Irlandesa por su origen, madrileña de nacimiento y andaluza de residencia durante la mayor parte de su vida, Inés Joyes aparece como una figura sugerente en la España del siglo XVIII. Su vida fue una existencia corriente, la de una mujer burguesa, casada y madre de una numerosa familia, a la que no se le conocen actividades públicas fuera de aquella por la que la recordamos hoy: la publicación en 1798 de una Apología de las mujeres acompañando a su traducción de una novela inglesa, El Príncipe de Abisinia.

Inés Joyes nació en Madrid el 27 de diciembre de 1731, como tercera de los seis hijos de Patricio Joyes e Inés Joyes, ambos católicos de ascendencia irlandesa: su madre había nacido en la ciudad portuaria de Galway y su madre en Nantes, donde vivían exiliado un buen número de irlandeses jacobitas, es decir, leales a la casa Estuardo, depuesta por la Revolución Gloriosa de 1689 que siguió a la Restauración de 1660. La familia poseía una compañía financiera («Patricio Joyes e hijos») activa y próspera en los negocios de la capital, con relaciones comerciales con el resto de Europa y vínculos con personajes influyentes en los negocios y la política. Tras fallecer su padre en 1745, Inés y sus hermanos quedaron bajo la tutoría de la madre, al parecer una mujer culta y preparada para desenvolverse en el mundo de los negocios. Aunque las fuentes históricas no permiten conocer cuáles fueron su educación y sus lecturas, cabe pensar en una formación en buena medida autodidacta, facilitada probablemente por el ambiente políglota, los lazos internacionales y las inquietudes culturales de su familia.

En 1752, dejó Madrid para contraer matrimonio con su pariente Agustín Blake, residente en Málaga, donde se había iniciado en los negocios formando alianza con otra mujer de la familia. Blake se convertiría más tarde en un destacado comerciante, en buena medida gracias al capital económico y las conexiones familiares y sociales aportadas por su esposa. La pareja se estableció en Málaga, en la parroquia del Sagrario primero y desde 1757 en el barrio portuario de San Juan, donde residían los comerciantes más prósperos. Años después, en una fecha no determinada pero situada entre 1764 y 1771, se trasladaron a Vélez-Málaga, pequeña villa con un activo comercio de exportación de productos agrarios (fundamentalmente azúcar, cítricos y pasas). Mantuvieron negocios en Málaga y conservaron estrechas relaciones con los Joyes de Madrid. Entre Málaga y Vélez Málaga nacieron sus nueve hijos: cuatro mujeres y cinco varones, de los cuales el segundo fue Joaquín Blake, futuro general en la guerra de Independencia. Agustín Blake murió en 1782. Tras enviudar, Inés Joyes hubo de ocuparse intensamente de los intereses familiares, interviniendo en pleitos por herencias y negociando los matrimonios de sus hijas e hijos. No se le conocen actividades públicas, pero su casa debió constituir un enclave de sociabilidad cultural, como sugiere el testimonio del viajero inglés Joseph Townsend, que gozó brevemente de su hospitalidad en 1786. Debió llevar una vida discreta hasta su muerte el 18 de mayo de 1808 en Málaga, en la casa donde había residido sus últimos años, junto a la plaza de la Merced. En 1806 había otorgado su último testamento, en el que se muestra como cabeza de familia preocupada por el reparto de sus bienes, mermados tras la quiebra comercial de su esposo, y como mujer de religiosidad ilustrada, poco amante de rituales externos.

La única obra conocida de Inés Joyes es su traducción de la novela, o más bien cuento filosófico, Rasselas, prince of Abissinia (1759) del autor británico Samuel Johnson, a la que acompaña una Apología de las mujeres. La elección de esta novela, de tono filosófico, alejada del estilo sentimental en boga a finales de siglo y coprotagonizada por una heroína inteligente y resuelta, Nekayah, resulta reveladora de los gustos de la traductora, cuyo dominio del inglés tanto como del castellano resulta en una versión fluida, elegante y fiel al espíritu del original. Sin embargo, es en la Apología de las mujeres que, a modo de una “Carta de la traductora a sus hijas” acompaña a esta traducción donde se expresan más claramente sus ideas. El breve texto, de treinta páginas, les ofrece sus reflexiones y consejos y analiza de manera crítica la situación de las mujeres en la sociedad de su época. Se trata de un ensayo vibrante y polémico, nada erudito en su escritura, pero rico y denso de contenido, que revela una personalidad madura y reflexiva, experiencia vital, acusado sentido práctico y buen conocimiento de las discusiones contemporáneas (como ella misma escribe: “Sabido es que la disputa entre preferencia o preeminencia de los sexos es uno de los asuntos de conversación más comunes en la sociedad”). La impresión que produce es la de estar apoyado tanto en amplias lecturas (que, sin embargo, nunca cita) como en las propias vivencias y en la observación del mundo circundante.

