Josefa de Santa Rosa (-1741), hermana de la Orden Tercera de san Francisco, fundadora del Colegio o recogimiento de huérfanas de Nuestra Señora de la Concepción en Málaga. Por el año 1704, Josefa de Santa Rosa, compadecida de unas niñas huérfanas que andaban sin rumbo por las calles de Málaga, decidió acogerlas en su propia casa junto al postigo de Arance. Evitaba así los graves perjuicios espirituales y físicos que podían sobrevenir a estas pequeñas sin tutela familiar. Ahora bien, sus caritativos deseos se veían frenados por la falta de medios económicos. Con ayuda de otras piadosas mujeres, que no dudaron en pedir diariamente limosnas, pudo alimentar, vestir e instruir a un reducido número de huérfanas, a las cuales enseñaba la doctrina cristiana al tiempo que las adiestraba en aquellos aprendizajes propios de su condición femenina. Transcurrido algún tiempo, Josefa de Santa Rosa y las otras benefactoras, tan necesitadas como las propias huérfanas, consiguieron que su piadosa iniciativa fuera apoyada por los poderes públicos, el obispo don Bartolomé Espejo y Cisneros y por el Municipio, con una ayuda pecuniaria. Destacados prohombres malagueños contribuyeron con su generosidad a sostener este hospicio y apoyaron toda iniciativa de la hermana Josefa de Santa Rosa para conseguir una renta con la cual proseguir el recogimiento de huérfanas. El regidor Diego Pizarro del Pozo, en su testamento dejo encargado que se abonara el alquiler de la casa donde se acogían a las huérfanas, un cahíz de trigo para su alimentación y diez mantos para las madres que cuidan las niñas. Esta solicitud por el bienestar de las huérfanas motivó a los regidores, a comienzos del año 1707, a solicitar al rey Felipe V la vivienda que habían abandonado las religiosas capuchinas al trasladarse a la Casa de Proveeduría General que el rey había destinado como convento. La petición municipal fue atendida con solicitud por el monarca que comprendía la perentoria necesidad que tenía la hermana Josefa de Santa Rosa y sus colaboradoras en encontrar un edificio amplio para criar y educar a las huérfanas y de afrontar el pago de su arrendamiento, ya que carecían de una renta fija. Por un real despacho del primer Borbón, de 30 de septiembre de 1707, dirigido al gobernador de Málaga, don Juan Antonio de Amezaga, cedía la casa en que habían residido las religiosas capuchinas para establecer en ella el colegio y residencia de las niñas huérfanas malagueñas. A los dos meses ya se encontraban instaladas las pequeñas en el seminario, en la calle Ancha de Madre de Dios, celebrando la eucaristía con motivo de la festividad de la Concepción de María. Para conmemorar esta efeméride, el colegio tomo como titular a Nuestra Señora de la Concepción de María. En su infatigable búsqueda de medios para el bienestar de las niñas Josefa de Santa Rosa recabó del prelado Francisco de San José, que por aquellas fechas ocupaba la sede episcopal, la asignación de una renta anual fija procedente de las limosnas derivadas de los testamentos en concepto de manda forzosa. Con este modesto capital, las limosnas que diariamente recogían los hermanos limosneros por las calles de Málaga y alguna donación espontánea, se sufragaban los gastos de manutención, vestuario y curación de las pequeñas recogidas en el colegio. Una circunstancia fortuita consolidó la creación de esta institución benéfica; a finales del año 1711, el cabildo municipal recibió un real decreto del monarca por el cual se solicitaba información acerca de la situación en que se encontraban las niñas huérfanas en su jurisdicción. Esta información la recababa el Consejo de aquellas ciudades españolas que habían participado activamente en la Guerra de Sucesión, contienda que había afectado a amplios sectores de la población. Las secuelas de la guerra habían propiciado que numerosas niñas se encontraran sin hogar, mendigando su alimento por las vías públicas, perdiendo fácilmente su honor, perjudicando no sólo su salud espiritual sino que al dedicarse a la prostitución trasmitían enfermedades venéreas que causaban un mal endémico local. Felipe V, adelantándose a los reformadores ilustrados tratará de aunar el problema de la beneficencia con el de la difusión de la cultura. Se paliaban de esta forma las necesidades corporales, se las instruía en las primeras letras y se les enseñaba un oficio. La respuesta a esta consulta real por parte del gobernador de Málaga, marqués de Riscal de Alegre, consistió en la notificación de la existencia en la ciudad de un establecimiento de recogimiento, educación y crianza de niñas huérfanas erigido en un edificio extramuros de la ciudad, que el rey les había cedido para tal fin. Que en dicho colegio no sólo se daba albergue a las niñas sino que también se las instruía en la doctrina cristiana, en la enseñanza primaria y en las labores femeninas. El número de niñas acogidas era aún corto- alrededor de 11-, debido a la escasez de medios, aunque si se realizaban ciertas obras de mejora en el edificio y agregaba una casa contigua, se podría ampliar la cifra de alumnas acogidas. El presupuesto para realizar estas modificaciones y ampliaciones oscilaba entre los 1.500 y 3.000 ducados. También se hizo un minucioso estudio sobre el coste de cada alumna que oscilaba entre 1 o 2 reales diarios, cuantía que se podía obtener de las limosnas diarias y de la venta de las labores ejecutadas por las niñas. Siguiendo una política de creación de seminarios reales, el Consejo real ordenó al municipio malagueño consignara del erario público la cantidad necesaria para el mantenimiento del colegio de la Inmaculada Concepción, por lo que en cumplimiento de esta orden, los capitulares designaron de los arbitrios y propios de la ciudad 600 ducados anuales para el alimento de las huérfanas, procedentes del arrendamiento de los oficios de estibadores de pasa y vaciadores de aceite. Esta cantidad asignada al colegio por el cabildo municipal le pareció insuficiente a su primera rectora Josefa de Santa Rosa, por lo que, con una decisión increíble para aquella época en una mujer, decidió emprender viaje a Madrid a gestionar ante el rey Felipe V y el Consejo la concesión de 200 fanegas de tierra de pan sembrar del prado de la ciudad para alimentar a las alumnas. Esta petición indignó al concejo municipal, acusando a Josefa de Santa Rosa de incompetente en la administración del colegio y de insolente al pretender una parte del prado y ejido que los Reyes Católicos habían concedido a la ciudad como zona de pastos comunales. La rectora, además, instó a que se liberara al colegio de contribuciones al igual que lo estaban los conventos y hospitales de la ciudad. Entonces el cabildo municipal reclamó el patronato del colegio de la Concepción para ejercer un control directo sobre la administración y organización del mismo. Las noticias que llegan a Madrid procedentes de Málaga son poco propicias para las diligencias de la rectora Josefa de Santa Rosa. El municipio malagueño informaba a la Corte sobre la situación agrícola y ganadera en que se encontraba la ciudad y finalizaba con una acre censura hacia la hermana Josefa de Santa Rosa por pretender las 200 fanegas de tierra del prado de la ciudad. Pese haber fracasado en su propósito inicial de conseguir unos mayores ingresos para el colegio de huérfanas, Josefa de Santa Rosa solicita del rey Felipe V y del Consejo que se asigne en contrapartida la renta integra de los oficios de estibadores y vaciadores de aceite. La respuesta se demoró, pero mientras tanto el monarca concedió, por un real despacho fechado en 16 de diciembre de 1714, el patronato del colegio de Nuestra Señora de la Concepción al municipio malagueño, para que controlara la administración de la renta del centro educativo. Asimismo, se encargó a los regidores diputados la redacción de unas Constituciones tomando las del Colegio de la limpia y pura Concepción de la villa de Madrid. Las Constituciones se encuentran estructuradas en 26 capítulos correspondientes a diferentes materias referidas a la organización y regulación del centro, régimen diario, selección del profesorado, atribuciones y deberes de los empleados, sistema de ingreso, tiempo de estancia y salidas que podían tener, alimentación y vestido de las alumnas, gobierno económico del centro, etc. El número de alumnas que podía albergar el recogimiento estaría en torno a 30, dejando abierta la posibilidad de que se recibieran más alumnas en función de la renta consignada. Las vacantes se cubrían lo antes posible entre las niñas más necesitadas, mayores de 6 años y huérfanas de padre y madre. Cuando estas muchachas acogidas en el colegio alcanzaban la edad para contraer esponsales, se las aconsejaba elegir entre los oficiales y maestros que tuviesen un oficio, aunque fuesen pobres, y fama de cristianos viejos. El funcionamiento del colegio se encontraba reglamentado por las Constituciones: “Que las niñas desde el día del señor San Miguel hasta Pascua Florida se levanten a las seis y media de la mañana para que desde esta hora a la de las siete se vistan y aseen, lavándose la cara y las manos, pasen a la tribuna donde la rectora les hará recen un tercio de Rosario[….].Hecha esta cristiana diligencia las llevara la rectora a alzar las camas, barrer el dormitorio y lo demás preciso en que se ocuparan media hora. De allí pasarán al refectorio y se les dará por desayuno la fruta del tiempo siendo verano y en invierno de higos y pasas.

