La antigua Universidad de Baeza se fundó en 1538, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, por bula del Papa Paulo III a instancia del clérigo Rodrigo López, natural de Baeza y residente en Roma. A través de un breve apostólico, se autorizó a los hermanos López (Rodrigo y Bernardino a quienes el Papa había nombrado administradores) la redacción de las constituciones con las que se regiría el centro.  En 1539, en otro breve apostólico, se les permitió, a Rodrigo y Bernardino, nombrar a un juez conservador a favor del nuevo centro educativo. Meses después el fundador dio a San Juan de Ávila potestad para ejecutar las bulas fundacionales. Continuarán con la empresa baezana los sobrinos del fundador, Rodrigo Pérez de Molina y Pedro Fernández de Córdoba. En 1542 Rodrigo Pérez de Molina fue autorizado para que diesen comienzo las clases. Sin embargo, Pérez de Molina solicitó, ampliando lo establecido por el fundador, que en el estudio baezano se cursasen, además de las Sagradas Escrituras, libros de humanidades. Lo que confirió al de Baeza el rango de Universidad. Finalmente San Juan de Ávila estableció las facultades de artes y teología, dejando deliberadamente fuera la de cánones. Aunque cien años después, en 1683, se establece también la de leyes.

La particularidad que los estudios universitarios presentaron en Baeza radica en su carácter espiritual y reformista (aproximándose al erasmismo en algunos aspectos, en otros coincidentes con los jesuitas, o aportando su propuesta original), algo que se quiere plasmar en los estudios universitarios baezanos confiriéndoles su singularidad. Esta clara vocación se la suele asociar a la tensión que existía en la sociedad entre conversos y cristianos viejos como una de las motivaciones más relevantes. La universidad baezana no fue ajena a las tensiones de carácter religioso que se vivía en su sociedad, y que se incrementaron a partir de la muerte de San Juan de Ávila, sin embargo la institución se consolidará en el siglo XVI y XVII. El siglo XVIII en lo cultural y académico, sin embargo, está marcado por el creciente desprestigio de la institución universitaria, que derivaría en el decreto de extinción y definitiva clausura de la institución en 1824. En las primeras décadas de siglo XIX es cuando tuvo lugar la desaparición de los estudios universitarios en Baeza, por medio del decreto de extinción (1807) y definitiva clausura de la institución en 1824. El edificio que ocupó la universidad siguió siendo centro educacional, salvo por pequeños lapsus de tiempo, como centro de enseñanzas medias. Es en este momento, ya en el siglo XX, cuando como Instituto General y Técnico forme parte de su claustro Antonio Machado. Por este motivo y debido a la inauguración del curso escolar el 2 de octubre de 1916 del mismo por el rector de la Universidad de Granada, Federico Gutiérrez Jiménez, conservamos una fotografía del poeta dentro del edificio de la Antigua Universidad baezana. En la actualidad este centro sigue siendo lugar de enseñanza como I.E.S. Santísima Trinidad.

Como vemos Baeza es un espacio cultural de primer orden, por lo que no sorprende que en este contexto aparezcan obras de carácter religioso (máxime si tenemos presente la vocación del estudio baezano), científico, poético e histórico más o menos vinculadas a estos y donde se hace referencia específica a los mismos. A lo que hemos de sumar la producción propia. Un espacio intelectual como éste requiere establecimientos que proporcionen obras impresas a la comunidad. Los primeros libros editados se fechan en torno a 1551, aunque no aparece editor, apuntando a posibles imprentas de carácter ambulante. El primer establecimiento tipográfico que conocemos fue el de Juan Bautista de Montoya (1568-1617) cuya obra más importante es Examen de Ingenios de Huarte de San Juan. Otro de estos es el regentado por los Cuesta (Pedro de Cuesta Gallo (1614-1639) y Juan de la Cuesta), a los que siguió Agustín Doblas y su familia entre otros.