El texto recuerda en algunos aspectos los escritos de Josefa Amar, Mme d’Épinay, Mme de Lambert e incluso Mary Wollstonecraft. Sus ejes centrales son la defensa de la capacidad moral e intelectual de las mujeres y la denuncia de la desigualdad entre los sexos en las costumbres, la educación y las normas sociales y morales. Si por una parte reprocha a los hombres el trato injusto que otorgan a las mujeres, también exhorta vivamente a éstas para que se convenzan de su propia dignidad y capacidad actúen en consecuencia, dejando de actuar como cómplices inconscientes de su propia degradación. Joyes no comparte las tesis tan extendidas en su época, que, en nombre de la “complementariedad”, otorgaban a las mujeres una capacidad racional peculiar y en cierto sentido disminuida, sino que, partiendo de la igualdad intelectual de los sexos, critica la formación superficial que reciben, basada en cultivar las apariencias o bien en una instrucción ceñida solo a lo doméstico, y las invita a cultivar el estudio como fuente de satisfacciones. Al contrario de las novelas sentimentales y de los tratados de moral al uso, que presentaban la familia como responsabilidad fundamental de las mujeres y el amor conyugal y materno como recursos de su máxima felicidad, defiende la dignidad de las solteras, subraya que las expectativas al contraer matrimonio no siempre se ven realizadas y rechaza la doble moral sexual que juzgaba con raseros muy desiguales la conducta de cada sexo. Finaliza exhortando a las mujeres a demostrar su temple moral e independencia anímica con respecto a los hombres y a protagonizar una auténtica revolución en las costumbres. En definitiva, su texto aporta al debate de los sexos un enfoque profundamente crítico, surgido de su experiencia y de su versión particular de los valores de la Ilustración, que enarbola la confianza en la razón y la educación al tiempo que señala las paradojas en que tantos ilustrados incurrían cuando se trataba de hacerlas extensivas a las mujeres.

Tras caer en el olvido durante los siglos XIX y XX, con alguna meritoria excepción, ha sido el desarrollo de los estudios feministas en el ámbito de la Historia y la literatura (así como, secundariamente, el interés por la traducción como forma de adaptación creativa) el que ha impulsado el conocimiento de la trayectoria biográfica de Inés Joyes y el estudio de su breve pero interesante producción. Hoy disponemos de una edición crítica, otra facsímil y una traducción italiana de la Apología de las mujeres, así como de una edición moderna de la versión por ella realizada de la novela Rasselas, la primera aparecida en España. Las investigaciones que se le han dedicado, publicadas tanto en castellano como en inglés, francés y alemán, han situado su figura en el contexto internacional del debate ilustrado sobre la diferencia de sexos, en el que su voz se suma a otras allá y acá de las fronteras.

Autora: Mónica Bolufer Peruga

Bibliografía

BOLUFER PERUGA, Mónica, “Inés Joyes y Blake: una ilustrada, entre privado y público”, en CAPEL MARTÍNEZ, Rosa María (ed.), Mujeres para la historia. Figuras destacadas del primer feminismo, Madrid, Abada Editores, 2004, pp. 27-55.

BOLUFER PERUGA, Mónica, La vida y la escritura en el siglo XVIII. Inés Joyes: ‘Apología de las mujeres’, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2008.

BOLUFER PERUGA, Mónica, “Inés Joyes, autora de la Apología de las mujeres. En defensa de las mujeres en la Andalucía de la Ilustración”, Andalucía en la Historia, IX/32, 2011, pp. 80-83.

FABIANI, Anita, Calamaio sulla finestra. Apologie protofemministe del Settecento spagnolo, Bari, Palomar, 2009.

JOHNSON, Samuel, Historia de Rasselas, príncipe de Abisinia, traducción de Inés Joyes; ESTABLIER PÉREZ,Helena (ed.), Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2009.

JOYES, Inés, El Príncipe de Abisinia. Novela traducida del inglés por doña…Va inserta a continuación una Apología de las mujeres en carta original de la traductora a sus hijas, Madrid, Sancha, 1798.