El Carmelo Descalzo tiene su origen en el primer convento de monjas que fundó santa Teresa en Ávila en 1562. Hubo que esperar hasta el año 1568 para que se creara el primer convento de frailes en Duruelo, en el cual estuvo ya como conventual san Juan de la Cruz. Para entonces la santa ya había fundado otros tres más de monjas.

Desde estos momentos, empezó el avance de los carmelitas descalzos en los territorios de la monarquía hispánica, a pesar de los numerosos contratiempos que se encontraron en los primeros años de existencia. Si bien el general de los carmelitas, Juan Bautista Rubeo, había ordenado que se fundaran exclusivamente en Castilla, en 1572, y con la aprobación de los visitadores apostólicos nombrados para los descalzos, crearon su primera comunidad en Andalucía, en San Juan del Puerto, que había sido de carmelitas observantes. En los siguientes años los frailes fundaron otros tres conventos: en 1573 se establecieron en Granada y La Peñuela; y en 1574, en Sevilla con el primer convento de los dos que tuvo. A este movimiento fundacional de la rama masculina se sumó la rama femenina de mano de la propia Santa Teresa, quien en 1575 fundó los conventos de Beas del Segura y Sevilla. Con esto comenzaba la presencia de monjas en Andalucía.

Los carmelitas descalzos continuaron con una intensa campaña fundacional, con la activa colaboración de figuras relevantes de aquella primera generación de carmelitas descalzos como el padre Jerónimo Gracián y el propio San Juan de la Cruz, a quien se le debe la fundación de conventos de frailes en Baeza (1579), Córdoba y Mancha Real (1586), y el convento de monjas de Málaga (1585).

Las comunidades andaluzas que iban apareciendo fueron agrupadas en un vicariato provincial en 1585, ya que cuatro años antes los carmelitas descalzos se habían convertido en Provincia Descalza, dependiente de la orden carmelita observante. Este vicariato se convirtió en la provincia del Santo Ángel Custodio en 1588 después de convertirse la provincia en congregación.

Cuando los descalzos consiguieron ser una orden religiosa independiente en 1593, la provincia andaluza fue dividida en dos: Andalucía la Alta y Andalucía la Baja. Esta primera división no duró mucho tiempo, pues en el capítulo general de Pastrana de 1610 se decidió la reunificación de las provincias en una sola con la advocación de San Ángelo. Los carmelitas descalzos andaluces protestaron pero tuvieron que esperar hasta el año 1688, cuando se decidió volver a separar la provincia en las dos anteriores debido al excesivo número de conventos que había. Andalucía la Alta conservó el nombre de San Ángelo y Andalucía la Baja pasó a denominarse San Juan Bautista, aunque cambió su nombre en 1739 por el de San Juan de la Cruz. Estas provincias se mantuvieron desde entonces hasta la exclaustración de los religiosos en 1835.

Durante la Edad Moderna, las provincias andaluzas se convirtieron en escenario de acontecimientos relevantes para la historia de la orden. Entre éstos podemos destacar las tensas relaciones mantenidas entre descalzos y observantes en los primeros años; la investigación realizada por fray Diego Evangelista con el fin de encontrar razones para expulsar a san Juan de la Cruz del Carmelo Descalzo; la muerte del santo en el convento de Úbeda en 1591; en el siglo XVIII, el encarcelamiento hasta su muerte en la Alhambra del antiguo general de la orden fray Pablo de la Concepción por motivos políticos; y entre 1808 y 1814, los avatares de la Guerra de la Independencia.

Los carmelitas descalzos fueron realizando numerosas fundaciones por Andalucía en casi todas las provincias actuales de la comunidad excepto Almería. Desde la primera y efímera fundación realizada en San Juan del Puerto y la primera de monjas realizada por santa Teresa en Beas de Segura en 1575, fueron apareciendo nuevas comunidades hasta el siglo XVIII llegando a ser 55 conventos en el momento de la exclaustración de 1835.

