La Pragmática de 1499 marcó el inicio oficial de la represión ejercida contra el pueblo gitano. A partir de ese momento se sucedieron diferentes propuestas para lograr su control y represión. Paralelamente, se fue construyendo un estereotipo negativo que estigmatizó y criminalizó su forma de vida y etiquetó a sus integrantes como personas improductivas que representaban un peligro para el orden social. La amenaza de la expulsión, implícita en dicha ley, permaneció latente, hasta que en 1748, conseguido un breve papal por el que se despojaba de la inmunidad eclesiástica a los gitanos fugitivos, se decidió emprender una redada general que acabó derivando en un proyecto de exterminio biológico.

La planificación del proyecto fue asumida por Ensenada, quien fijó para el 30 de julio de 1749 a las doce de la noche, el comienzo de la redada. Practicadas las capturas, se separó a hombres y mujeres, y se los fue concentrando en los llamados “depósitos provisionales”, para enviarlos posteriormente adonde debían permanecer hasta su muerte.

A pesar de planificarse cuidadosamente el operativo, se omitió a Cataluña y jurisdicciones como las de Málaga, Cádiz y Almería, lugares donde hubo que reiterar en agosto una nueva orden de prisión. Aun así, fue en Andalucía, tradicionalmente la región española con más presencia gitana, donde se produjo el mayor número de capturas, sin que apenas hubiera resistencia. Incluso en lugares como Vélez Málaga, sabedores de que iban a ser apresados, los gitanos se dirigieron voluntariamente a la cárcel ante el asombro de los soldados. Solo el desalojo de conventos, como el de los Mínimos en Puerto de Santa María, y las dudas, en caso de matrimonios mixtos, sobre quién debía ser incluido en la orden, constituyeron los incidentes más destacables.

En total, quedaron afectadas en toda España alrededor de nueve millares de personas, de las que aproximadamente seis mil quinientas eran andaluzas. Sus quejas, y las críticas que desde muy variados sectores se produjeron por tan desproporcionada operación, llegaron hasta Francisco Rávago, confesor del rey, quien aconsejó a este que procediera a la liberación de todos aquellos que no merecieran ser presos. El resultado fue la Real Orden del 28 de noviembre, por la cual, al menos un sesenta por ciento de las personas recluidas, quedaron en libertad.

DEPÓSITOS PROVISIONALES ANDALUCES EN OCTUBRE DE 1749

Depósito o Caja Procedencia Clase de gitanos Libertades
Málaga Toda Andalucía Mujeres, niñas y niños menores de 7 años 2.153
Cádiz Toda Andalucía Hombres y muchachos mayores de 7 años 1.479
Sevilla Todos aquellos que no tuvieron cabida en Málaga Mujeres, niñas y niños menores de 7 años 16
Total Andalucía 3.648
Total España 4.402

Los hombres considerados “útiles” fueron recluidos en los arsenales y empleados como mano de obra forzada en el proyecto ensenadista de reconstrucción de la Armada española, casi inexistente tras la Guerra de Sucesión. En cuanto a los “inhábiles” para el trabajo, quedaron confinados en el castillo gaditano de Santa Catalina, y, posteriormente, en la fortaleza vecina de San Sebastián.

Durante los dos primeros meses tras la redada, las remesas de gitanos al arsenal gaditano ascendieron a un total de 1.193 individuos, de los que 534 quedaron en libertad tras la orden de octubre. De los que permanecieron, 543 fueron enviados, en enero de 1752, al arsenal de Ferrol. Y de ellos, solo 166 sobrevivieron a la epidemia declarada durante la travesía.

Ensenada, que desde el principio tuvo claro del destino de los hombres, se despreocupó del que debía dar a las mujeres. Estas quedaron olvidadas y hacinadas en la alcazaba de Málaga, que el 12 de agosto de 1749 acumulaba ya más de cuatro centenares de personas. Aunque se creó un espacio en Sevilla para descongestionar del depósito malagueño, hubo todo tipo de problemas que se fueron agravando día a día. Finalmente, acuciado Ensenada por la precariedad en que sobrevivían las mujeres, decidió recluir a todas las gitanas andaluzas en la Casa de Misericordia de Zaragoza, donde mostraron una rebeldía bien diferente de la de los hombres, quienes temerosos de sufrir represalias mucho más fuertes que las que se solían imponer a las mujeres, realizaron una resistencia basada en un discurso oculto de malos gestos, ignorancia fingida, quejas, pequeños robos, sabotajes, morosidad en el trabajo, y, sobre todo, fugas. Las mujeres en cambio, interpretaron su resistencia de una forma menos discreta a través de constantes insubordinaciones y motines, dentro de una estrategia deliberada de desgaste, encaminada a hacer insufrible y costosa su prisión.

En junio de 1765 se hizo efectivo el indulto prometido dos años atrás, con el cual se cerró definitivamente una de las páginas más lamentables de la Historia de España, que a día de hoy está ausente de los libros de texto y manuales universitarios. En cambio, sus secuelas son todavía visibles en la sociedad de nuestros días.

Autor: Manuel Martínez Martínez

Bibliografía

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GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “La Real Casa de Misericordia de Zaragoza, cárcel de gitanas (1752-1763)”, enGARCÍA HERNÁNDEZ, Máximo y SOBALER SECO, María Ángeles (coords.), Homenaje a Teófanes Egido, T. I, Valladolid, 2004, pp. 329-343.

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel, Los gitanos y las gitanas de España a mediados del siglo XVIII. El fracaso de un proyector de “exterminio” (1748-1765), Almería: Universidad de Almería, 2014.

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel, Nunca Más. Homenaje a las víctimas del proyecto de exterminio de la minoría gitana iniciado con la redada de 1749, Almería: Círculo Rojo, 2015.

ZOIDO NARANJO, Antonio, La ilustración contra los gitanos. Antecedentes, historia y consecuencias de la Prisión General, Sevilla: Signatura Ediciones de Andalucía, S.L., 2009.