Priego de Córdoba, es una de las poblaciones más señeras del panorama artístico de Andalucía. En ella tienen lugar representativos monumentos que, vienen a convertirse en auténticas señas de identidad de la misma; siendo este caso de la denominada como La Fuente del Rey, reconocida como Bien de Interés Cultural.

Emplazada en un parque que lleva su mismo nombre, dicha fuente fue iniciada en el siglo XVI; pero sin embargo, su construcción no finalizaría hasta principios del siglo XIX. Pese a atribuirse su diseño al artista tardobarroco Remigio del Mármol, en ella está presente la invención de otros artistas de renombre como fue Álvarez Cubero, cuya aportación en la fuente, ya es partícipe de los parámetros del Neoclasicismo.

Sin embargo, esta no sería la única fuente existente en dicho lugar. Precediendo a la anterior, sería a finales del siglo XVI cuando nos encontramos con la Fuente de la Salud, también conocida como Fuente de la Cabeza. Su construcción fue financiada por la Hermandad de la Virgen de la Cabeza, mientras que su autoría se debe al artista Antonio del Castillo. El manantial del que emanan sus aguas, conocido con el nombre de la Salud, procede de la  Sierra de Horconera.

Desde el punto de vista artístico destaca junto a la fuente un muro almohadillado con una imagen de la Virgen de la Salud, de la que toma denominación dicha fuente. Junto a la hornacina que protege la efigie mariana destacan molduras sobresalientes de forma ovalada y los pináculos con los que se remata la fuente. Otro elemento ornamental de la misma es la disposición central, a modo de frontón triangular, que reproduce el modelo clásico característico del momento. En su conjunto la fuente muestra un cierto parecido con otros ejemplares andaluces del siglo XVI, como podría ser el caso destacable del Pilar de Carlos V, de la ciudad de Granada.

En cuanto a la fuente más sobresaliente de dicho espacio, comentar que se encuentra emplazada en el lugar donde anteriormente tenían lugar unos estanques de agua. De estos, se llevaba el líquido elemento hasta su curso definitivo por una calle de la población a la cual se le puso el nombre de Calle del Río (Peña Velasco). Esta se formaría a raíz de la licencia concedida por el Consejo de Castilla en junio 1802. Su obra corrió por cuenta del Concejal de Priego, que se la encomendó a Remigio del Mármol; convirtiéndose en el último representante de su escuela dieciochesca (Peláez del Rosal).

En primer lugar tenemos que tener cuenta el contexto en el que se ubica dicha obra. Tras los inicios durante el Renacimiento, el barroco constituyó una etapa en la que tuvo una mayor importancia la mejora de la imagen urbana, con motivo de un mayor crecimiento de las civilizaciones y por dicho deseo de potenciar la estética de las mismas; además de cumplir con su verdadera función como fue de abastecimiento de agua a la población.

Fachadas, plazas y calles, pasan a ser el centro de atención de los artistas del momento, dentro de ese afán por embellecer la trama urbana. Entre los elementos podemos señalar que el Seiscientos fue un momento en el que empleo de fuente como elemento ornamental, tanto en  espacios urbanos como de índole privado, tuvo un mayor arraigo en comparación con las centurias anteriores, convirtiéndose las plazas, así como los jardines, en un nuevo escenario de creación artística.

Es por ello que estanques y fuentes, entre otros elementos que los acompañaban como puentes o figuras escultóricas recreando divinidades de la antigüedad, venían a establecer un juego con la naturaleza dentro del afán que durante este momento se forjaría por hacer de estos espacios un lugar destinado al recreo de los sentidos y al descanso.

En cuanto a su configuración,  responde a un diseño original realizado en mármol, dividido en tres espacios consecutivos que, dispuestos de forma desnivelada, vienen a configurar un pintoresco estanque de agua, resolviendo dicha pendiente mediante cascadas de agua que vienen a unificar el conjunto. Este es un aspecto que le otorga belleza y originalidad a la misma, pues no responde a un diseño repetido en otras fuentes que decoran el espacio urbano de otras localidades. En base a esto, podemos afirmar que se trata de un proyecto ambicioso donde la escultura adquiere un notable protagonismo sobre su aspecto formal, si bien se puede equiparar con las fuentes que visten los jardines de los Reales Sitios, como es el caso de la Granja de San Ildefonso, o incluso con el propio Palacio de Versalles.