La primera sede universitaria se halló en la calle Casas Nuevas, donde hoy encontramos parte del espacio que ocupó dedicado al museo de la ciudad. Un elemento inequívoco del origen universitario de este edificio lo constatamos en el texto que recoge el entablamento de la portada principal donde se está situada una inscripción clara al respecto que traducimos: “El doctor Rodrigo López, hijo benemérito de Baeza, fundó esta célebre Universidad, que dedicó felizmente a Dios trino y uno”. Del origen de la construcción se sabe que fue una casa nobiliaria perteneciente a la familia Acuña. El interior se acomodó para la enseñanza, pero pronto se manifestó insuficiente.  Lo que obligó a la construcción de un espacio más adecuado. Desde el traslado (1593) de los estudios universitarios la sede primitiva se mantuvo como centro educacional para niños, tal como recoge el Padre Torres. Una vez suprimidos los estudios el primitivo edificio universitario pasó a ser, según Enrique Romero de Torres, casa de vecinos. Al parecer se mantuvo como viviendas particulares hasta su adquisición por el Ayuntamiento baezano en 1992. En este momento se decide dedicar una parte para viviendas de protección oficial y otra para museo. En el 2009 se remodeló el museo nuevamente, dando como resultado el aspecto que presenta actualmente.

En 1568 Pedro Fernández de Córdoba se convirtió en patrono de la universidad. Éste fue quien patrocinó la obra de la nueva sede situada junto al arco del Barbudo en la calle San Juan de Ávila, donde se trasladaron los Estudios en 1593. Sobre esta ubicación se apunta que la capilla de San Juan Evangelista ocupa el espacio de la ermita de San León y que con anterioridad acogía el convento de San Francisco hasta su traslado a las afueras de la antigua ciudad amurallada. Ese convento se situó en la calle de San Francisco. Los restos de este edificio es lo que se conoce como ruinas de San Francisco.

El edificio posee una clara estética manierista (finales del siglo XVI e inicios del Siglo XVII). Se desconoce su tracista aunque se ha atribuido entre otros a Francisco del Castillo, dada su similitud estilística que diseño y organización de su fachada presenta con la de la Cancillería de Granada realizada por este autor. La construcción está realizada en sillería. La fachada principal se caracteriza por presentar cinco ejes verticales de ventanas, dispuestos en tres alturas, sobre zócalo acabado en bocel. El eje central es el que da acceso al edificio, se compone de una portada formada por un arco de medio punto estriado con clave resaltada y enmarcada, al igual que las ventanas de los pisos superiores por dos pares de pilastras de capitel dórico, en el segundo piso son columnas con capitel jónico. Sobresale de esta portada la incorporación, por su estética parece que en el siglo XVIII, de un medallón con el relieve de la Santísima Trinidad, advocación del conjunto. En el interior destaca el patio estructurado con doble galería de arcos de medio punto con clave resaltada sobre columnas toscanas. En las enjutas aparece el escudo del obispo Delgado alternado con decoración de discos. Aunque lo más destacado de la decoración son las cuatro cartelas que aparecen en la galería superior donde se condensa el programa iconográfico del mismo. Estas cuatro cartelas contienen los siguientes textos: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor”, “Sólo a Dios el honor y la gloria”, “En el alma malévola no entra la sabiduría” y “Donde hay humildad, allí está la sabiduría”. Estos escritos pertenecen a la Sagrada Escritura, concretamente a los libros sapienciales, y expresan el talante educativo que tenía esta universidad, centrada especialmente en la formación del clero. Una de las dependencias más destacada de entre las que conserva el edificio y a la que se accede por este patio es el Paraninfo. Este espacio de planta cuadrada con graderío y cubierto con una armadura ligeramente rectangular. Conserva este lugar varios lienzos destacables donde aparecen presidiendo el espacio el de la Trinidad y en los tres frentes restantes, uno por cada lado, el fundador Rodrigo López, San Juan de Ávila y Diego Pérez de Valdivia, otro de los docentes destacados del centro.

