Juan de Roelas es considerado el primer reformador de la pintura sevillana en el tránsito hacia el naturalismo.  A pesar de que tradicionalmente se venía aceptando el origen sevillano del pintor, la reciente publicación de unos poderes notariales por Hernández del Hoyo sitúa su nacimiento en Flandes hacia 1570. Pocos datos se tienen sobre su etapa de formación, que presumiblemente se desarrolló dentro del taller de su padre, Jaques de Roela, ambos documentados en Valladolid desde 1594; fue allí donde trabajó para el Duque de Lerma hasta 1602, y realizó su primera labor conocida colaborando en la decoración del catafalco para las exequias de Felipe II que se erigió en la universidad.  Debió ser entonces cuando se ordenó sacerdote, pues en 1603 se produjo su traslado al antiguo reino de Sevilla, concretamente a la Colegiata de Olivares donde ganó una capellanía antes de establecerse en la capital un año más tarde, desarrollando allí su carrera artística hasta 1616.

Con el primer gran encargo que ejecutó en la ciudad hispalense se consolidó como uno de los pintores más importantes del panorama artístico sevillano: se trata de varios lienzos que debió realizar entre 1604 y 1606 para el retablo mayor de la iglesia de la Anunciación, Casa Profesa de los Jesuitas.  En la gran tela central dedicada a La Circuncisión y la Imposición del Nombre de Jesús se aprecian las características más significativas de su estilo, el mismo que venía a reformular el futuro de la pintura local confrontándose directamente con el referente más importante de la ciudad, Francisco Pacheco, quien seguía por entonces acusando un retardatario manierismo en sus obras. Las largas pinceladas se superponen al ligero dibujo en una composición complicada, donde numerosas figuras se desenvuelven en un espacio resulto de una manera muy original, en el que los rasgos italianos se conjugan con otros de estirpe flamenca. Las evidentes influencias de la pintura véneta y boloñesa hicieron pensar a Ceán Bermúdez y a otros historiadores del arte en el siglo pasado, que el artista pudo haber efectuado un viaje de formación en Italia entre los años de 1585 y 1595. La referencia a la supuesta estancia italiana viene apoyada también por la crítica internacional, como August L. Mayer que lo sitúa hipotéticamente en Venecia antes 1609 por el conocimiento que demuestra tener en sus obras de Tintoretto. Sin embargo, con este dato aún sin confirmar, se podría pensar que fue en la propia Sevilla donde pudo estudiar la pintura de estas escuelas a través de las numerosas obras que se enviaban desde aquellas regiones, así como del contacto con los artistas italianos que llegaban a Sevilla para desarrollar su profesión o para marchar a América. En este sentido, en el mismo retablo para los jesuitas estuvo contratado Girolamo Lucente da Correggio y ya en Valladolid pudo conocer al florentino Bartolomé Carducho en el entorno del duque Lerma.

La conjugación de estos elementos hace que su pintura se traduzca en la transmisión de los sentimientos y en la humanización de los santos personajes, acercando por primera vez lo sagrado a la sensibilidad del pueblo sevillano. Esta expresividad es la misma que se aprecia en las pinturas que concibe en la ciudad y en otras villas cercanas, como son el Triunfo de San Gregorio (1608) del Colegio de Ingleses (hoy en Valladolid), el retablo para la iglesia de Santa Isabel de Marchena (1606-1607) que había dejado inconcluso Alonso Vázquez antes de su marcha a México, Santiago en la batalla de Clavijo y la Piedad (1606) para la catedral, La Visión de San Bernardo (h. 1610) actualmente en el Palacio Arzobispal, El martirio de San Andrés, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen y el Pentecostés, realizados entre 1613 y  1615, hoy conservados en el Museo de Bellas Artes.

En 1616 Roelas se traslada a Madrid con la intención de llegar a ser nombrado pintor de cámara de Felipe III, lo cual denota la relevancia conseguida hasta el momento, aunque no consiguió tal designación. De este mismo año es la Alegoría de la Inmaculada Concepción, realizado para entregarlo al rey, gran defensor del dogma que enfrentó en Sevilla a franciscanos y dominicos. En este lienzo de complicada lectura se ha querido ver un reflejo de las fiestas celebradas en la ciudad del Guadalquivir en honor de la Inmaculada en 1615, recogiéndose en los diferentes elementos de la complicada composición una suerte de compendio teológico sobre la definición de este dogma. En el mismo periodo llevó a cabo varias pinturas para el rey y su sucesor Felipe IV. Al mismo tiempo, entre 1619 y 1621, efectuó las pinturas del retablo de la iglesia del convento de la Merced de Sanlúcar de Barrameda para don Manuel Alonso, Duque de Medina Sidonia, hoy conservadas en la colección de la familia en la mencionada ciudad gaditana. Además, realizó la excelente Resurrección de Santa Leocadia (h. 1620) para el Hospital del Niño Jesús de Madrid.

En 1621 vuelve a Olivares donde ejerció de nuevo como capellán, condicionado quizás por no haber conseguido su objetivo en la corte. Desde allí elaboró las pinturas de dos retablos colaterales dedicados a Santa Úrsula y las once mil vírgenes para el Duque de Medina Sidonia y de nuevo para la misma iglesia sanluqueña. Hasta su muerte en 1625 realizó varias pinturas para Sevilla, entre las que destacan La Virgen de la Merced para con convento homónimo, actualmente en la catedral hispalense, así como la Sagrada Familia de la Casa Cuna, hoy en la Diputación Provincial de Sevilla.

Los datos fehacientes que existen sobre su figura son muy escasos. Esto ha llevado a confundirlo durante mucho tiempo con Fray Juan de Ruelas de la Orden de Nuestra Señora del Carmen y definidor de la provincia de Andalucía, religioso sevillano autor del tratado Hermosura corporal de la Madre de Dios publicado en 1621, error debido en gran parte de los inexactos datos biográficos aportados por Ceán y el Conde de la Viñaza. Sorprende, por tanto, que un artista tan relevante para la pintura española, especialmente para el desarrollo del arte sevillano, sea aún tan desconocido. A pesar de ello, se ha querido ver su estela en las carreras de otros pintores locales como Francisco Varela, Juan de Uceda o Juan del Castillo.

Autor: Rafael Japón Franco

Bibliografía

Enrique Valdivieso: Juan de Roelas. Sevilla: Diputación de Sevilla, 1978.

Enrique Valdivieso y Juan Miguel Serrera Contreras: Historia de la pintura española: escuela sevillana del primer tercio del siglo XVII. Madrid, CSIC, 1985, pp. 117-173.

Maria Antonia Fernández del Hoyo: “Juan de Roelas pintor flamenco”, en Boletín del Museo Nacional de Escultura, 4, 2000, pp. 25-28.

Enrique Valdivieso: “Juan de Roelas en la Sevilla de 1600”, en De Herrera a Velázquez: el Primer Naturalismo en Sevilla [exposición]. Sevilla: Fundacion Focus-Abengoa, 2005, pp. 69-82.

Enrique Valdivieso e Ignacio Cano Rivero: Juan de Roelas, h. 1570-1625 [Exposición]. Sevilla: Junta de Andalucía, 2008.

Alfonso Pérez Sánchez: Pintura Barroca en España 1600-1750 (edición actualizada por Benito Navarrete Prieto). Madrid: Catedra, 2010, pp.160-164.