monte Valparaíso, la colina donde posteriormente se descubrieron los Libros Plúmbeos y que desde entonces fue conocida como Sacromonte. Miguel de Luna se casó con una cristiana vieja, María de Verazteguí, y tuvo con ella por lo menos dos hijos, Alonso y Juanico. No sabemos mucho de sus actividades anteriores al descubrimiento del Pergamino de la Torre Turpiana en 1588. Tradujo varios documentos árabes relacionados con la guerra de las Alpujarras en 1568-1571, lo que pone en evidencia sus conocimientos en este campo, y tradujo también cartas diplomáticas relacionadas con Marruecos. El morisco Granadino Alonso del Castillo le califica como persona “de los de contrabando” (es decir: era de dudosa lealtad política). En marzo de 1588 el arzobispo de Granada, Juan Méndez de Salvatierra (c 1530-1588), le pidió traducir las partes árabes del recién descubierto Pergamino de la Torre Turpiana, esto último defendido por Luna como documento cristiano auténtico. En 1592 envió al rey un tratado médico de su puño y letra sobre el valor de baños públicos y en el mismo año publicó la primera parte de su tratado pseudo-histórico, Historia Verdadera del Rey don Rodrigo. El Tratado de los baños era una carta en la que Luna se dedica a exponer el papel importante que tienen los baños a la hora de prevenir la difusión de enfermedades y solicita que sean reinstaurados en todo el reino. Es interesante que el texto se base fundamentalmente en un pasaje del Pergamino escrito en árabe que de este modo se presenta implícitamente como documento auténtico, que habla sobre el valor del agua corriente para curar. En su Verdadera Historia, Luna inventó la figura de un historiador árabe que tradujo un manuscrito árabe que según Luna se conservaba en la Biblioteca Real de El Escorial y conocido como el sabio alcaide Abulcasim Tarif Abentarique, ‘moro’ de nación árabe. Ya durante la primera mitad de los años noventa un arabista como Diego de Urrea sospechaba que Luna había falsificado este texto. El libro defiende de manera implícita la imagen de los musulmanes como fieles aliados y súbditos de los poderes cristianos, y legitima el uso del árabe del mismo modo en que lo hacen los Libros Plúmbeos.  Desde 1595 hasta su muerte en 1615, Luna estuvo al servicio del arzobispo de Granada, Pedro Vaca de Castro y Quiñones (1543-1623) – quien fue (un) gran defensor de las reliquias y de los documentos– y a quien sirvió como traductor de los Libros Plúmbeos, defendiendo la autenticidad de los textos como auténticos documentos cristianos del primer siglo. Aun en los documentos que datan de 1595 se llama a sí mismo sencillamente traductor (intérprete) pero poco después, ya en 1596, se califica en las fuentes como “intérprete de su magestad”. Estos cambios sugieren que hizo carrera como traductor de árabe. En 1596 se le dio orden de traducir del árabe un tratado sobre la gota. No sabemos si efectivamente lo hizo. En 1611 Luna hizo esfuerzos para obtener la hidalguía. Su hijo Alonso vivió durante algún tiempo en Roma. Miguel de Luna se presentaba a sí mismo públicamente como “cristiano arábigo”, es decir, como cristiano hablante de árabe aunque se desprende de las fuentes inquisitoriales su condición de cripto-musulmán. Según otros moriscos que le conocieron y que fueron testigos en un proceso inquisitorial contra el morisco hornachero Jerónimo de Rojas (1601-1603), se decía sobre Luna que ‘no había mejor moro que él’. Según testigos en el proceso, Luna habría declarado cómo en las láminas de plomo que se habían hallado en el Monte Santo de Granada “está escripto de mano de Jesucristo cómo el mismo dixo que ni era Dios ni hijo de Dios ni Dios tenía hijo, que no se engañasse nadie, y que en el dia del juicio los miserables christianos engañados, quando se vean condenar, yrán a Jesuchristo a decir ‘¿por qué nos engañaste?’, y éste se descartara diciendo en ninguna parte está escripto que él dixesse que era hijo de Dios sino que ellos con su latin y en sus concilios lo han venido a decir y le dirá al nabi (el profeta Muhammad): ‘nabi, volved por mi y decidles a éstos lo que supiste en el mundo de la gente de la verdad’, y el nabi dirá como Jesuchristo nunca dijo que era Dios sino profeta”. Sin embargo, en el decreto de expulsión de 1609 no se incluyó ni a Miguel de Luna y ni a su familia, y Luna murió ‘cristianamente’ en 1615, siendo enterrado en la ciudad de Granada. Tras su muerte en 1618, un individuo llamado Alonso de Luna, médico ‘veçino de Granada’, que decía ser hijo del “doctor Luna” de Granada, probablemente Miguel de Luna, se presentó ante la Inquisición de Múrica testificando que tenía por tarea divina declarar los contenidos de un libro plúmbeo del Sacromonte que se había tenido por indescifrable. Parece ser que se trataba del llamado Libro Mudo. Todo indica que Miguel de Luna estuvo de una manera u otra implicado en la fabricación de los Libros Plúmbeos.

Autor: Gerard Wiegers

Bibliografía

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KONINGSVELD, P.S. Van, “Le parchemin et les livres de plomb de Grenade: Ecriture, langue et origine d’une falsification”, en VEGA GARCÍA-FERRER, María Julieta; GARCÍA VALVERDE, María Luisa; LÓPEZ CARMONA, Antonio (eds.), Nuevas aportaciones al conocimiento y estudio del Sacro Monte: IV centenario fundacional (1610-2010), Granada: Fundación Euroárabe, 2011, pp. 173-196.

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