No obstante también se habían fundado otros conventos que, o bien tuvieron que ser clausurados como el de monjas de Puente Genil (1705-1721), o bien ser trasladados a otra localidad como el de religiosas de Cabra, fundado en 1603 y trasladado a Lucena en 1612. En otros casos se consiguió restaurar alguno como fue el de los frailes de La Peñuela, fundado en 1573 y restaurado en 1682. Su traslado hizo que se creara una comunidad en Nuestra Señora del Monte Calvario. Cuando fue clausurada ésta en 1583, los carmelitas se trasladaron al santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo el cual abandonaron en torno a 1599.

Andalucía aportó desde temprano a la orden numerosas figuras relevantes por su actividad y fama como fue el caso de Agustín de los Reyes (Écija, 1552-1596), que llegó a ocupar numerosos cargos como prior en Granada, y vicario provincial y provincial de Andalucía, e incluso murió con fama de santidad.

Destacaron sobre todo en el campo de la erudición, especialmente gracias a sus obras teológicas de gran importancia como Miguel de la Santísima Trinidad (Baeza, 1588-1661), uno de los primeros autores complutenses del Curso de Filosofía; José del Espíritu Santo (Huelva, 1667-1736), autor de un importantísimo curso de teología mística-escolástica y general por breve tiempo de la orden; Juan de San Miguel (Arahal, 1675-1737), autor de un importante curso teológico en 12 tomos desaparecidos actualmente.

Dentro del campo de la erudición y la investigación, los carmelitas descalzos escogieron a varios andaluces para ocupar el importante cargo de historiadores generales de la orden y redactar la historia oficial del Carmelo Descalzo como fueron Francisco de Santa María (Granada, 1567-1649), Manuel de San Jerónimo (Jaén, 1659-1719), Anastasio de Santa Teresa (Vélez-Málaga, -1760), Manuel de San José (Andalucía la Alta).

También sobresalieron monjas andaluzas que llegaron a ser prioras en diferentes conventos de la orden y dejaron su recuerdo en la historia de la orden. Algunas de estas fueron Catalina de Jesús (Beas del Segura, 1540-1586), colaboradora de la fundación del convento de Beas del Segura en 1575; Catalina de Jesús (Montilla, 1568-1604), priora de Córdoba; María de la Encarnación (Granada, 1636-1717), priora de Granada; Gregoria Francisca de Santa Teresa (Sevilla, 1653-1736), priora de Sevilla y cofundadora y priora de Puente Genil; y María Teresa de Santa Ana (Mancha Real, 1691-1755), priora del convento de Santa Teresa de Madrid y escritora.

Los carmelitas descalzos ejercieron un importante influjo en el pueblo y sus devociones populares gracias a su propia espiritualidad, heredada de sus fundadores y padres, santa Teresa y san Juan de la Cruz. Una de las devociones que más se encargarían en difundir fue la de Nuestra Señora del Carmen, al igual que hacían sus hermanos observantes. En sus iglesias se encontraba su imagen y se celebraba con especial solemnidad y festejos su festividad el 16 de julio, incluyendo procesiones. Esto contribuyó a que arraigara fuertemente la devoción a la Virgen del Carmen en numerosas localidades andaluzas como Málaga, Córdoba y Sevilla, y que en algunas, con el tiempo, fuera tomada como patrona de la población, como ocurrió en San Fernando.

No obstante, hubo dos devociones en las que los carmelitas descalzos se esmeraron especialmente al considerarlas propias y características suyas. Una fue la devoción a san José, gracias a la profunda veneración que sentía santa Teresa por este santo. Ella se encargó de inculcarlo entre monjas y frailes de numerosas maneras, tanto en sus escritos como poniendo bajo su advocación muchos de los conventos que fundó como los de Beas y Sevilla, práctica que siguieron los descalzos. Su imagen se volvió constante en todas las iglesias de la orden e incluso en numerosas iglesias de otras órdenes y del clero secular.

La otra gran devoción fue la de Jesús Nazareno con la cruz a cuestas. Su gran impulsor fue san Juan de la Cruz y los carmelitas descalzos la aceptaron con gran fervor al ver en esa imagen el ideal del religioso, la abnegación, el abrazar la cruz y el seguimiento a Cristo. En sus conventos fueron apareciendo cofradías dedicadas a esta devoción como en el convento de Los Mártires de Granada, algunas de las cuales desaparecieron por la exclaustración y desamortización de Mendizábal, pero otras perduraron hasta la actualidad como la de Jaén, cuya imagen es conocida popularmente como el Abuelo.