La primera rectora del Colegio de niñas huérfanas fue la hermana Josefa de Santa Rosa, nombrada por ser la fundadora del recogimiento y por sus constantes desvelos, hasta que le sobrevino la muerte el 5 de noviembre de año 1741. La relevó en el cargo la hermana Josefa de San Juan.

Autora: Marion Reder Gadow

Bibliografía

CEPEDA FANDIÑO, Antonio, “Una institución para la educación de mujeres en Galicia: el Colegio de Huérfanas de Santiago de Compostela”, en Memoria ecclesiae, Actas del XII Congreso de la Asociación, nº 13, 1998, pp. 183-199.

FRANCO RUBIO, Gloria Ángeles, “Mujeres y espacios urbanos en la Edad Moderna. Algunas reflexiones”, en SEGURA GRAÍÑO, Cristina (ed.), Mujeres y espacios urbanos. Homenaje a Christine de Pizan (1405-2005), Laya, Madrid 2007, pp. 119-155.

-“Educación femenina y prosopografía: las alumnas del Colegio de las Salesas Reales en el siglo XVIII”, Cuadernos de Historia Moderna, nº 18, 1997, Universidad Complutense, pp. 69-86.

REDER GADOW, Marion, “Aproximación a una institución docente femenina: el Colegio de huérfanas Ntrª Srª de la Concepción de María Santísima”, Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, nº 7, 1984, Universidad de Málaga, pp. 291 – 301.

REDER GADOW, Marion, “Datos acerca de la Enseñanza Femenina en la Málaga Ilustrada”, en Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, nº 11, 1988, Universidad de Málaga, pp. 435-452.

VENTAJA DOTE, Fernando, Educación y Alfabetización en Málaga durante el reinado de Fernando VI, Málaga, CEDMA, Servicio de Publicaciones, Centro de Ediciones de la Diputación, 2005.