Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada ha nacido hacia 1430 en Talavera de la Reina. Era pariente del señor de Oropesa, Hernando Álvarez de Toledo, y de Fray Alonso de Oropesa que fue general de la orden religiosa de los jerónimos entre 1457 y 1468. Uno de los abuelos maternos de Hernando de Talavera era judío.

Después de estudiar Artes y Teología en la universidad de Salamanca enseñó en la misma filosofía moral y finalmente ingresó en 1466 en la orden jerónima en el monasterio de Alba de Tormes. Pronto fue prior del monasterio de Nuestra Señora de Prado de Valladolid (1470-1485) donde tuvo fama de gran predicador. Poco a poco su influencia en la iglesia castellana fue ganando importancia; organizó la asamblea general del clero reunida en Sevilla en 1478, fue visitador de su orden en 1480 y administrador de la diócesis de Salamanca en 1483. Sobre todo, la reina Isabel la Católica le eligió confesor al menos desde 1475. Paralelamente a sus responsabilidades en el mundo eclesiástico tuvo una enorme actividad política y diplomática. Fue miembro del Consejo Real, intervino en asuntos de Portugal y en la administración de la hacienda regia, más particularmente en la cobranza de las indulgencias de la cruzada y del subsidio eclesiásticos, fundamentales para la financiación de la guerra de Granada, empezada en 1482.

Hernando de Talavera era obispo de Ávila – lo era desde 1486 – cuando los reyes Isabel y Fernando le nombraron obispo administrador apostólico de Granada al momento de la conquista de la ciudad en 1492. Un año más tarde el papa Alejandro VI le dio el título de arzobispo. Asumió este cargo hasta su muerte el 14 de mayo de 1507.

Estaba bien preparado para afrentar una tarea muy compleja por haber sido consultado antes de la toma de Granada por los soberanos, sobre todo por la reina Isabel, en muchos asuntos importantes. Su biógrafo Jerónimo de Madrid afirma que los monarcas le habían llamado “porque como entonces andava la guerra muy resia del reino de Granada y quasi todo se hazia y regia por su mano, avia mucha necesidad de su presencia”. De hecho Hernando de Talavera había sido uno de los firmantes de las Capitulaciones de noviembre de 1491 entre los Reyes Católicos y Boadbil por las cuales estaban definidas las condiciones de la integración del reino nazarí a la Corona de Castilla. Y después de la toma de Granada tuvo un papel político relevante al lado del conde de Tendilla, capitán general del reino, de Hernando de Zafra, secretario de los Reyes y de Andrés Calderón, primer corregidor de Granada.

Sobre estas bases el arzobispo desarrolló una ingente labor para organizar la iglesia del conjunto del reino de Granada ya que los obispos de Almería, Guadix y Málaga eran sufragáneos del de Granada y para evangelizar a los súbditos musulmanes que constituían la inmensa mayor parte de la población del territorio. A través de sus escritos, por ejemplo la Católica impugnación del herético que en el año pasado de 1480 fue divulgado en la ciudad de Sevilla que data de 1487 o el Oficio de la toma de Granada ( In festo deditionis nominatissimae urbis Granatae ) redactado probablemente a petición de la reina o la Instrucción que ordenó el Reverendísimo Don fray Hernando de Talavera, primer Arçobispo de Granada, por do se regiesen los oficiales, oficios y otras personas de su casa y también de los libros que figuran en su biblioteca donde destacan las obras de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino conocemos bien los principios del pensamiento religioso del prelado. Para él lo fundamental es la unidad del cuerpo místico de la Iglesia en la cual todos son iguales por la gracia del bautismo. De esta manera Talavera está siguiendo el modelo evangélico de San Pablo y si los musulmanes son enemigos de la fe se les puede ganar “haciendo resplandecer la superioridad del Evangelio por la palabra y por los hechos” (Marcel Bataillon).

Se trataba pues de convencer a los nuevos sujetos a aceptar libremente, sin ninguna coacción, el credo cristiano. Para conseguir su objetivo Hernando de Talavera creó las instituciones que aseguraban la buena formación de los clérigos y aplicó métodos que facilitaban el entendimiento con los musulmanes. Ya en 1492 estuvo fundado el colegio eclesiástico de San Cecilio abierto a 25 o 30 futuros presbiterios de la diócesis educados en gramática, lógica, derecho canónico, teología y canto. Talavera publicó un catecismo en 1492. Alentó a los sacerdotes para que aprendieran el árabe. Tuvo como confesor a Pedro de Alcalá, jerónimo como él, y autor del Arte para ligeramente saber lengua arábiga y del Vocabulario arábigo en letra castellana publicados en 1505. Introdujo en la liturgia la lengua castellana y también música y danzas afines a los musulmanes.

Este plan de asimilación de los minoritarios requería tiempo. Si se pudieron registrar conversiones, el número de estas era limitado cuando el cardenal Cisneros llegó, a iniciativa de los Reyes Católicos, a Granada en octubre de 1499. El arzobispo de Toledo propició métodos más violentos que provocaron rápidamente la rebelión de los musulmanes primero del Albaicín y luego de gran parte del reino de Granada. Los mudéjares fueron bautizados a la fuerza. Hernando de Talavera tuvo que conformarse. Redactó unas ordenanzas de fecha incierta dedicadas a los moriscos del Albaicín donde diseñaba un plan destinado a hacer desaparecer buen parte de usos y costumbres propios de los nuevamente convertidos.

Sus últimos años fueron de esta manera ensombrecidos. Lo fueron más todavía después de la muerte de la reina Isabel su protectora. A finales de 1505, el arzobispo de Granada fue acusado de herejía por la inquisición. Fue exculpado de la acusación, pero murió pronto el 14 de mayo de 1507.

Autor: Bernard Vincent

Bibliografía

MARTÍNEZ MEDINA, Francisco Javier; BIERSACK, Martín, Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada. Hombre de iglesia, estado y letras, Granada, Universidad de Granada, 2011.

IANNUZZI, Isabella, El poder de la palabra en el siglo XV: fray Hernando de Talavera, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2009.

LADERO QUESADA, Miguel Ángel, “Fray Hernando de Talavera en 1492: de la Corte a la Misión” en Chronica Nova, 34, 2008, pp. 249-275.