Poetisa antequerana relacionada con una de las escuelas de poesía principales del Siglo de Oro hispano, la escuela antequerano-granadina de la que fueron miembros destacados Luís de Góngora y Pedro Espinosa.

La presencia de las mujeres en la literatura hispana durante la Edad Media y buena parte de la Moderna es limitada, en parte fruto de la escasa publicación y conservación de sus escritos, y también porque escritura y lectura son caras de una misma moneda y el acceso a la cultura escrita de las mujeres fue menor que el que tenían los hombres de su tiempo. Pues bien, estas circunstancias dan mayor significado a la presencia de una poetisa andaluza que en el tránsito de los siglos XVI-XVII, no sólo escribe poesías, sino que participa en las justas y encuentros poéticos habituales en su época, compitiendo con los poetas más destacados de su tiempo.

Nacida en Antequera (Málaga), hija natural del escribano Gonzalo Fernández Perdigón, será criada y educada en casa de sus tías donde recibirá una buena formación humanista y en lenguas clásicas probablemente a manos de preceptores, en especial de Juan de Aguilar que regentaba la Cátedra de gramática o Escuela de latín de la iglesia Colegial de Antequera. Muy joven, con quince años, se casa con un comerciante malagueño (Agustín de los Ríos) del que enviudará en 1603, contrayendo segundas nupcias tres años después con un joven de ascendencia portuguesa (Juan Francisco Correa), al que pagará los estudios y con el que tendrá cuatro hijos. Los protocolos notariales de la por entonces rica ciudad de Antequera dan fe de una Cristobalina Fernández como mujer activa en la administración de sus propios bienes y como mujer de cierta fortuna pues había recibido una parte de la herencia de su padre –la que dentro del quinto de los bienes de libre disposición podía heredar un hijo natural-, la herencia de sus tías y bienes de su primer marido; patrimonio que ella supo administrar y mantener.

De su dedicación a las letras y, especialmente a la poesía no quedan muchos testimonios. A pesar de que al parecer tuvo una producción extensa, muchos poemas no llegaron a publicarse y se perdieron. Aún así, existen suficientes indicios para considerarla una poetisa famosa y reconocida por sus contemporáneos. La que fuera “Sibila de Antequera” o “Musa antequerana”, según palabras de Lope de Vega, cultivó poesía de temática religiosa y también profana, participando en diferentes competiciones poéticas con las que se celebraba o conmemoraba algún hecho notable en la España de entonces. Así participó en las justas poéticas con las que la ciudad de Córdoba, como otras muchas ciudades de la Península, celebraron en 1615 la beatificación de Teresa de Jesús, resultando su poema premiado por un jurado presidido por Luis de Góngora. También participó en el Encomio de los Ingenios Sevillanos publicado con ocasión de las fiestas en honor a san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier (Sevilla, 1623). Pero quizá la evidencia más rotunda de su buen hacer poético sea la inclusión de dos poemas suyos en la Antología más destacada de poetas españoles del XVII. Se trata de las Flores de Poetas Ilustres de España, publicada en 1605, a cargo del poeta antequerano Pedro de Espinosa, después de una concienzuda selección entre los poetas más destacados del Reino. Cristobalina participará con otros poetas ilustres como el mismo Pedro de Espinosa, Luís de Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Juan de Valdés Meléndez, Luís Martín de la Plaza, Diego Ponce de León, el Doctor Tejada, los Argensola y muchos otros. En la Antología de Espinosa, sin embargo, muy pocos nombres de poetisas encontramos, sólo las hermanas Hipólita y Luciana de Narváez, y la propia Cristobalina Fernández de Alarcón. Esta participa con una breve poesía A la Virgen y una Canción amorosa (Primera Parte de las Flores, p.200 y p.137v). Su condición de objeto de amor por parte del propio Pedro de Espinosa, llevó a algunos críticos a sugerir que su inclusión en la Antología obedeció a su condición de musa –la Crisalda del citado poeta-, olvidándose que fue probablemente la poetisa de mayor proyección del grupo de Antequera. Aún así, a pesar de la escasez de nombres femeninos en la Antología de Espinosa, su participación, y las de las hermanas Narváez con poemas más breves que los de Cristobalina, constituye un testimonio de escritura de un grupo notable de mujeres, miembros de la nobleza y la burguesía, que en los reinos hispanos de los siglos XV y XVII recibieron una formación humanista y disfrutaron siendo parte activa de la República de las Letras. Mujeres que cultivaron distintos géneros: la autobiografía o Memoria en el caso de Leonor López de Córdoba (Calatayud, 1362-Sevilla 1414?), la historia sagrada en el de Valentina Pinelo (Sevilla, siglo XVI-principios XVII), la novela sentimental (Mariana de Carvajal, Jaén1610/15-Córdoba 1663/1666), el teatro Ana Caro Mallén (Sevilla, primera mitad siglo XVII ) o la poesía. Las composiciones de tema profano de Cristobalina Fernández de Alarcón sobre el tema del amor se enmarcan dentro de la lírica culta del Cancionero hispano, siguiendo la tradición trovadoresca provenzal y con influencia de la lírica petrarquista dominante en los siglos XV y XVI. En este tema del amor, Cristobalina Fernández de Alarcón, se mueve dentro de la concepción neoplatónica en la que el deseo se construye, más allá del goce físico, en la voluntad de perfección del sujeto que ama y aspira a alcanzar el supremo Bien. Esta concepción del amor se traduce en una práctica poética que refleja una inquietud constante y una vivencia un tanto atormentada que, en el caso de la Canción amorosa de Cristobalina Fernández de Alarcón se identifica como “vivir muriendo”.

Autora: María José de la Pascua Sánchez

Bibliografía

LUNA, Lola, Leyendo como una mujer la imagen de la Mujer, Barcelona-Sevilla, Anthropos-Instituto Andaluz de la Mujer, 1996, pp.81-84.

MARMOLEJO LÓPEZ, Mª Isabel, “Cristobalina Fernández de Alarcón”, en MARTÍNEZ, Cándida, PASTOR, Reyna, DE LA PASCUA, Mª José, TAVERA, Susana /Dirs), Mujeres en la Historia de España. Enciclopedia biográfica. Barcelona, Planeta, 2000, pp. 362-364.

Primera Parte de las Flores de Poetas Ilustres de España, dividida en dos libros, ordenadas por Pedro de Espinosa. En Valladolid, por Luís Sánchez, año 1605.

SERRANO Y SANZ, Manuel, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1833, Madrid, BAE, 1975, tomo CCLXIX, pp. 406-408.