El conjunto se complementa con la Capilla dedicada a San Juan Evangelista, concluida en el siglo XVII. Está situada en el lado izquierdo del conjunto y se puede acceder a ella a través del patio de la antigua Universidad, desde la fachada oeste del edificio, y a través de su portada principal, situada en el lado sur. Esta última queda completamente integrada en la fachada del espacio educacional formando un unitario conjunto. Cada parte está definida pero integrada. La fachada principal está estructurada en tres cuerpos. El primero de ellos da acceso a la iglesia franqueando un arco de medio punto con decoración estriada entre columnas corintias coronadas por un entablamento sobre el que hay un cuerpo rectangular dividido en dos partes, cada una flanqueada por pilastras. La parte baja del rectángulo presenta decoración geométrica y la superior tres óculos circulares enmarcados en un arco de medio punto sobre el que encontramos otro entablamento, menor que el del primer piso, del que parte una ventana, también bajo un arco de medio punto entre pilastras almohadilladas sobre la que se encuentra el entablamento del tercer piso y sobre este otro óculo. Tanto los óculos del segundo piso como el vano del tercero dan luz al interior del templo. La fachada concluye con la torre campanario cuadrangular del edificio hasta el tejado, a partir del cual se transforma en octogonal, con jarrones en las esquinas achaflanadas. La torre se decora en la cornisa al igual que la cornisa de la fachada norte, la que está adosada al edificio educativo, con cerámica vidriada. La fachada oeste del edificio da a la calle Arco de las Escuelas. Ésta presenta tres cuerpos. El acceso al templo se hace a través de una lonja que salva el desnivel del terreno. Ésta da acceso a una portada con arco de medio punto cuyas ménsulas están decoradas con elementos geométricos característicos del manierismo y en las enjutas hallamos decoración de discos. A su vez la portada se enmarca por columnas corintias rematadas con el escudo del fundador. Sobre el arco hallamos un entablamento en cuyo friso aparecen triglifos y metopas. Éste está rematado por un frontón triangular, que queda flanqueado por los mencionados escudos, cuyo tímpano aparece decorado con un disco, motivo decorativo que aparece en todo el conjunto. En el interior el templo presenta una organización que responde al prototipo andaluz de templo de “cajón”: planta longitudinal y ejes paralelos en su alzado y capillas en nicho. En una de ellas, situada en la parte alta del templo en el lateral izquierdo, es donde se enterró a Pedro Fernández de Córdoba. Existe en este nicho una escultura en mármol de carrara en la que se presenta al difunto arrodillado frente a un atril que sustenta un libro abierto (esta estatua fue decapitada durante la contienda civil española del siglo XX). El templo se cubre por una bóveda de medio cañón corrido, excepto el crucero, cubierto por bóveda de media naranja rebajada sobre pechinas. A los pies del templo hay un coro elevado bajo el que se sitúa una bóveda de casetones positivados junto a grandes ovas, de inspiración serliana. El edificio que ocupó la universidad siguió siendo centro educacional, salvo por pequeños lapsus de tiempo, como centro de enseñanzas medias. Es en este momento, ya en el siglo XX, cuando como Instituto General y Técnico forme parte de su claustro Antonio Machado. Por este motivo y debido a la inauguración del curso escolar el 2 de octubre de 1916 del mismo por el rector de la Universidad de Granada, Federico Gutiérrez Jiménez, conservamos una fotografía del poeta dentro del edificio de la Antigua Universidad baezana. En la actualidad este centro sigue siendo lugar de enseñanza como I.E.S. Santísima Trinidad.

Autora: María Francisca Moral Jimeno

Bibliografía

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CRUZ CABRERA, José Policarpo, Patrimonio arquitectónico y urbano en Baeza (siglos XVI-XVIII), Aristocracia urbana y conmemoración urbana, Granada, Universidad de Granada, 1999.

CRUZ CRUZ, Juan, La catedral de Baeza y su entorno monumental, Pamplona, Eurograf, 1998.

MOLINA HIPÓLITO, José, Baeza histórica y monumental, Córdoba, Caja de Ahorros, 1982.

Guía artística de Jaén y su provincia, Sevilla, Fundación Lara, 2005.

MORAL JIMENO, María (coord), Baeza. Arte y patrimonio, Baeza, Ayuntamiento de Baeza y Diputación Provincial de Jaén, 2010.