Esta influencia de los carmelitas descalzos en la Semana Santa andaluza no sólo se quedó en la introducción de un nuevo tipo de iconografía y advocación pasionistas, también introdujeron un nuevo modelo de cofradías, las de nazarenos. En éstas, las figuras más importantes no eran los característicos flagelantes que salían en casi todas las demás procesiones ni los hermanos portando cirios para alumbrar el camino, eran los hermanos que, imitando a Cristo camino del Calvario, llevaban cruces a cuestas. Además, sus procesiones acentuaban el recogimiento y la austeridad, notas características del Carmelo Descalzo.

Autor: Fermín Valenzuela Sánchez

Bibliografía

VIRGEN DEL CARMEN, Alberto de la O.C.D., Historia de la Reforma Teresiana (1562-1962). Madrid: Editorial de Espiritualidad, 1968.

FERNÁNDEZ DE MENDIOLA, D. A. O.C.D. El Carmelo Teresiano en la Historia. Una nueva forma de vida contemplativa y apostólica. Cuatro tomos, Institutum Historicum Teresianum 9, Roma, Teresianum, 2008-2013.

ORTEGA, P. O.C.D, Figuras del Carmelo. Tras las huellas de Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2013.

PUERTA, S. O.C.D, El Carmelo Teresiano, Antequera, 2011.

SANTA TERESA, Silverio de O.C.D., Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América. Quince tomos, Burgos, El Monte Carmelo, 1935-1951.

Fundación de conventos del Carmelo Reformado en Andalucía

Fuente: Fermín Valenzuela Sánchez


Provincia de Andalucía la Alta (actuales provincias de Granada, Jaén, Málaga y un hospicio de Cádiz):

Frailes: Noviciado de Granada (1573), Colegio de Baeza (1579), Colegio de Málaga (1584), Mancha Real (1586), Úbeda (1587), Colegio de Jaén (1588), Alcaudete (1590), Profesado de Vélez-Málaga (1591), Desierto de las Nieves (1593), Antequera (1617), Cazorla (hacia 1678), Benamejí (1682), La Peñuela (restaurado en 1682), Gaucín (1700).

Hospicios de frailes: Ronda (1593), Grazalema (finales del s. XVI), Beas del Segura (1659), y Mijas (1710).

Monjas: Beas de Segura (1575), Granada (1582), Sabiote (1585), Málaga (1585), Úbeda (1595), Baeza (1595), Jaén (1615), Antequera (1636) y Vélez-Málaga (1699).

Provincia de Andalucía la Baja (actuales provincias de Sevilla, Córdoba, Cádiz, Huelva, un convento de Jaén y Badajoz):

Frailes: Colegio de Los Remedios de Sevilla (1574), Guadalcázar (1585), Noviciado de Córdoba (1586), Bujalance (1587), Colegio del Santo Ángel de Sevilla (1587),  Colegio de Aguilar de la Frontera (1590), Andújar (1590), Colegio de Écija (1591), Profesado de Lucena (1600), Sanlúcar de Barrameda (1641), San Fernando (1680), Colegio de Carmona (1688), El Coronil (1688), Paterna del Campo (1693), Montoro (1697), Desierto de San José del Valle (1695), Sanlúcar la Mayor (1700), Espejo (1733), Cádiz (1737), Desierto de San José del Cuervo (1713, funciona en 1770).

Monjas: Sevilla (1575), Córdoba (1589), Sanlúcar la Mayor (1590), Lucena (1612), Écija (1638), Sanlúcar de Barrameda (1644), Aguilar de la Frontera (1671) y Bujalance (1708). También pertenecían a esta provincia los conventos pacenses de Talavera la Real (1618), Badajoz (1733) y Zafra (1736), dependientes del prelado de Badajoz; y Fuente de Cantos (1652), bajo la autoridad del obispo-prior de San Marcos de León.