Además de la singularidad de su forma, sobresale una ornamentación de relieves y esculturas que, siguiendo la estela mitológica, parecen emanar de las aguas del estanque. Este es un aspecto que se puede relacionar con las fuentes que proyectó Gian Lorenzo Bernini, uno de los principales artífices del barroco italiano.

El primero de estos estanques es el configurado por la figura de un león en actitud de lucha contra una serpiente. Su importancia radica no tanto en la invención artística y formal, sino en lo que respecta al artista que la llevó a cabo: el prieguense José Álvarez Cubero, uno de los principales escultores neoclásicos del panorama nacional. Su participación en dicho proyecto tuvo lugar a finales del siglo XVIII, siendo una de las pioneras aportaciones en la configuración del conjunto de la Fuente del Rey.

No obstante, la parte que merece mayor mención es el espacio que centra dicho estanque, coronado por las figuras mitológicas de Neptuno y Anfítrite, siguiendo una decoración de carácter tardobarroco. Su autor fue Remigio del Mármol, artista nacido el Alcalá la Real, quien sería uno de  los promotores artísticos en la localidad de Priego de Córdoba, donde instalaría su taller ya en los últimos años de la prevalencia del arte barroco.  Una de las características de su obra es que bebe dentro de esa transición del estilo del Seiscientos hacia la depuración neoclásica de las formas, estando presente dicho aspecto en el proyecto de la Fuente del Rey.

Frente a la decoración de mascarones que emulan la decoración barroca, las figuras de Neptuno y Anfítrite parecen avanzar estilísticamente al Clasicismo dada a la sencillez de sus formas. Otra de las características de la obra de Remigio del Mármol es la creación de efectos escenográficos, gracias a la fusión de la escultura con las formas arquitectónicas. En el caso de esta fuente el artista nos presenta un conjunto escultórico que, como hemos comentado anteriormente, simula emerger de sus aguas, consiguiendo establecer una unión visual y escenográfica entre la naturaleza y la obra de arte.

El siguiente estanque con el que se configura el conjunto de la fuente es el más amplio, siendo al mismo tiempo el que muestra una ornamentación más sencilla. A este respecto, queda centrado por un mascarón encargado de recoger el agua proveniente del estanque anterior. Destaca por el gran número de caños que lo componen, así como por la forma de los mismos a modo de figuras monstruosas de carácter grotesco.

Finalmente, como ya ha sido mencionado, la localidad de Priego de Córdoba es conocida por ser un lugar en el que la decoración barroca revistió sus edificios, gracias a la presencia en la misma de maestros como Hurtado Izquierdo o el mismo Álvarez Cubero, que mantuvieron la tradición artística a lo largo del tiempo. Ello permitiría que la existencia de la tradición barroca se prolongase en el tiempo, en un momento en el que  ya comenzaba a evanecerse, convirtiendo dicha localidad con la Fuente del Rey entre otras obras, en  una pequeña cuna artística de la Subbética cordobesa.

Autora: Leticia Galdeano Olmedo

Bibliografía

PELÁEZ DEL ROSAL, Manuel, SEBASTIÁN LOPEZ, S. La Fuente del Rey de Priego de Córdoba: (historia, arte e iconografía), Córdoba, 1986.

SANCHEZ GARCÍA, Luis Enrique, Priego de Córdoba. Itinerario Histórico-Artístico, Junta de Andalucía, Córdoba, 2001.

ORTIZ JUÁREZ, Dionisio, Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba, Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba, 1986.

RIVAS CARMONA, Jesús, Arquitectura barroca cordobesa, Córdoba, Caja de ahorros de Córdoba, 1982.

PARDO CANALÍS, Enrique, Escultores del siglo XIX, CSIC Instituto Diego Velázquez, de Arte, 1951.